En Nápoles se está produciendo un enfrentamiento bastante surrealista en torno al Palacio Real: el museo está, de hecho, en el centro de las atenciones ciudadanas por haber prohibido la entrada de perros a sus jardines, según una normativa establecida en 2021 pero que nunca entró en vigor. Y hoy también está previsto un enfrentamiento entre el comité “Qua la zampa”, que reúne a los propietarios de perros que quieren que se levante la prohibición, y la dirección del museo: la cita es en la Piazza del Plebiscito, con una manifestación de protesta convocada por el comité.
Para el comité, la elección sería inaceptable. Explicando las razones de los dueños está Francesco Emilio Borrelli, diputado napolitano de la Alianza de los Verdes y de la Izquierda, que ha decidido tomar la plaza junto con los dueños de los perros. “El Palacio Real está prohibido a los perros, pero hay libre acceso a los coches que convierten los jardines monumentales en un aparcamiento salvaje”, denuncia Borrelli. “Una decisión paradójica y absolutamente, y vergonzosamente, injusta. Quizá habría que multar a los incívicos dueños de perros que no recogen los excrementos, pero no se puede pensar en castigar a todos por las faltas de alguien. Para proteger lo que es un bien histórico de la ciudad, habría que pensar en cambio en la cuestión de los coches, de los que hay demasiados en la entrada y aparcados desde hace mucho tiempo. La zona destinada al aparcamiento de coches podría cederse a los animales y así daríamos un verdadero decoro al recinto monumental, que siempre ha sido frecuentado por animales y desde luego no fue creado como garaje para privilegiados”.
El director del Palacio Real, Mario Epifani, confirmó su disposición al diálogo y a la confrontación siempre que se expresen los puntos de vista de ambas partes. Esta es su postura: “Como se ha señalado varias veces, el Jardín Romántico no es un espacio público, sino abierto al público. Un jardín histórico es un lugar de cultura, cuya protección y conservación está encomendada al Ministerio y puede regularse mediante horarios y modalidades de uso. Como director del Palacio Real, tengo el deber de salvaguardar de forma independiente los espacios del interior y el exterior del museo, que incluyen los jardines, y de cumplir el Código del Patrimonio Cultural (Decreto Legislativo 42/2004). Además, la normativa regional de 2021 (como se indica en el apartado 5 del artículo 5) también nos otorga esta facultad”.
Según Epifani, de hecho, el tamaño de los jardines del Palacio Real dificulta desgra ciadamente la convivencia entre los visitantes de los jardines, los dueños de perros, los niños y los turistas. “Desgraciadamente, a pesar de la flexibilidad mostrada en los dos años que lleva en vigor el reglamento”, señaló Epifani, “muchos siguen frecuentando el espacio, dejando a sus animales libres para corretear y ’corretear’, cavando agujeros en los parterres e incluso sin recoger los excrementos”. Al mismo tiempo, hay que subrayar que el personal de vigilancia no está autorizado a imponer sanciones a quienes cometen tales transgresiones".
El Palacio Real “no puede responsabilizarse de la escasez en la ciudad de espacios dedicados a los perros”, explica el museo en una nota: además, casi todos los jardines históricos de Nápoles, Campania e incluso Italia prohíben el acceso a los animales (el Palacio Real enumera los casos de Villa Floridiana, Villa Pignatelli, Reggia di Caserta, los Jardines del Quirinale y los Jardines de Boboli). “En cambio, por lo que respecta al acceso y aparcamiento de vehículos”, concluye Epifani, “la responsabilidad es compartida con los directores de los distintos institutos ubicados en el complejo monumental y debe gestionarse y acordarse de forma coral”.
En la foto: el Jardín Romántico del Palacio Real de Nápoles
Nápoles, en el Palacio Real un enfrentamiento entre... ¡los dueños de perros! |
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