En Italia no veremos hoy colas ante las librerías como ocurrió en Francia el día anterior a la entrada en vigor del cierre nacional: de hecho, en Italia, a diferencia de Francia, los libros se consideran un bien de primera necesidad, y las librerías no cerrarán. De hecho, el anexo 23 del dpcm del 23 de noviembre enumera los tipos de comercio al por menor que pueden permanecer abiertos incluso en las zonas rojas, aquellas en las que sólo se puede salir de casa por razones de necesidad demostrada: entre ellas figura el “comercio al por menor de libros en establecimientos especializados”. En resumen, no ha ocurrido lo que durante el primer cierre patronal, cuando se cerraron las librerías.
Por ello, el mundo editorial agradece al Gobierno y al ministro de Patrimonio Cultural, Dario Franceschini, la concesión. “Agradecemos al Gobierno que haya tenido en cuenta nuestros llamamientos, permitiendo la apertura de librerías incluso en las zonas rojas, y en particular al ministro Dario Franceschini, siempre atento a las necesidades del mundo del libro”, declaran Paolo Ambrosini, presidente de la Asociación Italiana de Libreros (ALI), y Riccardo Franco Levi, presidente de la Asociación Italiana de Editores (AIE), recordando que “el libro es un bien esencial y, sobre todo en un momento como éste, puede ayudar a los italianos a superar la soledad y las dificultades ligadas a las limitaciones de la libre circulación y de las relaciones sociales”.
“La decisión de hoy”, añadieron los dos presidentes, “apoya a las librerías que están sufriendo una continua erosión de su cuota de mercado por parte de las tiendas online, un desequilibrio que pone en peligro no sólo las tiendas, sino las guarniciones sociales y culturales que son esenciales para nuestras ciudades y, más en general, para la vida democrática del país, y renueva la elección del pasado 14 de abril, confirmando que aquella fue una elección precisa de política cultural: Italia es cultura y la cultura y el libro pueden ser el motor del reinicio del país”.
“Las librerías”, subraya Alberto Rivolta, Director General de Librerie Feltrinelli, “son recursos primarios que contribuyen a proporcionar confort y evasión y desempeñan un papel social indispensable. El mundo del libro ya demostró durante el primer cierre una resistencia y ductilidad para reaccionar con fuerza al cambio de estos meses y estoy seguro de que no retrocederá en hacerlo de nuevo”.
“Poder permanecer abiertos y hacer nuestro trabajo”, afirma Edoardo Scioscia, administrador y socio fundador del Gruppo Libraccio, una cadena de 50 librerías, “es un importante reconocimiento de la capacidad que hemos puesto en marcha desde el primer minuto en materia de gestión de emergencias y de la capacidad de responder a las nuevas exigencias de presidir las cuestiones de seguridad de los entornos y las prácticas cotidianas de contacto con el público. Todo ello sin olvidar nuestro papel de amplificadores de la cultura que cada día dialogan con los lectores, los curiosos, los estudiantes y las familias”.
En los últimos días se han sucedido los llamamientos, lanzados por la AIE, la ALI y otros (por ejemplo, la Feria del Libro de Turín), para pedir al Gobierno que no cierre las librerías y, en campañas paralelas, para invitar al público a comprar libros. “El libro”, reza el llamamiento lanzado el 3 de noviembre por los editores (y firmado por Alessandro Laterza y Giuseppe Laterza, de Editori Laterza, Sandro Ferri, de Edizioni e/o, Renata Gorgani, de Editrice Il Castoro, y Stefano Mauri, del grupo editorial Mauri Spagnol), “es también la forma menos contagiosa de informarse, de profundizar en el conocimiento, de viajar, de aprender a distancia, de crecer y de experimentar, como demuestra la sed de libros que se ha manifestado en todo el mundo nada más terminar los cierres de primavera. Las librerías (como las bibliotecas) son lugares de descubrimiento donde (con la complicidad de los libreros) también podemos encontrar libros y mundos desconocidos e inesperados. Mantener abierto este espacio de reflexión e imaginación es prioritario si queremos que todos participen en la creación de un futuro común”.
La nota discordante, sin embargo, concierne a las bibliotecas: las bibliotecas, de hecho, cerrarán en toda Italia, ya que la dpcm ha impuesto un cierre patronal de todos los lugares culturales identificados en el artículo 101 del Código de Bienes Culturales, y las bibliotecas, desgraciadamente, entran dentro de los lugares enumerados en el artículo. Habrá por tanto una suspensión de la apertura al público, queda por ver si habrá bibliotecas que se doten de formas de préstamo que no impliquen la apertura de sus locales.
Ph. Crédito Asociación Italiana de Libreros
Las librerías también abren en las zonas rojas: el libro se considera un bien esencial |
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