Lo que cualquier amante del arte o director de museo jamás querría leer, es ya una realidad: en Estados Unidos se ha dado luz verde a la venta de obras de arte para los museos que atraviesan dificultades financieras debido a la crisis provocada por la pandemia del coronavirus Covid-19. La decisión ha partido de la Asociación de Directores de Museos de Arte (AAMD), poderoso organismo activo desde 1916 que reúne a los directores de museos de Estados Unidos, México y Canadá y dicta las directrices de la gestión museística (actualmente cuenta con 227 miembros, y en ella están prácticamente todos los directores de los grandes museos: el Metropolitan, el Guggenheim, el Smithsonian American Art Museum, el Art Institute de Chicago, el Getty de Los Ángeles, el Kimbell de Fort Worth, el Cleveland Museum of Art, el Detroit Institute of Arts, y muchos otros).
La junta de la AAMD se reunió a mediados de abril para abordar la crisis y redactó una serie de resoluciones sobre qué sugerencias ofrecer a los museos que luchan con recursos reducidos. “Estas resoluciones”, reza una nota, “se tomaron en reconocimiento de los amplios efectos negativos de la crisis actual en las operaciones y presupuestos de muchos museos, así como de la incertidumbre sobre el plazo que tardarán los museos en volver a la normalidad”. La AAMD ha decidido que “evitará censurar o sancionar a cualquier museo (o censurar, suspender o inhabilitar a cualquier director de museo)” que dependa de donaciones o capital para hacer frente a operaciones rutinarias para las que no haya recursos disponibles. Además, no se tomarán medidas contra los museos que decidan ceder obras de arte para pagar los gastos de gestión de la colección.
La resolución, dice la AAMD, no cambia las directrices de la asociación, sino que pretende establecer una moratoria válida hasta el 10 de abril de 2022. Se trata de una crisis sin precedentes", declaró Brent Benjamin, presidente de la AAMD, “con implicaciones globales y una secuencia temporal que cambia día a día. No hay una fecha límite que nos diga cuándo acabará la pandemia, cuándo podrá recuperarse la economía, cuándo volveremos a la normalidad”. Los museos de arte, sin embargo, planifican sus exposiciones y actividades con meses o años de antelación, y trabajan previendo los costes y la recaudación de fondos necesarios para cada iniciativa. Dado que es imposible planificar el futuro con certeza, y que los ingresos se han detenido y se desconoce el futuro de las donaciones, es importante que la AAMD dé un paso más para garantizar recursos financieros adicionales a los museos".
En cuanto a la enajenación de obras, la AAMD ha hecho saber que los museos podrán venderlas para hacer frente a los gastos corrientes. No obstante, habrá normas: “para poder utilizar los ingresos procedentes de la enajenación de obras”, señala la AAMD, "los museos deberán contar con una política aprobada por su consejo de administración, en la que se establezca qué tipo de gastos se consideran para la gestión directa de las colecciones, y esa misma política deberá ser de acceso público (por ejemplo, publicada en la página web“. Esta concesión, explica además la AAMD, ”no pretende incentivar la enajenación o venta de obras de arte, sino únicamente proporcionar una flexibilidad adicional sobre el uso de los ingresos de las obras de arte que pudieran venderse". Un principio sólido de la AAMD es que el producto de la venta de obras de arte no debe utilizarse para los gastos corrientes del museo, y este principio debe mantenerse. Obviamente, se entiende que cualquier director que quiera utilizar este medio debe hacerlo de acuerdo con las leyes de su jurisdicción y, cuando sea posible, debe consultar con los donantes o los propietarios de los activos de los fideicomisos de los museos. También se exigirá a los museos que mantengan registros en los que se detallen todas las transacciones.
Cabe señalar que, para los museos estadounidenses, la venta de obras de arte no es una novedad: por ejemplo, está permitido vender obras de la propia colección si el propósito es acumular recursos para comprar obras más importantes, como ocurrió en 2011 en el Museo de Bellas Artes de Boston, que vendió ocho obras (entre ellas cuadros de Monet, Gauguin, Sisley, Pissarro y Renoir) para comprar una de Caillebotte, elHombre en el baño de 1884, que ahora forma parte de la colección del museo. Tampoco han faltado los museos que han vendido obras para reforzar su capacidad financiera, como le ocurrió en 2008 al National Academy Museum de Nueva York, que se deshizo de dos obras, una de Frederic Edwin Church y otra de Sanford Robinson Gifford, para acumular recursos, pero cuando esto ocurrió los (pocos) museos que lo hicieron fueron recibidos con críticas y recibieron duras reprimendas de la AAMD (como en el caso del National Academy Museum, que fue amargamente reprendido en su momento). La noticia ahora es que se ha abandonado este tabú y se ha dado luz verde, aunque sea temporalmente, a la venta de recursos adicionales. Pero no deja de ser un punto de inflexión que da idea de la gravedad de la crisis, si se traspasa una línea hasta ahora considerada inviolable.
En la imagen: el interior del Museo Metropolitano de Nueva York.
Inquietante desde EE.UU.: luz verde a la venta de obras para museos con dificultades financieras |
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