“Hemos optado por no presentar un título concreto, sino centrarnos en la alta divulgación científica. Para ello tendremos una reunión con Roberto Giacobbo el sábado”. ¿He leído bien? ¿Al mismo tiempo los términos “alta divulgación científica” y “Roberto Giacobbo”? Sería un poco como decir “música de calidad” y “Gigi D’Alessio”: no excluyo la posibilidad de que haya alguien que pueda pensar en “cuando esta noche tramonta el sol mon amour” como una frase de una antología de música de cantautor, pero no me inclino a pensar que ese alguien pueda desempeñar un papel de la más mínima importancia en una organización que se ocupe de la música o la cultura. Del mismo modo, no me inclino a pensar que comparar a Roberto Giacobbo con la “alta divulgación científica” sea alguien que pueda tener un papel importante en una empresa o institución que se ocupe de la cultura. O editorial.
Sí, ese Roberto Giacobbo: el que nos asesinó las gónadas con profecías sobre el fin del mundo en 2012 (y a partir del 22 de diciembre de 2012 esperé que al menos cambiara de profesión, pero nunca fue este deseo más inútil), el mismo Giacobbo que hizo compañía a Matteo Renzi en la búsqueda de la batalla perdida de Anghiari de Leonardo da Vinci, el mismo Giacobbo que se preguntaba en su programa de televisión, Voyager, si Elvis Presley seguía vivo (o, en un bonito intercambio músico-metafísico, si Paul McCartney estaba muerto), pasando por los sempiternos círculos de las cosechas, los nunca previsibles ovnis, y así con todas las leyendas más banales de la ciencia ficción (¡esperemos que acaben tarde o temprano!) ante las que hasta las marmotas de chocolate de un famoso anuncio de hace unos años parecían más creíbles.
Así que, al encontrar la frase con la que abría el post citada en un tuit que leí distraídamente, lo último que uno podía pensar es que la combinación ’Giacobbo-alta divulgación’ procedía del mundo editorial, pero no de una industria editorial de baja estofa (al fin y al cabo, Giacobbo llegó a publicar un libro con profecías sobre 2012, Después de todo, hasta los “idiotas de siempre” y Balotelli han tenido libros publicados, por lo que es fácil pensar que hoy en día basta con tener un mínimo de celebridad, en diversas capacidades, para tener acceso a las altas esferas de la literatura contemporánea, luego se puede pasar por alto la calidad del producto), sino de una industria editorial que debería ser de calidad.
Prólogo: El viernes se inaugura en Pisa la edición 2013 del Festival del Libro de Pisa, uno de los eventos más importantes de Italia dedicados al mundo de la edición. Siempre es una oportunidad interesante para descubrir novedades, conocer autores y participar en encuentros de calidad. Un artículo publicado en la edición de Pisa del periódico Tirreno de hoy domingo, 10 de noviembre, presenta a las editoriales pisanas que participarán en el festival: entre estas editoriales se encuentra la editorial de nombre altisonante Pisa University Press, es decir, la editorial vinculada a la Universidad de Pisa (al estilo de las universidades del mundo anglosajón, para ser precisos).
En este artículo, el periodista entrevista a la doctora Claudia Napolitano, ’responsable de marketing’ y ’gabinete de prensa’ de la editorial, según su página web: pues bien, la doctora Napolitano es la autora de la fatídica yuxtaposición entre ’alta divulgación científica’ y ’Roberto Giacobbo’. ¿No se lo cree? Haga clic aquí para leer el artículo donde encontrará la coma invertida.
Ahora yo digo: en un país donde el mencionado Matteo Renzi es considerado el ’cambio’, donde Fabio Volo y Benedetta Parodi dominan las listas de los libros más vendidos, donde Emma Marrone y Modà figuran entre los discos más vendidos, donde se piensa en Vittorio Sgarbi (y nadie más que él) cuando se pregunta el nombre de un historiador del arte, donde Giuseppe Cruciani y Bruno Vespa ostentan el carné de socio de la asociación de periodistas, yo también puedo alegrarme de que Roberto Giacobbo sea considerado un alto divulgador científico. De hecho, probablemente hasta me convenga. La cuestión es que de una editorial que “nace con el objetivo de valorizar, desde el punto de vista editorial, la amplia y multiforme producción cultural de la Universidad y del territorio pisano” (como se lee en la página web www.pisauniversitypress.it) esperaría un poco más, pero sólo un poco, lo justo para que el nombre de la universidad en la que estudié y me licencié no se asocie a personajes que no gozan de la más mínima credibilidad en el mundo científico.
Esos mismos personajes que, además, hunden día tras día la ya de por sí sobreprivilegiada materia de la historia del arte y esos mismos personajes que yo, mis colaboradores aquí en Finestre sull’Arte, y muchos otros amigos nuestros que hacen, como nosotros, divulgación seria, intentamos combatir a través de contenidos de calidad, rigurosos, que se basan en estudios científicos serios e intentan hacerlos accesibles al gran público. Dr. Napolitano (no sé si llegará a leer este post, creo que no, pero en ese caso me dirigiré a usted directamente): Ventanas al Arte es un proyecto que nació hace cuatro años en su propia universidad, partió de una idea de estudiantes de su universidad. Un proyecto que durante cuatro años ha hecho de la calidad de la difusión uno de sus objetivos principales (el otro objetivo principal es llevar a nuestros oyentes, lectores y fans a ver obras de arte en directo). Y como el nuestro, hay otros proyectos interesantes nacidos de la mente de estudiantes o antiguos estudiantes de la Universidad de Pisa. ¿Ha pensado alguna vez en mirar en casa antes de buscar en otros lugares sus modelos de “alta popularidad”? Debo confesar que su afirmación y su evento son quizás no una derrota, pero ciertamente una bofetada para aquellos que, como yo y muchos otros amigos, hacen divulgación seria sin tener que recurrir a misterios ridículos o a sensacionalismos insultantes (el conocimiento, pero el conocimiento serio, es en sí mismo una aventura sensacionalista). Lástima que a estas alturas no contemos con la notoriedad de Giacobbo, si es que es la celebridad lo que hace “alta” la divulgación. Si es así, intentaremos conseguir un programa en televisión. Luego, si tenemos que hacer pasar a Leonardo da Vinci por el miembro de una oscura secta que guarda el secreto del Santo Grial, paciencia: al menos en nuestro sitio intentaremos seguir haciendo divulgación seria. Con mis mejores deseos para el éxito del evento: si va bien, quizá el año que viene podamos invitar a Fabio Volo a dar una lectio magistralis en el Palazzo Ricci.
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