La larga restauración del Puente de Rialto ha terminado. Pero hay controversia sobre la placa conmemorativa

Han concluido las obras de restauración de uno de los símbolos de Venecia: el Puente de Rialto, el famoso arco que atraviesa el Gran Canal, construido en 1590 por Antonio da Ponte. El monumento fue objeto de una importante remodelación, la primera desde su construcción, gracias al apoyo del grupo OTB de Renzo Rosso, que financió el proyecto con un total de 5 millones de euros. Iniciadas en junio de 2015, las obras afectaron tanto al artefacto del siglo XVI como a la obra arquitectónica de la zona de la realtina con la disposición de los subpórticos. La restauración también incluyó el primer estudio real, en cuatrocientos años desde su construcción, de toda la estructura y sus fases constructivas y evolutivas.

“Otro exitoso ejemplo de colaboración público-privada”, se destacó en los discursos institucionales, “que contribuye a devolver a un lugar emblemático de la ciudad su antiguo esplendor. Gracias a quienes, teniendo disponibilidad económica, con inteligencia y sentido cívico, sienten la necesidad de proteger y hacer utilizable un renovado Puente de Rialto, punto de referencia y nodo vital de relaciones entre personas, oficinas, empresas, con su mercado vivo y palpitante. Una importante señal de renacimiento y estímulo para los trabajadores, un puente de esperanza hacia una nueva recuperación”. El agradecimiento fue para todos los obreros, artesanos, restauradores y técnicos municipales que trabajaron para restaurar una de las joyas de la arquitectura veneciana.

El proyecto elaborado para la restauración tenía como objetivo la máxima conservación del material, realizando los trabajos necesarios para frenar el deterioro y devolver al monumento su imagen original. La obra fue el resultado de un cuidadoso diseño logístico, destinado a garantizar la máxima accesibilidad del puente, incluso durante el periodo de obras, gracias a los andamios (se instalaron 5.500 metros cuadrados) que permitieron el buen desarrollo de las actividades comerciales y el tránsito peatonal.

Sin embargo, no todo fue como la seda: la gran placa conmemorativa (de aproximadamente un metro por medio metro) suscitó una fuerte polémica. En efecto, en la parte superior del puente se instaló una placa de bronce, sólo en inglés, en homenaje a Renzo Rosso y su OTB: “OTB and Renzo Rosso funded the restoration of the Rialto Bridge returning it to its magnificence for the world to enjoy”. La primera en criticar la placa fue la asociación Venessia.com, que difundió un fotomontaje con el logotipo de Diesel pegado a la foto de la placa (Rosso es el mecenas de la conocida marca de ropa). Se criticó el tamaño de la placa, considerado excesivo, su aspecto (similar al de las piedras de tropiezo que conmemoran a las víctimas del nazismo), su impacto estético y el hecho de que sólo esté en inglés y, por tanto, no se dirija a la comunidad veneciana. La asociación Mi Riconosci también se muestra muy crítica: “La placa dedicada a Renzo Rosso en lo alto del puente de Rialto”, afirma la asociación, “marca un nuevo hito en las concesiones a patrocinadores. Y una ley que, en democracia, permite celebraciones individuales en monumentos públicos es sencillamente un error”.

Rosso, por su parte, intervino diciendo que ’hacer una placa forma parte de la historia de los monumentos, cada vez que se hace algo es tradicional dejar un símbolo porque así queda en la historia. Nosotros sólo dimos la inscripción, cómo se hace lo decidieron en su momento el ayuntamiento y la superintendencia. Siempre habrá alguien que tenga algo que decir. Miremos la belleza de lo que se ha hecho y a los que impugnan les digo ¿por qué no lo hacen ustedes?". Demasiado poco, sin embargo, para acallar la polémica. De hecho, es probable que Rosso haya echado más gasolina al fuego. Y muchos se preguntan ahora si tal celebración era realmente necesaria.

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