Uno de los aspectos más controvertidos de la llamada “Fase 2” en el ámbito del patrimonio cultural es el trato reservado a los restauradores por la dpcm del 26 de abril: el decreto, de hecho, se olvidaba completamente de ellos, ya que se permitía la reapertura de las obras de construcción pero no la de las de restauración. Las empresas de restauradores, que tienen el código ateco 90.03.02, están excluidas de las que podrán reanudar sus actividades el 4 de mayo, a pesar de que cotizan al fondo de los trabajadores de la construcción de la misma manera que los obreros de la construcción, que por el contrario serán operativos a partir del lunes. De hecho, el anexo 3 del decreto da luz verde a los códigos 41 y 42 de Ateco (“construcción de edificios” e “ingeniería civil”), así como a las actividades de los restauradores de muebles, que se encuadran en el código 95 (“reparación de ordenadores y artículos de uso personal y doméstico”), pero dentro del gran grupo del código 90 (“actividades creativas, artísticas y de entretenimiento”) no se ha hecho ninguna distinción.
El gobierno probablemente siguió el documento del Inail con los perfiles de riesgo para los distintos códigos de ateco: incluso en ese caso, aunque la “clase de riesgo” se identificaba como la más baja, la clase de agregación social, en cambio, tenía la puntuación más alta en la escala (4), y quizás como resultado la dpcm excluyó a todos los trabajadores de la clase 90 de las reaperturas. Una clasificación que tiene sentido para muchos trabajadores pertenecientes al sector de las artes creativas, pero que crea una discriminación ilógica entre las obras de construcción y las de restauración.
Las asociaciones profesionales ya han intervenido sobre este olvido del gobierno. La CNA, en una nota, escribió que esta situación “es contraria a toda lógica objetiva, ya que se trata en su mayor parte de actividades que se desarrollan en obras o en talleres sin contacto con el público, generalmente con un número reducido de empleados por cada unidad de producción y con posibilidades muy amplias de distanciamiento social. Se trata por tanto de actividades con un riesgo reducido de transmisión del virus Covid-19, similar si no inferior al de las obras de construcción y desde luego inferior al de muchas actividades industriales cuya reapertura en cambio está permitida”.
“Los restauradores pertenecientes a la CNA”, continúa la nota, “expresan su incredulidad y toda su indignación ante lo que parece ser una aproximación servil y superficial en la elaboración de las opciones técnico-políticas en base a las cuales se está procediendo. El error lo cometió la Comisión Técnico-Científica cuando, en el documento publicado el 23 de abril, asignó al código ateco 90 un nivel 4 (trabajo realizado en estrecha proximidad con otras personas la mayor parte del tiempo), sin verificar la especificidad de la actividad del restaurador, que es muy similar a la de la construcción, y no por casualidad, dado que los restauradores aplican a sus empleados el convenio colectivo nacional del sector de la construcción. De hecho, no es la pertenencia genérica al clúster de codificación Ateco 90, dentro del cual se clasifican muchas actividades relacionadas con la Cultura, lo que identifica el tipo de actividad económica y las características de sus procesos productivos a efectos de ”riesgo de contagio".
Por tanto, lo que piden los restauradores es una rectificación inmediata del anexo 3 para que las empresas que trabajan en el ámbito de la restauración puedan reabrir sus centros a partir del 4 de mayo.
Las obras reabren, pero la dpcm se olvida de los restauradores, asimilados a trabajadores de las artes escénicas |
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