Jackson Pollock, Miguel Ángel y los diálogos omnipresentes en las exposiciones


En Florencia se está preparando la exposición sobre Pollock y Miguel Ángel. Otro "diálogo" que no se consideró necesario.

La palabra diálogo, cuando se utiliza fuera de los contextos adecuados, es una de las más feas y de las que más se abusa en la lengua italiana. Cada vez más a menudo, en el mundo de la cultura (o pseudocultura), pero sobre todo de las exposiciones, se invoca el término diálogo casi como excusa para yuxtaponer obras o artistas que no tienen nada en común entre sí. Pero es chic hacerlas dialogar, aunque probablemente, si a estas obras se les diera la oportunidad de hablar, no tendrían nada, pero nada de nada, que decirse. La polémica exposición que comenzará en abril en Florencia, en la que se presentará el “diálogo” entre Jackson Pollock y Miguel Ángel, no escapa a esta tendencia. Sin embargo, no es el único caso (obviamente).

Tomemos por ejemplo la exposición que se está celebrando en la Galleria Borghese, la de Alberto Giacometti: el comunicado de prensa nos dice que “la exposición es una oportunidad para contar la historia del artista [...] y sobre todo para mostrar su obra en diálogo con las obras maestras de la Galería”. Y para ver conexiones entre L’Homme qui marche y Eneas y Anquises de Bernini, hace falta mucha imaginación. Pero el diálogo no es prerrogativa de los comunicados de prensa, sino también (y quizá sobre todo) de los periódicos, y al que más le gusta el término “diálogo” es a Repubblica, que lo ha utilizado a menudo para presentar las exposiciones que no podían faltar en este artículo: las del infatigable Marco Goldin. Así, aquí tenemos incluso a Goethe para presentarnos las afinidades electivas de las obras maestras: se trata de la exposición Da Vermeer a Kandinsky (que tuvo lugar en Rímini hace dos años), donde las obras se situaban en un “diálogo a distancia” que recorría toda la historia del arte. Los de Repubblica, sin embargo, son grandes fans de Goethe, porque las afinidades electivas también fueron elegidas como metáfora para la exposición sobre Matisse y Miguel Ángel celebrada en Brescia en 2011: “un diálogo ideal con el genio florentino, contando sus afinidades electivas”. Pero, ¿qué hay de la instalación de Mimmo Paladino a finales de 2012, la que vio cómo decenas de bloques de mármol de Apuan eran llevados a la Piazza Santa Croce de Florencia en el marco de Florens 2012? La operación se presentó así: "La cruz de Paladino entrará en diálogo-contraste con la fachada decimonónica de Santa Croce. Y hacer dialogar la fachada de la basílica de Santa Croce con un montón de bloques informes de mármol colocados en la plaza a modo de cruz es un poco como hacer dialogar a un hincha del Carrarese y a otro del Spezia durante un derbi: no cabe esperar mucho positivo. Por no hablar del valor cultural de esta y otras operaciones, como las enumeradas anteriormente: haciendo una comparación musical, sería un poco como comparar a Tomaso Albinoni con Sandy Marton.

Se ha mencionado la exposición sobre Jackson Pollock y Miguel Ángel. Es interesante que uno de los dos comisarios sea Sergio Risaliti, que de estos “diálogos” sabe mucho: en Florens 2012, fue de hecho él quien comisarió la exposición (perdón: laostensión, como se definía en la nota de prensa del evento, casi como si el visitante fuera a participar en un acto religioso más que cultural) que ponía en “estrecha comparación” los crucifijos de Donatello, Brunelleschi y Miguel Ángel. Y así, ni siquiera dos años después, Risaliti propone otro “diálogo”, esta vez asistido por Francesca Campana Comparini: ya se ha hablado demasiado de la joven comisaria (lean este artículo de Tomaso Montanari para saber lo que pensamos todos aquí en Finestre sull’Arte). Sólo añadiría que, dado que Francesca Campana Comparini llega a decir “Soy una profesional, filósofa, periodista, escritora [...] Y tengo 26 años” (de esta entrevista aparecida en Repubblica), Renzi debería, como mínimo, haber asignado un puesto de subsecretario a semejante estrella.

Pero volvamos a la exposición sobre Pollock y Miguel Ángel, una exposición fantástica que “podría atraer a un público récord (”Un millón de visitantes“, especulan a medias los organizadores)”, como escribió Repubblica el verano pasado, aunque quizá sea mejor olvidarse de los anuncios en los que se espera la cifra de “un millón”, puesto que ya hemos dado y ya hemos visto los resultados. ¿Sobre qué sólidas bases científicas, artísticas y filosóficas se construirá este increíble e irrepetible acontecimiento? El comunicado de prensa del Ayuntamiento de Florencia viene en nuestra ayuda: la exposición se inspirará en “los estudios de juventud del pintor americano y su interés por la obra de Miguel Ángel”. En resumen, se podría pensar que, siendo ésta la base, casi todos los estudiantes de las academias de Bellas Artes del mundo tendrían derecho a una exposición en el Palazzo Vecchio. Para “una confrontación virtual con el genio del Renacimiento”, claro. Y casi da risa leer la frase siguiente: “La falta de forma de Pollock se reflejará así en la inacababilidad de Miguel Ángel, el Renacimiento de la forma clásica florentina e italiana entrará idealmente en diálogo con el de la antiforma del artista americano”. ¿Y por qué arcano motivo habría que “comparar” dos formas de entender el arte que nada tienen que ver entre sí? No lo sabemos, o mejor dicho: se intenta dar una apariencia de sentido a esta operación diciendo que “los dos mundos tienen, sin embargo, un rasgo de unión en los estudios de juventud de Pollock”. Pero es válido lo que se ha dicho antes: basta con entrar en cualquier academia de bellas artes para encontrar a decenas de estudiantes copiando dibujos de Miguel Ángel. Si éste es el supuesto en el que se basa toda la exposición, surge la ligerísima sospecha de que este enésimo “diálogo” (del que no sentimos ninguna necesidad) es más una operación de marketing que cultural. El comunicado de prensa del Ayuntamiento de Florencia indica, en el título, que la exposición es un “enfrentamiento entre dos genios furiosos”. Es la afirmación más sensata de todo el comunicado: si hay vida después de la muerte, furiosos sí que serán, dada la exposición y dado el comisariado.


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