MiBACT busca trabajadores libres: indigno, ofensivo y peligroso


El MiBACT busca trabajadores gratuitos para actos culturales en el marco de las noches de los museos: esto es indigno, ofensivo y peligroso. He aquí por qué.

En la famosa escena final de la película de 1988 Fantozzi va in pensione (Fantozzi se jubila), el contable más famosode Italia, jubilado pero nostálgico de su época laboral y deseoso de retomar su antigua rutina diaria, hace un pacto con el Megadirector , el duque conde Francesco Maria Barambani: Fantozzi se reintegra en la empresa del Megadirector a cambio, eso sí, de su pensión. Incrédulo, Fantozzi pregunta al Megadirector si tendrá que pagar para trabajar: la respuesta del Megadirector es afirmativa, pero a pesar de ello, para volver a su pasado, Fantozzi acepta la absurda petición.

Fantozzi va in pensione

Pues bien, en 2014, veintiséis años después, lo que parecía una clásica hipérbole fantozziana, que nunca habría tenido lugar, se ha convertido en una triste realidad: y no estamos hablando de pequeñas empresas provincianas que, tal vez, hacen pasar por formación trabajos mal pagados o sin remuneración alguna, haciendo recaer así las cargas de lo que el trabajo conlleva (medios de transporte, almuerzos, etcétera) sobre los desafortunados nuevos reclutas de turno. Estamos hablando de una institución estatal, concretamente el Ministerio de Cultura y Turismo. El 7 de julio, el MiBACT publicó un post en su página de Facebook en el que informaba de la “Convocatoria pública para la presentación de propuestas de organización de actos culturales para el evento Notti al Museo”. El enlace del post ha sido eliminado, pero el anuncio del MiBACT aún puede encontrarse en la web, por ejemplo en este enlace.

En resumen: MiBACT busca “personas físicas y jurídicas que tengan intención de organizar actos culturales gratuitos para el Ministerio, excluidas las organizaciones de partidos o políticas”. Todo ello todos los viernes del mes, coincidiendo con las aperturas nocturnas de los museos establecidas por el Decreto de Cultura de Franceschini. Así que, en esencia, el Ministerio busca trabajadores que presten su mano de obra gratuitamente para organizar eventos (que abarquen, por ejemplo, como se lee en el anuncio, estos ámbitos: “música, teatro, danza, literatura”) en los museos los días que abren por las tardes. Pero eso no es todo: los trabajadores deben declarar “estar en posesión de un seguro adecuado de responsabilidad civil por daños a personas y cosas” y comprometerse a “cumplir todas las normas que regulan la organización de eventos, actividades culturales, espectáculos a celebrar en lugares públicos y/o abiertos al público”. Lo que traducido significa: los trabajadores, además de trabajar gratis, deben pagar su propio seguro y el SIAE. Así que, como en la película de Fantozzi, tienen que pagar por trabajar.

A decir verdad, el Ministerio también lo había intentado el año pasado, con motivo del evento Una noche en el museo, con un anuncio muy similar sobre el que, sin embargo, el debate fue breve y contó con poca gente, también porque el anuncio tuvo una duración más corta (doce días). Ahora, sin embargo, laindignación afecta a gran parte de la red y procede sobre todo de las bases. Y no podemos sino unirnos a esta indignación. De hecho, creemos que la propuesta del Ministerio es indigna, ofensiva y peligrosa.

Es indigna porque el Estado debería ser el primero en reconocer la dignidad de los trabajadores, que está consagrada en la Constitución: de hecho, el artículo 36 dice que “el trabajador tiene derecho a una remuneración proporcional a la cantidad y calidad de su trabajo y, en todo caso, suficiente para garantizarle a él y a su familia una existencia libre y digna”. Por lo tanto, es indigno que una institución del Estado, es decir, uno de sus ministerios, haga caso omiso de un principio constitucional muy elevado.

Es ofensivo porque se considera a los trabajadores de la cultura como aficionados que pueden permitirse trabajar gratis. Pero, puesto que trabajan, tienen el sacrosanto derecho a que se reconozca su profesionalidad, que, en la mayoría de los casos, ha madurado como resultado de exigentes cursos de estudio y grandes sacrificios para obtener una especialización: hacer trabajar gratuitamente a personas tan cualificadas equivale a insultarlas a ellas, a sus familias que han hecho sacrificios para que obtuvieran una cualificación y una profesionalidad, a sus profesores que han velado por que alcanzaran sus objetivos, y a la cultura en su conjunto, porque si se quiere hacer trabajar gratuitamente a los trabajadores de la cultura, significa que los redactores de esta nota no tienen tan cerca el destino de la propia cultura.

Es peligrosa porque crea un precedente y porque ofrece a los particulares, que ya en muchos casos se revuelcan en situaciones que rozan la legalidad y el incumplimiento de los derechos de los trabajadores, una rotunda justificación: “si el Estado no paga a quienes trabajan para él, ¿por qué yo, un particular, no puedo hacer lo mismo”?

Esperamos, por tanto, que esta convocatoria no tenga eco y que la indignación siga circulando hasta que el Ministerio se vea obligado a retirarla. Y a los que estén pensando en participar, les decimos que trabajar gratis no sólo perjudica a uno mismo, sino que hace mucho daño a los demás. Por todo ello.


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