Llegan las primeras condenas por las protestas en los museos Cárcel para un activista en Inglaterra


Empiezan a llegar las primeras condenas a activistas ecologistas que se pegan a obras de arte en museos o arrojan comida sobre cuadros. Cárcel para un activista que causó daños permanentes en el marco de un cuadro de Van Gogh en Londres.

Ha llegado la primera represión contra los activistas ecologistas que se pegan a los cuadros de los museos o arrojan comida a las obras. Dos activistas de la asociación Just Stop Oil, que el 30 de junio se pegaron al cuadro Melocotones en flor de Vincent van Gogh en la Galería Courtauld de Londres durante una de las primeras protestas de este tipo, fueron declarados culpables de daños a bienes culturales por la juez de distrito de Westminster Neeta Minhas, informó The Guardian. Emily Brocklebanck, de 24 años, y Louis McKechnie, de 22, causaron daños por valor de 2.000 libras al marco de la obra, del siglo XVIII (más antiguo que el propio cuadro).

El Tribunal de Magistrados de Westminster consideró que el daño era permanente: el marco “no puede volver a su estado original”, dijo Minhas al pronunciar el veredicto. “El cuadro tiene un valor significativo, histórico y artístico, y considero que se trata de un daño importante. No es menor, insignificante, temporal o trivial”.



En cambio, la línea de defensa se centró en el valor del cuadro: la abogada Francesca Cociani, que defendía a los dos jóvenes, preguntó a Karen Serres, conservadora de la Courtauld Gallery, si la acción no aumentaba el valor del cuadro, en caso de que el museo decidiera venderlo dentro de 20 o 30 años. “En absoluto”, fue la respuesta de Serres, para quien una obra ya famosa como la de Van Gogh no conocería ningún aumento de su valor económico sólo por la acción de los dos activistas. Además, la obra de Van Gogh es propiedad de un fideicomiso que no puede vender sus obras, sino sólo exponerlas.

Brocklebanck, estudiante, recibió una condena condicional de 21 días, pero está sometido a un régimen de vigilancia electrónica durante seis semanas. McKechnie, por su parte, recibió una pena de tres semanas de prisión. McKechnie justificó así su gesto: “Cuando se trata de protestar, si te limitas a hablar, no consigues visibilidad. Si te ciñes a la imagen produces una historia que los medios de comunicación deciden seguir’. En cuanto a los daños, dijo que ’no creía’ haber causado tanto daño: pensaba que el pegamento se podía quitar sin consecuencias. Pero aun así defendió su acción: ”Cualquier ser humano de bien estaría de acuerdo con el intento de mantener la vida en la Tierra". Por último, también se impuso una multa a un tercer activista, Xavier Gonzales-Trimmer, de 21 años, que según la acusación había sido el responsable de distraer a los cuidadores: se retiraron los cargos, pero recibió una sanción económica por no comparecer ante el tribunal para una vista inicial.

En la foto, los dos activistas condenados durante la acción del pasado junio

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