Hace unos días, el 23 de noviembre para ser exactos, apareció en las páginas de Repubblica una especie de “investigación” sobre los sitios web de los museos. El título del artículo que presentaba los resultados es todo un programa: "Feos e inhóspitos, así son los museos italianos en la red", lo que dice mucho de la habitual extranjerofilia que caracteriza casi siempre a quienes escriben sobre museos en los grandes periódicos (y probablemente no los visitan o sólo visitan los dos o tres principales). Pero la investigación presentada por Repubblica (suponiendo que pueda definirse realmente como “investigación”, como intentan hacer los periodistas del periódico) no puede configurarse como una herramienta seria, ya que es, bien mirado, un increíble receptáculo de errores y criterios de selección aproximativos, lo que la hace poco creíble para un análisis serio de las webs de los museos(desde este enlace puede descargarse el archivo Excel con los resultados y criterios de la investigación).
Para empezar, el artículo nos dice que se compararon “las páginas de inicio de los principales museos italianos y extranjeros”. Pero nadie nos dice en qué se basó la elección de los 34 museos (¿los más visitados? ¿Los más visitados? ¿Los más visitados? ¿Los más visitados?) La falta de transparencia sobre los criterios de evaluación afecta, pues, sobre todo a los aspectos técnicos de las páginas web analizadas, es decir, al último apartado de la investigación, que contiene cuatro puntos:
Y estos son los únicos aspectos técnicos del sitio web que se tuvieron en cuenta en esta investigación (nada mal, para una investigación sobre sitios web). Ninguno que comprobara el cumplimiento de las normas del W3C (y en este caso de los diez primeros sitios, no se salva ni uno solo: sólo el sitio del Kunsthistorisches Museum de Viena, que hasta la fecha sólo contiene un error de validación, se acerca al estándar), o criterios mínimos de accesibilidad (como el correcto funcionamiento del sitio si un usuario tiene desactivada la ejecución de código JavaScript desde su navegador, y en este sentido el sitio del Rijksmuseum de Ámsterdam, al desactivar JavaScript, se vuelve inútil al dejar de ser navegable, con la excepción de la zona de tienda online), o la velocidad de carga de las páginas y su peso (sólo tres museos de los diez primeros tienen páginas que pesan menos de 1 Megabyte), continuando con un análisis más profundo de las maquetaciones para comprobar cuántas separan los gráficos del contenido y, si lo hacen, cómo lo hacen. En este sentido, a modo de ejemplo, elHermitage de San Petersburgo no sólo no utiliza hojas de estilo, sino que ni siquiera emplea una maquetación sin tablas, lo que revela el uso de prácticas que ya estaban en desuso hace una década. Y esto sólo teniendo en cuenta los aspectos principales, sin entrar siquiera en consideraciones sobre la SEO(Search Engine Optimization) de los sitios web o criterios más profundos pero no por ello menos importantes para evaluar un sitio web (presencia de imágenes a escala, minificación del código, aplazamiento de la ejecución del código JavaScript, etc.).
Dejemos ahora el aspecto técnico para concentrarnos en el del contenido. Empecemos por el elemento"obras" (= posibilidad de contemplar las obras maestras presentes): también aquí la diferencia entre sitios web es clara. Por ejemplo, el Museo Nacional del Palacio de Taiwán sólo ofrece una selección de las obras de la colección, mientras que el sitio web de los Uffizi, en la sección “visitar el museo”, presenta descripciones de casi todas las obras expuestas (con imágenes), y cada una de ellas contiene referencias cruzadas al sitio del centro de documentación, donde es posible encontrar fichas con otros datos técnicos diversos (pasajes, restauraciones, fotografías, en qué exposiciones se expuso la obra, etc.). Sin embargo, en esta “búsqueda”, en la rúbrica “obras”, el museo de Taiwán y la galería florentina obtienen la misma puntuación. Por no hablar del hecho de que todos estos criterios son globalmente poco significativos, ya que a cada uno de ellos se le ha atribuido la misma puntuación: de ello se desprende que la suma de las puntuaciones atribuidas por los criterios del ámbito “Comercial” (es decir, presencia de tiendas en línea y “presencia de objetos con el logotipo del museo”) y los del ámbito “Emoción” (es decir, restauración y organización de eventos privados - ¡ha leído bien, privados!) equivale a la suma de los criterios del área “Explorar”, es decir, aquella en la que se han incluido los elementos que tienen en cuenta la posibilidad de ver las obras del museo en el sitio o de realizar una visita virtual, o incluso de disponer de información sobre las exposiciones. Es mucho más útil que un museo presente más información sobre sus colecciones que sobre sus restaurantes, pero este sistema de evaluación perjudica a los Uffizi (que obtienen 5 puntos sobre 8 en la búsqueda) en detrimento del Museo del Palacio Nacional de Taiwán, que en cambio obtiene 6 puntos sobre 8, incluso con las limitaciones en la presentación de la colección antes mencionadas. Podríamos seguir con criterios poco claros como “Red social = Facebook y Twitter para compartir información y obras” (museos que no comparten obras en Facebook, ¿qué puntuación se ha dado?) o “Restaurante = información sobre el menú y presencia de fotos de los restaurantes y cafés del museo” (lo mismo: los que no presentan el menú, ¿qué puntuación? Probablemente cero, ya que los Uffizi tienen una escasa información sobre su cafetería en la sección “servicios”, pero no fotos ni menú).
Y por último, no sólo los criterios de análisis son poco claros o incompletos, sino que se han cometido numerosos errores en la evaluación. A modo de ejemplo el sitio de los Uffizi tiene un enlace a la sección educativa (pero la búsqueda asigna una puntuación de cero al elemento “educación” = información dedicada a los recorridos didácticos, información que en cambio está presente y es incluso exhaustiva), en el sitio de Venaria no se presentan las colecciones (o si están ahí en el sitio de Venaria, las colecciones no se presentan (o si están, están muy bien escondidas, pero según la investigación la puntuación es 1, por lo que las obras de las colecciones de la Reggia también estarían disponibles en el sitio), mientras que en el sitio del Louvre el área de ofertas de empleo está ahí y también está bien hecha (y la investigación da una puntuación de 0 al Louvre en este apartado). Teniendo en cuenta todas estas limitaciones, que para un solo estudio no son pocas, ¿cómo puede calificarse de creíble la investigación de Repubblica?
No obstante, queremos reconocer un mérito a esta investigación: el de haber puesto de manifiesto la necesidad de investigaciones más serias, con criterios más justos, con análisis técnicos más profundos. Y por eso lanzamos una propuesta a todos los enterados que nos siguen: hagamos nuestra propia investigación sobre las páginas web de los museos. En Finestre sull’ Arte estamos disponibles para guiar el proyecto, para identificar los criterios del área técnica y para colaborar en los criterios de contenido. ¿Qué nos dice?
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