Más sobre los sitios web de los museos: respuesta a Caterina Pisu, de la Asociación Nacional de Pequeños Museos.


En relación con nuestro artículo sobre la investigación de Repubblica sobre los sitios web de los museos, respondemos a Caterina Pisu, de la Asociación Nacional de Pequeños Museos.

Mi artículo sobre la investigación de Repubblica acerca de los sitios web de los museos ha despertado el interés de algunos iniciados (y esto sólo puede alegrarme), entre ellos la Dra. Caterina Pisu, museóloga y coordinadora del sector de Investigación y Comunicación de la Asociación Nacional de Pequeños Museos, que me dedicó una elaborada respuesta en el blog del Periódico de los Museos, que puede leer haciendo clic aquí. Me gustaría responder aquí a su respuesta, aprovechando la ocasión para aclarar algunos aspectos del artículo del pasado martes que pueden parecer un poco controvertidos.

Digamos que tomo sus palabras como un cumplido, y reconozco que durante buena parte del artículo sólo hablé de aspectos puramente técnicos... aunque, por otra parte, ni siquiera con gran profundidad. Pero estoy convencido de que no se pueden dejar de lado ciertos criterios. Tomemos el ejemplo citado en el artículo del Diario de los Museos: “al público le importa poco que el sitio web respete las normas del W3C”. En esto no estoy de acuerdo, no tanto por el hecho de que al público le interese realmente la validación del sitio, sino porque un sitio certificado por el W3C es un sitio que demuestra que ha tenido en cuenta, en la fase de diseño, ciertas normas destinadas a que el sitio sea lo más utilizable y accesible posible. La encuesta de la Repubblica hablaba de la atención a los visitantes con discapacidades, pero esta atención debe comenzar ya en el sitio web: tomemos por ejemplo el sitio del Hermitage (pero también el del Munch Museet, o el del Reína Sofía), donde falta una de las prácticas más elementales del W3C, a saber, el atributo “alt” de las imágenes: una carencia ocasional en los sitios de los dos últimos museos mencionados, pero sistemática en el del Hermitage. Puede parecer una sutileza, pero sin esta buena práctica del W3C, los invidentes nunca sabrán qué imágenes hay en la página. Así que no estamos hablando de trivialidades, sino de atención a un determinado sector del público.



Dicho esto, sólo rechazo una observación del Dr. Pisu, que no era mi intención, a saber, que menosprecio los aspectos no técnicos de la página web, lo que no refleja mi forma de ver la cuestión: Al ser diseñador y desarrollador web, me he centrado más en los aspectos que son estrictamente de mi competencia, pero si sólo diera importancia a eso, no se explicaría por qué un sitio como Finestre sull’ Arte es un proyecto tan popular entre el público (aquí también soy responsable de todo el contenido, que es el buque insignia de nuestra actividad de difusión de alta calidad). Por lo tanto, también considero de extrema importancia los aspectos que Caterina menciona en su artículo.

Por lo demás, no puedo sino estar de acuerdo con lo expresado en el Periódico de los Museos. Por ejemplo, como escribí el martes, para mí la colección no es un aspecto principal del museo, sino que es el aspecto principal, con el artículo determinante, por lo que me parece injusto dar la misma puntuación a la presentación de la colección y a la tienda online (cuya oferta nunca he definido como “basura”, si acaso he dicho que voy al museo a ver las obras y no a comprar objetos de dudoso gusto, ¡y desafío a cualquiera a decir que no los hay en las tiendas de los museos!). Yo también he comprado libros y catálogos de exposiciones en las tiendas de los museos. También me parece oportuno, después de más reflexiones realizadas también en directo con amigos y colegas, desvincular la evaluación de la presencia social y las posibles aplicaciones para smartphones (u otros dispositivos) del discurso sobre los sitios web. Esto se debe a que los sitios web, los medios sociales y las apps son tres mundos diferentes, cada uno con sus propias reglas, estilos de comunicación y objetivos, y mezclarlos en un mismo caldero supondría, en mi opinión, el riesgo de hacer un análisis de sitios web demasiado confuso e inexacto (dado que estamos hablando de sitios web).

La riqueza de la información, como señala Caterina, es un dato no desdeñable, y en esto muchas de las webs de nuestros museos son deficitarias, sobre todo si las comparamos con las webs de instituciones extranjeras que, además, en la mayoría de los casos, demuestran un estilo de comunicación ciertamente más acogedor (aunque sigo creyendo que nuestras propias webs son más elegantes y más usables). Todos estos son aspectos sobre los que reflexionar, junto con otros que no he mencionado en esta respuesta: por eso creo que debemos trabajar todos juntos, aportando cada uno lo suyo (museólogos, historiadores del arte, diseñadores web, expertos en comunicación, blogueros, quizás incluso con la ayuda de un pequeño panel de amantes del arte, porque la voz de la base es fundamental) para definir qué estándares debe seguir una buena web de museo para parecer completa, útil, profesional y atenta a las necesidades de todo tipo de públicos. Hemos lanzado nuestra propuesta y ya estamos trabajando en una versión “alfa” de una lista de estándares que, en nuestra opinión, deberían definir una buena web de museo. Estaremos encantados de someterla a la consideración de la comunidad de iniciados con la que recientemente hemos mantenido fructíferos intercambios de opiniones que esperamos desemboquen en algo muy concreto. ¡Nuestros mejores deseos de buen trabajo a Caterina y a todos!


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