¿Qué se debatió en la reunión de Cultura del G7 celebrada en Nápoles los días 20 y 21 de septiembre de 2024? La reunión de ministros de Cultura del G7 celebrada en el Palacio Real fue un momento crucial para debatir y abordar los retos contemporáneos en el ámbito de la cultura y la creatividad. En un contexto global de rápidos cambios tecnológicos, crisis medioambientales y amenazas al patrimonio cultural, los líderes culturales de las naciones del G7 se reunieron para reafirmar la importancia de la cultura como pilar fundamental del desarrollo sostenible.
Durante la cumbre se puso de manifiesto la urgencia de proteger el patrimonio cultural material e inmaterial, cada vez más amenazado por fenómenos como el tráfico ilícito de bienes culturales y los fenómenos meteorológicos extremos. Los participantes reconocieron el impacto devastador que estos problemas tienen en las comunidades y la identidad cultural y propusieron un enfoque cooperativo y global para combatirlos. Esto incluye medidas para fomentar la transparencia en el mercado del arte y la adopción de prácticas éticas por parte de los distintos agentes implicados.
Además, los líderes del G7 subrayaron que el cambio climático supone una amenaza significativa para el patrimonio cultural y las instituciones culturales. Por ello, en Nápoles se destacó la importancia de desarrollar estrategias de mitigación y adaptación, integrar soluciones basadas en la cultura y aprovechar los conocimientos tradicionales en las políticas de gestión de riesgos. La cumbre también alentó el uso de tecnologías innovadoras, como la inteligencia artificial, para mejorar la investigación y el seguimiento del patrimonio cultural.
La Cumbre de Cultura del G7 celebrada en Nápoles pretendía así esbozar una visión integrada y sostenible en la que la creatividad y el patrimonio cultural se sitúen en el centro de un diálogo mundial. Estos esfuerzos pretenden garantizar que las políticas culturales no solo respondan a los retos actuales, sino que también sean proactivas a la hora de fomentar la resiliencia y la innovación, contribuyendo a un futuro más sostenible e integrador para las generaciones venideras. A continuación se ofrece un resumen detallado de lo que se debatió en el G7 de Cultura, durante los dos días que duró el evento en Nápoles, y que los ministros pusieron negro sobre blanco en sus declaraciones finales: cuatro puntos, divididos en principios y acciones, con los que los ministros declararon su compromiso.
Los ministros de Cultura del G7 reconocieron el papel fundamental de la cultura en la definición de las identidades. La cultura se considera no sólo un patrimonio artístico o histórico, sino también un recurso intrínseco que sustenta valores como la libertad de expresión, la democracia y el pluralismo. Se hace hincapié en que la diversidad cultural fomenta la tolerancia, la coexistencia pacífica y el entendimiento mutuo en un mundo cada vez más interconectado. Las principales referencias normativas son las convenciones y declaraciones internacionales, entre ellas la Convención de la UNESCO para la Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial de 2003, la Convención de la UNESCO sobre la Protección de las Expresiones Culturales de 2005 y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de 2007. También se mencionó el papel de la rehabilitación y la reutilización adaptativa de los edificios históricos como clave para la regeneración urbana sostenible, de acuerdo con las convenciones y recomendaciones de la UNESCO. Los ministros hicieron especial hincapié en los paisajes culturales y naturales, que representan no sólo el patrimonio material, sino también las expresiones históricas y culturales de las comunidades. Los paisajes se consideran pilares de la identidad colectiva y herramientas fundamentales para regenerar y mejorar las sociedades de forma sostenible. También se reconoce el papel crucial de los artistas y profesionales de la cultura en la promoción y protección de las identidades culturales. Las instituciones culturales como museos, teatros, bibliotecas y archivos se consideran centros de educación, cohesión social, diálogo y desarrollo sostenible. Por último, la cultura se identifica como un poderoso recurso para abordar los retos globales, convirtiéndolos en oportunidades ancladas en valores compartidos. Los ministros subrayaron la importancia de proteger el patrimonio cultural de la destrucción deliberada y de la violación de los derechos de propiedad intelectual, garantizando al mismo tiempo la libertad artística.
Los ministros se comprometen a proteger y promover la pluralidad de las identidades y expresiones culturales, incluidos los derechos de los pueblos indígenas. La diversidad cultural se considera un patrimonio precioso que hay que defender contra cualquier intento de borrado o marginación. A este respecto, los ministros adoptarán un enfoque integrador que garantice la participación de todas las comunidades, en particular las marginadas, en los procesos de toma de decisiones culturales. El acceso universal a la cultura, con especial atención a los jóvenes, se identificó como un objetivo primordial. En este contexto, se reafirma el compromiso de preservar los paisajes y el patrimonio histórico construido. Se condenó enérgicamente cualquier forma de destrucción y apropiación del patrimonio cultural durante los conflictos y las crisis, ya que representa una amenaza directa para la coexistencia pacífica y los derechos humanos.
Se prestó especial atención a la crisis de Ucrania. Los ministros condenaron la agresión rusa y la destrucción de sitios culturales ucranianos y expresaron su apoyo a los esfuerzos de Ucrania por proteger y regenerar su patrimonio cultural. Se comprometieron a coordinar las iniciativas internacionales y a implicar a los socios en estos esfuerzos. La promoción de la cultura también se considera una herramienta para el desarrollo social y económico, la creación de empleo y el turismo sostenible. Los ministros reiteraron la importancia de proteger la libertad de expresión, incluida la de artistas y periodistas, fomentando el respeto de las opiniones discrepantes en un debate democrático.
También se prestó atención al trabajo cultural: los ministros de los países del G7 se comprometieron a promover políticas culturales encaminadas a mejorar las condiciones de trabajo de artistas y profesionales, garantizando sus derechos económicos, sociales y culturales. Otro compromiso es promover una educación de calidad que permita a las nuevas generaciones preservar y transmitir el patrimonio cultural. Por último, los ministros reconocieron el papel de las tecnologías digitales a la hora de compartir y promover las identidades culturales. Se han comprometido a garantizar que estas tecnologías respeten los derechos de propiedad intelectual y promuevan un paisaje digital inclusivo que valore el multilingüismo y la diversidad cultural y evite la homogeneización cultural. Los países en desarrollo, especialmente losafricanos (la segunda jornada del Día de la Cultura del G7 se centró en el continente africano) también recibirán apoyo para proteger y promover su patrimonio cultural. La última parte del documento final se centra en ampliar las asociaciones para utilizar la cultura como palanca para la paz, la resiliencia y el desarrollo sostenible, con especial atención a los Estados africanos, reforzando la representatividad de la Lista del Patrimonio Mundial.
Sobre el tema de la cultura y la creatividad en la era de la inteligencia artificial (IA), el documento final de los ministros parte del reconocimiento de la creatividad como una capacidad exclusivamente humana. Los ministros subrayan la importancia de valorar el talento de los artistas y profesionales de la cultura, haciendo hincapié en la singularidad y originalidad de las obras humanas, fundamentales para el desarrollo y la diversidad de las sociedades y las economías. La cultura se considera un recurso crucial para orientar el desarrollo de una IA centrada en el ser humano que respete los derechos humanos, la propiedad intelectual y la diversidad cultural. De hecho, la IA ofrece importantes oportunidades para los sectores cultural y creativo al facilitar los procesos creativos, gestionar mejor los datos y apoyar la investigación y la conservación del patrimonio cultural, mejorando así la productividad y el acceso a nuevos flujos económicos. Sin embargo, la IA también plantea riesgos que deben gestionarse cuidadosamente, ya que su creciente impacto en las industrias culturales podría afectar negativamente a las condiciones de trabajo y a los medios de subsistencia de los profesionales de la cultura. Por esta razón, los ministros recuerdan la importancia de un marco regulador sólido para proteger los derechos de propiedad intelectual, garantizando que el ecosistema cultural siga siendo viable y sostenible. Se reitera que los sistemas de IA deben respetar estos derechos y actuar con transparencia en lo que respecta al uso de datos culturales.
En cuanto a las acciones, los ministros se comprometen a perseguir una transformación digital inclusiva y centrada en el ser humano que no solo promueva el crecimiento económico, sino que también respete los derechos de los profesionales de la cultura. Destacan la necesidad de abordar de forma cooperativa las implicaciones éticas, jurídicas, económicas y sociales de la IA, en particularde la IA generativa, mediante la mejora de los marcos reguladores existentes. La IA debe utilizarse para ampliar el acceso a la cultura y la participación cultural, garantizando que las obras de los creadores estén disponibles y sean accesibles en todo el mundo, incluidos los contenidos de grupos culturalmente infrarrepresentados. Además, se promueve el uso responsable de la IA, respetando la privacidad y los derechos de propiedad intelectual, y se fomenta la identificación de los contenidos culturales generados o modificados por la IA. Se hace hincapié en la formación en competencias digitales y técnicas, con el objetivo de dotar a los sectores culturales de las habilidades necesarias para trabajar con tecnologías de IA de forma segura y fiable. Esto incluye también la mejora de la alfabetización digital y el desarrollo de competencias específicas, como la programación y la gestión de datos, para garantizar que los creadores y las industrias culturales puedan sacar el máximo partido de la IA generativa. Por último, el documento promueve la investigación para comprender mejor el impacto a largo plazo de la IA en las industrias culturales y creativas, y la adopción de medidas para mitigar los sesgos culturales en los modelos de IA fomentando el uso de datos representativos de la diversidad cultural y lingüística mundial.
En relación con la lucha mundial contra el tráfico ilícito de bienes culturales, los ministros del G7 reconocieron el devastador impacto que este fenómeno tiene en el patrimonio y las instituciones culturales de diversos países y comunidades. El tráfico ilícito no sólo destruye recursos culturales irremplazables, sino que también socava las prácticas socioculturales y su transmisión a las generaciones futuras. Además, los ministros destacaron cómo este tráfico está vinculado a organizaciones delictivas, a la financiación del terrorismo, especialmente en contextos de conflicto, así como a delitos como el blanqueo de dinero y la corrupción. La creciente difusión del comercio ilegal de bienes culturales a través de las plataformas en línea, las redes sociales y la Dark Web complica aún más la vigilancia y la lucha contra estos delitos. Por esta razón, es importante promover la transparencia y las prácticas éticas en el mercado del arte, como la investigación de la procedencia, con el fin de garantizar mercados seguros y fiables y fomentar la confianza entre las partes implicadas.
Las acciones propuestas por los países del G7 para combatir el comercio ilícito de bienes culturales tienen como objetivo reforzar la cooperación y la coordinación internacionales. (EUROPOL), el Consejo Internacional de Museos (ICOM) y el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS). Se trata de mejorar los sistemas de prevención y detección de delitos contra el patrimonio cultural.
Se destaca la importancia de promover una ratificación y aplicación más amplias de los instrumentos internacionales existentes, como la Convención de la UNESCO contra el Tráfico Ilícito de Bienes Culturales de 1970, el Convenio de UNIDROIT sobre los Bienes Culturales Robados o Exportados Ilícitamente (1995) y la Convención de la UNESCO sobre la Protección de los Bienes Culturales Subacuáticos (2001), y se considera la posibilidad de negociar acuerdos bilaterales para facilitar la cooperación en la recuperación de bienes robados. Un aspecto central de la estrategia es el uso de la innovación tecnológica. Los países del G7 pretenden mejorar la accesibilidad e interoperabilidad entre las bases de datos nacionales e internacionales sobre bienes culturales robados, como las de INTERPOL y la UNESCO, para facilitar el intercambio de información y agilizar las investigaciones. Además, se promoverán herramientas avanzadas de inteligencia artificial para vigilar y analizar el comercio ilegal de obras de arte, aprovechando experiencias como la del Mando de Carabinieri italiano para la Protección del Patrimonio Cultural. La implicación de todas las partes interesadas, incluidos los museos, los profesionales del patrimonio y el mercado del arte, también se considera crucial para difundir la concienciación sobre la gestión responsable del patrimonio cultural y promover prácticas de diligencia debida. El documento también destaca la importancia de la formación y el desarrollo de capacidades a escala mundial. El G7 se propone colaborar con organizaciones y profesionales internacionales para reforzar las competencias de las fuerzas y cuerpos de seguridad y de los profesionales del patrimonio en la lucha contra el tráfico ilícito. Se presta especial atención a los países en desarrollo, en particular a los de África, para garantizar que cuentan con las herramientas y los conocimientos necesarios. Se propone la elaboración de un protocolo mundial de formación, basado en iniciativas anteriores de la OSCE y la UNESCO, para optimizar los enfoques en la lucha contra el tráfico ilícito de bienes culturales. Por último, está previsto trabajar dentro de los marcos jurídicos existentes, como la Convención de la UNESCO de 1970, desarrollando iniciativas conjuntas y reforzando las redes de expertos a escala nacional e internacional. El intercambio de información y la puesta en común de técnicas de investigación y herramientas tecnológicas se consideran elementos clave para la aplicación efectiva de los convenios internacionales y la lucha contra el tráfico ilícito de bienes culturales.
Por último, se dio espacio a la cuestión de la resiliencia del patrimonio cultural frente al cambio climático y las catástrofes naturales: los ministros expresaron su preocupación por el aumento de la frecuencia y gravedad de los fenómenos meteorológicos extremos y las catástrofes naturales, que ponen en peligro el patrimonio cultural material e inmaterial. Estos impactos pueden tener profundas consecuencias para las comunidades, ya que el patrimonio cultural es fuente de identidad, significado y sustento. El documento recuerda la importancia del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres y otras recomendaciones de la UNESCO, y subraya que la cultura puede desempeñar un papel clave a la hora de concienciar a la población e inspirar prácticas sostenibles.
También se reconoce el valor del conocimiento indígena y de los sistemas de conocimiento tradicionales como fuentes cruciales para comprender el medio ambiente y adaptarse al cambio climático. Las instituciones culturales, como museos y bibliotecas, pueden educar y sensibilizar al público promoviendo actos culturales sostenibles y estilos de vida más respetuosos con el medio ambiente. Es crucial integrar la sostenibilidad medioambiental y las cuestiones climáticas en las políticas culturales , así como reconocer la cultura en la configuración de las políticas climáticas.
Entre las acciones propuestas, el G7 se compromete a promover estrategias de mitigación y adaptación que respeten los valores culturales y sociales, así como a facilitar la transición ecológica de los sectores culturales y creativos. Se hace hincapié en la necesidad de implicar a las comunidades locales e indígenas en el desarrollo de soluciones basadas en la cultura, potenciando sus conocimientos tradicionales para aumentar la resiliencia de los paisajes y el patrimonio cultural. La investigación y el desarrollo tecnológico se consideran esenciales para prevenir futuros daños y mejorar la planificación y respuesta ante catástrofes. También se promueve la documentación preventiva del patrimonio cultural para evitar su pérdida irreversible. El documento final recuerda los avances logrados durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2023 (COP28) con la integración de la protección del patrimonio cultural en el marco global de resiliencia climática. El G7 apoya la inclusión de la cultura en los planes nacionales de adaptación y en las contribuciones determinadas a nivel nacional, apuntando a la protección del patrimonio como parte de los esfuerzos globales contra el cambio climático. Por último, los ministros de Cultura del G7 reafirman la importancia de la cultura como fuerza motriz para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 y apoyan la inclusión de la cultura en los futuros debates sobre el desarrollo sostenible después de 2030.
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