Museos, la lección de España. 'Nunca cerramos en la segunda ola: contribuimos a la prosperidad'


España nunca cerró los museos de forma centralizada durante la segunda oleada de Covid-19. Al contrario: incluso promovió una campaña para fomentar la participación en actividades culturales siempre que fuera posible. Al contrario: incluso promovió una campaña para fomentar la participación en actividades culturales siempre que fuera posible. ¿Por qué esta elección en contraste con el resto de Europa? Intentamos comprender las razones.

Mientras el pasado otoño los museos de medio mundo cerraban por el Covid-19, España era uno de los poquísimos países que, a pesar de lagalopante segunda oleada, nunca pensó en cerrar museos de forma centralizada, ni siquiera un día. Fue el 21 de octubre cuando España superó la cifra del millón diario: fue el primer país de Europa en cruzar la barrera psicológica del millón, y el sexto del mundo, tras Estados Unidos, India, Brasil, Rusia y Argentina. Italia, en esa fecha, tenía menos de la mitad de casos. Sin embargo, el Gobierno español presidido por Pedro Sánchez, pese a enfrentarse a la que entonces era la situación más grave de Europa, descartó de inmediato la imposición de un nuevo confinamiento, o encierro como se le llamó: el 25 de octubre se restableció el estado de excepción en todo el país (vigente hasta mayo), se impuso el toque de queda en todo el territorio nacional de 23.00 a 6.00 horas, siguiendo el modelo de la medida adoptada en Francia unos días antes, y se prohibieron las concentraciones de más de seis personas.

También el mismo día, se estableció un sistema de “Niveles de Alerta Covid”, llamados informalmente “semáforos Covid” por la prensa y la población, con cuatro niveles de riesgo diferentes: 1 (bajo), 2 (medio), 3 (alto), 4 (extremo). A cada una de las Comunidades Autónomas españolas (que podemos considerar homólogas a nuestras regiones) se le asigna periódicamente un nivel diferente, exactamente igual que ocurre con las zonas o bandas de riesgo italianas (que también en Italia son cuatro, como todos sabemos a estas alturas: blanca, amarilla, naranja y roja). Una de las diferencias entre España e Italia radica en el hecho de que, desde el principio, en el país ibérico las restricciones a la cultura no se impusieron de la misma manera en todo el territorio, sino que se hicieron variar en función del nivel de riesgo. Y sobre todo, incluso el nivel de riesgo extremo no implica teóricamente el cierre total de los museos: esta medida se evalúa localmente en función de la gravedad de la situación. Las medidas españolas vinculan el nivel de riesgo a la capacidad de los recintos culturales, y los porcentajes varían de una comunidad a otra. Tomemos, por ejemplo, el caso de la Comunidad Valenciana, la cuarta más poblada del país (las demás no son muy diferentes): para el nivel de riesgo bajo, ningún límite para museos, bibliotecas y archivos, que permanecen abiertos con normalidad, y un aforo máximo del 75% para cines y teatros; para las comunidades de riesgo medio, las medidas son similares a las del nivel 1, con la diferencia de que los museos, bibliotecas y archivos abren al 75% de su capacidad; para riesgo alto, aforo al 50% para todos los recintos culturales y de artes escénicas; para riesgo extremo, medidas idénticas al nivel 3 con la posibilidad de más restricciones excepcionales (en algunas Comunidades Autónomas, por ejemplo, cierre total de museos, teatros y cines). Las medidas, según nos explicó el pasado diciembre Sonia Zúñiga Lucas, viróloga del Departamento de Biología Molecular y Celular de la Universidad Autónoma de Madrid, además de miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y de la Sociedad Española de Virología, se tomaron teniendo en cuenta la situación epidemiológica de España: “en cada país la situación es diferente”, nos dijo después de que le pidiéramos una comparación con Italia. “Y lo mismo ocurre con la asistencia a los museos. De todas formas, tomar decisiones es complicado”.

Por eso hay museos en España que nunca cerraron sus puertas al público durante la segunda ola. Y no hay pruebas de que los museos hayan contribuido al aumento de casos. Al contrario: “hasta la fecha”, confirma Carlos Chaguaceda, director de comunicación del Museo del Prado de Madrid, “no se ha detectado ni brotado ni un solo brote en un museo o institución cultural de nuestro país”. Además, en diciembre se había producido una brusca ralentización de la epidemia en España, con casos diarios que se mantenían estables por debajo de los 10.000. Después se produjo una reanudación de los casos en enero, cuyas causas aún se debaten, aunque los sospechosos son principalmente dos: la relajación navideña general (en España las medidas por las fiestas fueron mucho más suaves que en Italia) y el efecto de la llamada variante inglesa. Tanto es así que actualmente se habla de una tercera oleada, aunque en los últimos días se ha producido una nueva ralentización de los casos que hace presagiar buenas perspectivas para las próximas semanas.

El Rey de España, Felipe IV, el Presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, y el Director del Museo del Prado, Miguel Falomir, visitan el museo el 20 de julio, más de un mes después de su reapertura.
El Rey de España, Felipe IV, el Presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, y el director del Museo del Prado, Miguel Falomir, visitan el museo el 20 de julio más de un mes después de la reapertura

Las razones prácticas de la apertura de los museos: flujos reducidos y protocolos de seguridad estrictos

En cualquier caso, no se ha producido un cierre generalizado de museos como en Italia y otros países (en Francia, por ejemplo, los museos siguen cerrados desde octubre, en medio de las protestas del mundo de la cultura). Una decisión, la española, dictada por razones principalmente relativas a la composición de los flujos de visitantes. “En España, teniendo en cuenta la ausencia de turistas”, explicó Sonia Zúñiga Lucas, “los descensos en el número de visitas a los museos son tan llamativos que resulta bastante fácil mantener el aforo reducido. Además, muchos museos españoles han hecho grandes esfuerzos por aplicar medidas de seguridad extraordinarias: por ejemplo, han mejorado los sistemas de ventilación”. De hecho, las visitas siguieron siendo escasas durante todo el otoño. El Museo del Prado, el más visitado del país y entre los veinte primeros del mundo, tuvo 38.575 visitantes en octubre, 41.521 en noviembre, 39.408 en diciembre y 24.034 en enero. Estos promedios son comparables a los de los Uffizi en la primera semana de reapertura, en enero, cuando el museo florentino vio 7.300 personas en seis días, a pesar de los cierres de sábado y domingo, que no existen en España. Esta es una señal de que la situación de los sitios patrimoniales se considera perfectamente controlable bajo los Pirineos, y una muestra de que los museos no están tomados por asalto, sino que siguen siendo un reducto cultural y social activo, que los ciudadanos no han echado de menos.

Desde el Prado confirman además que los museos cuentan con protocolos muy estrictos, similares en todo caso a los adoptados en Italia: ’hemos tomado todas las medidas necesarias y establecido protocolos para poder mantener los museos abiertos una vez pasada la fase de confinamiento, que comenzó el 14 de marzo de 2020’, explica Carlos Chaguaceda. ’Hemos establecido aforos máximos por día, por hora y por sala, todos los visitantes deben respetar la señalización y la separación, el recorrido del museo es unidireccional para evitar que la gente se cruce, se toma la temperatura de todas las personas que entran en el museo. Además, en el Prado se han mejorado los sistemas de ventilación para que la calidad del aire sea similar a la de un hospital, según las normas industriales. Tenemos una media de 1.000 visitantes al día, y el sábado es el día de mayor afluencia. Para comparar con 2019, entonces la media de visitantes era de 8.500 al día".

El mismo planteamiento se aplica al Museo Thyssen-Bornemisza, otro de los grandes de la capital. Su director, Evelio Acevedo, explica que el museo también se somete a auditorías para comprobar los efectos de las medidas de seguridad. Desde su reapertura en junio“, dice Acevedo, ”tras el encierro total de la primera oleada de Covid-19, el Gobierno central ha establecido protocolos muy estrictos y precisos para aplicar a los museos. Los museos son lugares donde se pueden controlar espacios, accesos, grupos de personas. Hemos establecido franjas horarias de acceso muy restringido, hemos digitalizado toda la información, hemos aplicado protocolos específicos de higiene y seguridad tanto para los visitantes como para el personal interno. Además, nos sometemos a controles que verifican la eficacia de nuestras medidas para garantizar la seguridad sanitaria de nuestros espacios. Por último, hemos puesto en marcha un gran número de medidas que han funcionado perfectamente".

Y la situación también es idéntica en los museos más pequeños, nos cuentan desde el Museo de Cáceres, que antes de Covid era visitado por más de cien mil personas cada año (161.698 en 2019, bajó a 60.120 en el año de la pandemia). Cáceres es una ciudad extremeña, cercana a la frontera con Portugal: el museo de la ciudad, que pertenece al Gobierno regional, cerró exactamente tres meses durante la primera oleada (del 13 de marzo al 13 de junio), y volvió a cerrar el 21 de enero debido al empeoramiento de la situación en Extremadura. Durante la segunda oleada“, explica el gabinete de prensa del museo, ”los museos permanecieron abiertos en la mayor parte de España, aunque con una capacidad reducida (un 30% en nuestro caso). Sin embargo, la tercera oleada, que estamos viviendo actualmente, ha llevado a varias Comunidades Autónomas a cerrar sus museos. El Museo de Cáceres vuelve a estar cerrado, desde el 21 de enero, como está ocurriendo en otras regiones. Los museos estatales, en cambio, permanecen abiertos, aunque con “muy pocos visitantes”.

Museo del Prado
El Museo del Prado


Museo Thyssen-Bornemisza
El Museo Thyssen-Bornemisza


Museo de Cáceres
El Museo de Cáceres


Sala del Museo del Prado
Sala del Museo del Prado


Sala del Museo Thyssen-Bornemisza
Vestíbulo del Museo Thyssen-Bornemisza


Sala del Museo de Cáceres
Vestíbulo del Museo de Cáceres

“Estamos abiertos para dar una señal de esperanza y porque contribuimos a la prosperidad”.

Mientras se pueda, por tanto, se mantiene abierto: el Gobierno español no ha demostrado ser un renunciante, y el cierre de espacios culturales es una ultima ratio que sólo se valora localmente si los niveles de contagio llegan a ser preocupantes. En la medida de lo posible, los museos permanecen abiertos. Y ello no sólo por las razones prácticas antes mencionadas, es decir, la ausencia sustancial de riesgo de contagio con pocos visitantes y los estrictos protocolos establecidos. Quizá sean aún más importantes las razones teóricas: la posibilidad de dar una señal de esperanza y la convicción, cada vez más extendida entre los iniciados y objeto de los debates museológicos más actuales, de que visitar un museo contribuye al bienestar de quienes acuden a él. “El Ministerio de Cultura y los museos”, nos dice Carlos Chaguaceda, del Prado de Madrid, “creen que, en esta difícil situación, permanecer abiertos es un signo de esperanza, de normalidad, una forma de ofrecer una vía de escape, una oportunidad de reflexión y de evasión para los ciudadanos, que tienen muy limitadas sus posibilidades de movimiento. Permanecer abiertos a pesar de las dificultades es también una oportunidad para reivindicar el papel de la cultura. Nuestra contribución al bienestar de todos es la posibilidad de ofrecer a los ciudadanos un lugar donde primen la belleza y el arte”.

De la misma opinión es el director del Museo Thyssen-Bornemisza. “Se ha demostrado -dice convencido Evelio Acevedo- que los museos no son lugares en riesgo, y hemos salvaguardado la posibilidad de seguir cumpliendo nuestra misión hacia todos nuestros públicos, tanto los presenciales como los que llegan a través de nuestra oferta digital. Además, la actividad cultural aporta, psicológicamente, un efecto saludable entre las personas en tiempos de crisis”.

La idea expresada por el director Acevedo, de que los museos son lugares donde uno no se contagia, está muy extendida, y también la reitera el Museo de Cáceres. El cierre no echa por tierra la imagen de los museos como lugares seguros: ’los museos’, explican desde Cáceres, ’no se consideran lugares de riesgo: todos han reducido su aforo, admitiendo entre un 30 y un 50 por ciento del público habitual, se han prohibido las visitas en grupo, existen las máximas precauciones higiénicas. Nuestro museo sólo puede visitarse con mascarilla y desinfectándose las manos con gel hidroalcohólico antes de entrar. Las salas se desinfectan cada hora".

Sala del Museo del Prado
Sala del Museo del Prado


Sala del Museo del Prado
Vestíbulo del Museo del Prado


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Museo Thyssen-Bornemisza, un restaurador trabajando en un cuadro de Piet Mondrian


Sala del Museo Thyssen-Bornemisza
Sala del Museo Thyssen-Bornemisza


Sala del Museo de Cáceres
Sala del Museo de Cáceres

El papel del Gobierno

El Ministerio de Cultura y Deporte español ha puesto mucho empeño en encontrar un equilibrio entre la necesidad de contener el riesgo epidemiológico y la de no cerrar recintos culturales. Este ha sido el planteamiento del ministro José Manuel Rodríguez Uribes: evitar el cierre indiscriminado y buscar el justo y correcto equilibrio. Y según Uribes, en el cargo desde el 13 de enero de 2020, España lo está consiguiendo. A principios de octubre, además, el ministerio lanzó una campaña institucional, La Cultura es segura, para afirmar su carácter de bien de primera necesidad e invitar a los españoles a cuidar teatros, cines, museos, bibliotecas, participando siempre que sea posible. El Ministro de Cultura“, explica Chaguaceda, ”estuvo presente en la reapertura del Prado para demostrar la importancia de la cultura para el Gobierno. Hay una excelente colaboración entre el Prado y el Gobierno y el museo forma parte de la campaña La Cultura es segura, que es una reivindicación general del sector y un incentivo para que los ciudadanos sigan participando en actividades culturales, como cines, teatros, danza, con todas las precauciones y protocolos necesarios".

El Gobierno también ha ayudado a los locales culturales con refrescos para hacer frente a las pérdidas sufridas durante la pandemia. Habitualmente“, explica el director de comunicación del Prado, ”el museo se autofinancia en un 70% (con entradas, patrocinadores, venta de merchandising, etc.), y el 30% restante procede de aportaciones públicas. Este año, los fondos públicos han aumentado para compensar la caída de ingresos provocada por la ausencia de visitantes internacionales, por lo que hemos podido seguir desarrollando un amplio programa de actividades. Además, este año, el Gobierno ha creado una línea de crédito a cuatro años, que llevábamos mucho tiempo esperando, lo que nos permitirá iniciar el próximo proyecto de ampliación del Museo del Prado, el “Salón de Reinos” de Felipe IV, que completará el conjunto de edificios del instituto".

El Thyssen-Bornemisza también ha contado con el apoyo del Gobierno. El Ministerio de Cultura y Deporte -dice el director Acevedo- estuvo muy cerca de nosotros, día a día, con una gran sensibilidad hacia todas las dificultades que surgían en el día a día. No fue sólo el cierre del museo: el impacto global de la pandemia nos obligó a modificar sustancialmente nuestro programa expositivo más inmediato, así como cualquier otro tipo de iniciativa. Evidentemente la situación económica real no tiene nada que ver con los presupuestos que se han aprobado pero, en todos los sentidos, tenemos que adaptarnos a esta situación en la medida de lo posible: no obstante, el apoyo económico del Gobierno español, que nos ha garantizado partidas extraordinarias para cubrir el déficit y poder iniciar los planes de recuperación, ha sido ejemplar".

En cambio, los problemas del Museo de Cáceres han sido atendidos por la Junta de Extremadura. "El Gobierno regional, como entidad que gestiona el museo -nos dice Cáceres-, ha activado recursos digitales en la web para difundir las iniciativas del museo, especialmente en el ámbito de la didáctica y la difusión de las colecciones. Además, el Gobierno regional ha ayudado al museo a establecer protocolos: caminos de sentido único, cuotas de visitantes, uso de mascarillas quirúrgicas y gel hidroalcohólico para todos los trabajadores.

José Manuel Rodríguez Uribes
José Manuel Rodríguez Uribes


Presentación de la campaña La Cultura es segura
Presentación de la campaña La Cultura es segura

Cambios de paradigma para el futuro

Si hay un aspecto que la pandemia ha puesto de relieve es la necesidad de la cultura. Desde el pasado mes de marzo, todo el mundo ha reiterado cómo una de las pocas cosas que nunca faltó durante las fases más agudas de Covid-19 fue precisamente la aportación de la cultura: todos (museos, artistas, teatros, música, etcétera) se reinventaron, aprendieron a utilizar las herramientas digitales, inventaron nuevas formas de llegar al público para que la cultura no faltara. Y ello a pesar de las graves dificultades: de cara al futuro, espera que los gobiernos tengan más en cuenta al sector.

“La situación desde el punto de vista económico es complicada”, concluye Chaguaceda, “porque la primera fuente de ingresos del museo es la venta de entradas, y esta fuente se ha reducido drásticamente, dada la ausencia de turismo nacional e internacional, que juntos suponen el 85% del público habitual. Pero creemos que es el momento de defender el valor de la cultura más allá de los datos cuantitativos: el Prado está considerado la primera institución cultural del país y es importante que ese valor simbólico siga activo en estos tiempos complicados”. Mientras tanto, el trabajo no se detiene: el 2 de marzo se inaugurará una gran exposición en las salas del museo madrileño, con obras de Tiziano, Rubens, Antoon van Dyck y Diego Velázquez, entre otros, y ya está listo un intenso calendario de actividades para 2021.

Por tanto, de cara al futuro, el valor social de la cultura no debe considerarse secundario respecto al económico. Evelio Acevedo lo deja claro, reconociendo la importancia de la cultura en ambos ámbitos: “La actividad de los institutos culturales en España”, recuerda el director del Thyssen-Bornemisza, “supone una contribución directa al PIB del país de casi el 4%: son más de 700.000 trabajadores directos”. El valor didáctico, histórico y pedagógico de la cultura junto con su valor económico son las razones para cuidarla".


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