Y sí, habíamos visto malas campañas publicitarias, y muchas. Y en este sentido MiBAC era un maestro. Vimos cómo se llevaban en helicóptero al pobre David de Miguel Ángel. Vimos al joven de El beso, de Francesco Hayez, cambiar de pareja y elegir a una chica en vaqueros y zapatillas deportivas. Hemos visto a Céfiro y Cloris del Nacimiento de Venus de Sandro Botticelli soplar las velas de una tarta de cumpleaños. Hemos visto el retrato de Antonello da Messina de un hombre cuya expresión seria y vagamente enigmática se ha transformado en una sonrisa satisfecha por el aumento de visitantes a los museos estatales, y no contentos con esto, los creativos (si se les puede llamar así) del MiBAC han decidido acompañar el retrato “revisitado” con otra revisitación, la de la famosa frase de la Napoli milionaria de Eduardo de Filippo, que, sin embargo, puesta en los términos del cartel, suena más bien a frase de una canción de Gigi D’Alessio. Además, no está claro qué habrá tenido que celebrar el retrato de Antonello, dado que se conserva en la National Gallery de Londres. Para el Día de la Mujer vimos una horrenda reinterpretación del Velo velado de Rafael transformado en una fea jeta barbuda, y también vimos cómo a uno de los bronces de Riace le ofrecían un ramo de mimosas. Y aquí me detengo, pero se podría seguir y seguir: probablemente los creativos del MiBAC tienen una cláusula en su contrato que les obliga a acosar a las grandes obras maestras del pasado por sus malas iniciativas publicitarias. Hablando de los bronces de Riace: ¿qué me dice del magnífico truco (esta vez a cargo de la región de Calabria) que los vio pulsar una pantalla táctil y luego huir del museo para irse de vacaciones? Después de todo, dado su actual estado de conservación, no se les puede culpar.
El punto más bajo, sin embargo, no lo han alcanzado esta vez los creativos del Ministerio (afortunadamente), sino los de una organización sin ánimo de lucro de Viterbo con un nombre que lo dice todo (Fondazione Caffeina Cultura), que han pensado que lo mejor era volver a acosar a los bronces de Riace, proponiendo un cambio de trabajo y transformando la estatua A de florista en empleado de gasolinera, todo ello para promover un concurso con el originalísimo título:"La cultura, el petróleo de Italia". Una metáfora que ya ha hecho demasiado daño de por sí, así que ¿por qué poner un surtidor de gasolina verde en la mano del bronce? En comparación, los bronces de vacaciones de la región de Calabria pueden parecer incluso simpáticos. Las propias normas del concurso son un mosaico de tópicos y contradicciones: desde la cultura que “Italia debe empezar a explotar para tener esperanzas de un renacimiento económico”(y ya hemos visto cómo el verbo “explotar” es el peor para combinar con el término “cultura”), pasando por la metáfora de “la cultura como combustible no contaminante” (evidentemente la Fundación no tiene las ideas muy claras, dado que el petróleo es uno de los combustibles más contaminantes que existen), para concluir con la afirmación de que “Italia debe empezar a construir catedrales de nuevo” (quizá la Fundación explique a qué se refieren). Todo con el objetivo de “sondear el país y descubrir sus mejores recursos” (suponiendo que los mejores recursos estén dispuestos a gastarse los 25 euros de la cuota de participación... si no, ¿qué mejores recursos son?). Por último, la convocatoria también nos ofrece una pequeña joya, el “premio social” para la entrada que reciba más likes en Facebook, y dadas las últimas tendencias de Facebook que premian a una página que revisita obras de arte haciendo que los personajes hablen en dialecto romano, será divertido ver qué entrada surge. ¿No querríamos quitarle los mejores recursos de Italia a un jurado tan culto? Y si después de ir a la entrega de premios nuestro coche se queda sin gasolina, ahí estará una de las obras maestras del arte antiguo lista para llenarlo.
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