Instagram, perfiles de falsos coleccionistas desenmascarados. También habían engañado a conservadores


Se descubrieron los perfiles falsos de cuatro falsos coleccionistas que decían ser influyentes y también habían embaucado a críticos. Uno de ellos incluso había sido entrevistado para una famosa feria.

La historia de la que informó ayer Il Sole 24 Ore tiene algo de increíble: cuatro falsos coleccionistas, que actuaban en Instagram presentándose como ricos entusiastas de carne y hueso, fueron en realidad desenmascarados gracias a la intuición de un marchante de arte, Federico Vavassori, propietario de la galería del mismo nombre en Milán. Se trata de los perfiles de Carlo Alberto Ferri (que se presentaba como un rico heredero de Bérgamo), Pier Paolo Lonati (un supuesto empresario bresciano con actividades en Zúrich), Beatrice Rinaldi (una falsa gestora de moda) y Raffaele Sartori (que se presentaba como un viticultor de Verona).

Según la reconstrucción de Il Sole 24 Ore, Vavassori se fijó en una obra de un artista al que representaba en el perfil de Instagram de Pier Paolo Lonati y descubrió, tras comprobar el caso, que se trataba de una falsificación. “La ambigua reacción del titular de esa cuenta cuando le informamos de la falsedad de la obra, pidiéndole además aclaraciones precisas sobre su origen”, explica Vavassori al diario milanés, “generó una cadena de sospechas que nos llevó a verificar las relaciones de este individuo con varios otros perfiles de Instagram similares”. Así surgió una desconcertante red de cuentas ficticias que, mediante frecuentes intercambios de likes, etiquetas y comentarios, pretendían validar la existencia de las demás mostrando intereses y actividades compatibles con perfiles reales de coleccionistas de arte contemporáneo. A través de chats privados con algunos de estos perfiles, que iniciamos simultáneamente para recabar más información, pudimos detectar numerosas incoherencias y una correlación evidente entre las distintas cuentas. De manera crucial, intercambiamos rápidamente información con varios de nuestros colegas y coleccionistas, muchos de los cuales habían tenido contactos previos con estas identidades ficticias, que siempre comenzaban en Instagram y a veces continuaban compartiendo información sensible con estos individuos a través del correo electrónico, sin llegar nunca a “encuentros físicos”.



Los cuatro coleccionistas actuaban en Instagram con posts en los que presentaban supuestas obras de sus colecciones: grandes nombres, artistas a mitad de carrera y jóvenes italianos emergentes, mezclando coleccionistas y galeristas reales, e interactuando con estos últimos y con comisarios. Para hacer más creíbles los perfiles, los desconocidos que se escondían tras los falsos coleccionistas publicaban también escenas de la vida real, con la intención de dar una identidad marcada a los cuatro: Il Sole explica que Rinaldi colgaba constantemente fotos de París, Sartori se presentaba como un entusiasta de la comida, para Ferri se había construido la historia del encierro que pasó en casa de su abuela en Sicilia. Y no faltaron las interacciones entre ellos: Lonati, por ejemplo, agradeció en un post a Beatrice Rinaldi que le regalara un cuadro de Rita Ackermann.

La confesión vino finalmente del propio Ferri, que escribió en un mensaje privado a Vavassori: “Buenos días Federico, con este mensaje queremos aclarar lo sucedido. Los perfiles que encontraste fueron creados por un grupo de chicos con el propósito de hacer entretenimiento cultural y nada más. No hay propósitos secundarios más que hacer accesible la idea del arte a la mayoría de la gente. Después de tu informe nos sentimos obligados a disculparnos si de alguna manera los perfiles han podido crear problemas. En cualquier caso, nos gustaría señalar que las imágenes utilizadas son simplemente reelaboraciones gráficas. Para no crear más problemas, hemos decidido retirar las imágenes”. En resumen, ¿se trataba de un entretenimiento cultural inofensivo? En absoluto: los delitos que según el Sun se avecinan son bastante graves. Los abogados Virginia Montani Tesei y Francesco Francia barajan las hipótesis de delitos de sustitución de persona, violación de los derechos morales de autor y robo de imágenes. Por no hablar de que una operación de este tipo (obviamente llevada a cabo a otra escala, y no con cuatro perfiles de Instagram) tendría el potencial de contaminar el mercado, incluso si se frustrara antes de que pudiera hacer un daño mayor, e incluso si fuera prácticamente imposible que se mantuviera durante mucho tiempo.

Mientras tanto, sin embargo, hay quien ha caído en la trama urdida por el “grupo de tíos” que disfrutó inventando los falsos coleccionistas. En octubre de 2020, Carlo Alberto Ferri consiguió incluso que le entrevistaran como parte de un proyecto para ArtVerona, una de las ferias de arte más importantes de Italia (hoy la página con la entrevista,¡recogida por Federico Montagna para el proyecto Critical collecting, comisariado por Alberto Grulli, que cada año cuenta al público de la feria las historias de los coleccionistas, ya no es accesible), y el pasado octubre el propio Ferri y Raffaele Sartori habían conseguido dos entrevistas para la Rea! Art Fair (esta última aún en línea, con la adición de un descargo de responsabilidad que informa de la falsa identidad de los dos coleccionistas).

El mundo del arte no es del todo nuevo en episodios de este tipo: en 2018, por ejemplo, estalló en Estados Unidos el caso de “Anna Delvey”, que se presentó como una rica heredera a punto de abrir una fundación de arte (para que todo fuera creíble, había llegado a falsificar documentos bancarios para obtener enormes préstamos), y había conseguido vivir a todo lujo durante tres años, prometiendo pagos que los deudores nunca cobrarían. Más tarde fue desenmascarada, aunque en este caso se trataba de una mujer real que se presentó con un nombre falso (su caso acabó más tarde en los tribunales). El asunto de los cuatro falsos cobradores, en cambio, es diferente: en este caso, se montó una red que actuaba sólo en el mundo virtual y que se negaba a sí misma cada vez que se les pedía una cita en directo (así lo cuentan ahora en las redes sociales los conservadores que entraron en contacto con los falsos cobradores: además, para hacer creíbles sus excusas, los personajes en cuestión colgaban fotos falsas de los lugares donde decían estar).

Y ahora todo el mundo se hace dos preguntas. La primera: ¿qué sentido tenía todo esto? Algunos especulan que, como estos coleccionistas también promocionaban nombres de jóvenes artistas emergentes, el propósito era precisamente impulsar estos nombres. La segunda: ¿sigue existiendo la posibilidad de que haya falsos coleccionistas merodeando por las redes sociales? No se puede descartar.

Instagram, perfiles de falsos coleccionistas desenmascarados. También habían engañado a conservadores
Instagram, perfiles de falsos coleccionistas desenmascarados. También habían engañado a conservadores


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