Las excavaciones de Pompeya siguen revelando sorpresas esperadas. En las últimas horas se ha anunciado el hallazgo de un caballo con un rico atuendo militar, probablemente perteneciente a un alto magistrado militar, y enjaezado de este modo tal vez durante la emergencia de la erupción. Las excavaciones que condujeron a este importante descubrimiento habían comenzado en primavera, en la zona norte, fuera de las murallas de la ciudad. Se trata de la misma excavación que había conducido al excepcional descubrimiento de los restos del caballo intacto hallado en mayo y los de otro equino, también encontrados en la misma zona.
Los ajuares son los que aparecieron durante la excavación del cadáver. En particular, se hallaron cinco objetos de bronce: en las costillas de la caja torácica, muy retocadas, se identificaron cuatro artefactos de madera de conífera recubiertos de una lámina de bronce en forma de media luna, mientras que bajo el vientre, cerca de las extremidades anteriores, se recuperó un quinto objeto, también de bronce, formado por tres ganchos con remaches unidos por una anilla a un disco. La forma de estos elementos y las comparaciones en la literatura sugieren que pertenecen a un tipo particular de silla de montar conocida como silla de cuatro cuernos, consistente en un armazón de madera cubierto con cuatro cuernos, dos delante y dos detrás, recubiertos con placas de bronce que servían para dar estabilidad al jinete, en una época en la que no se habían inventado los estribos. Las sillas de montar de este tipo se utilizaron en el mundo romano a partir del siglo I d.C. y, en particular, en el ámbito militar. Había cuatro articulaciones de anilla por arnés y se utilizaban para unir varias correas de cuero para fijar la silla al lomo del caballo. Se trataba, sin duda, de atuendos para desfiles militares.
Otros elementos relacionados con la ornamenta del caballo están documentados detrás de la espalda, donde restos de fibras vegetales sugieren la presencia de un manto, y en el espacio entre las patas traseras y delanteras, donde otro molde sugiere la presencia de una bolsa. También es probable que parte de los arreos desaparecidos fueran robados por saqueadores de tumbas. “Los tres caballos, como quizá el primero encontrado y analizado”, señaló el director general de Pompeya, Massimo Osanna, "debían de pertenecer a la ’raza más noble’, animales de representación, por su imponente tamaño, probablemente fruto de una cuidadosa selección, y por sus finos arreos, de hierro y bronce. Estos hallazgos excepcionales confirman que se trataba de una finca prestigiosa, con habitaciones ricamente decoradas y amuebladas con frescos, suntuosas terrazas inclinadas con vistas al golfo de Nápoles y Capri, así como un eficiente barrio de servicios, con una era, almacenes para el aceite y el vino, y extensas tierras densamente cultivadas, también según las primeras investigaciones de principios del siglo XX. En 2019 se destinarán dos millones de euros de los fondos ordinarios del Parque Arqueológico para proceder a la expropiación de los terrenos y continuar las investigaciones de excavación, al término de las cuales se podrá abrir el yacimiento al público.
El estudio de la montura corre a cargo del arqueólogo Domenico Camardo, mientras que el trabajo de campo es seguido por la arqueóloga Paola Serenella Scala.
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