En diciembre de 2023, tras superar dos pruebas de selección para una oposición organizada por el Ministerio de Cultura, 274 historiadores del arte se encontraron en una situación paradójica: aptos, pero aún no contratados. La selección pública, destinada a contratar a 518 personas a tiempo completo y con contrato indefinido no directivo, exigía un nivel de formación equivalente al MEC 8, es decir, el nivel académico más alto de Europa. Sin embargo, mientras que la clasificación de otras figuras profesionales -como arquitectos, bibliotecarios, archiveros, restauradores, arqueólogos y paleontólogos- se agotó, la de historiadores del arte permaneció prácticamente intacta. Una condición que también comparten, aunque en menor medida, los demoetnoantropólogos, con 3 candidatos idóneos aún a la espera.
Esta anomalía llevó a los candidatos elegibles a formar un comité, el CISDA - Comitato Idonei Storici dell’Arte, que ahora pretende hacer oír su voz a través de una carta abierta. Según los miembros elegibles, “se pone de relieve una cuestión, tanto cultural como política, que desde hace algún tiempo es cada vez más contundente, a saber, el debilitamiento progresivo de la figura y el papel del Historiador del Arte en la administración pública”. Sin embargo, tal y como leemos en la descripción de esta figura profesional elaborada por la DG de Educación e Investigación, entre los requisitos de conocimientos, habilidades, competencias y entre las tareas fundamentales del Historiador del Arte dentro del MIC aparecen tareas de suma importancia para el patrimonio del país. En concreto, según las directrices del mismo Ministerio, el Historiador del Arte debe identificar, analizar y documentar el patrimonio histórico y artístico - organizar y realizar valoraciones, peritajes, evaluaciones, autentificaciones del patrimonio artístico; planificar, dirigir, organizar y realizar actividades de inventariado, catalogación, documentación y gestión de bases de datos relativas al patrimonio artístico. También protege y conserva bienes históricos y artísticos; planifica, dirige, organiza, ensaya y evalúa intervenciones de conservación, mantenimiento, restauración, traslado y manipulación de bienes históricos y artísticos de acuerdo con el restaurador de bienes culturales; realiza actividades de inspección y supervisión de bienes históricos y artísticos. Sus tareas también incluyen la gestión de museos o lugares de cultura, ocupándose de colecciones o exposiciones en relación con las disciplinas de las que es responsable; se ocupa de la creación, el aumento, la exposición y la conservación de colecciones museísticas relacionadas con bienes histórico-artísticos; planifica, se ocupa y organiza exposiciones de bienes histórico-artísticos. El historiador del arte también debe llevar a cabo actividades de estudio, investigación, formación y educación en el campo de la historia del arte y disciplinas afines y relacionadas; llevar a cabo actividades docentes en el contexto de la educación terciaria o de nivel equivalente; gestionar servicios educativos de museos y/u otras instituciones que expongan patrimonio histórico-artístico.
A pesar del alto grado de especialización requerido y de la amplitud del perfil profesional, los Historiadores del Arte no cuentan ni con un Registro profesional ni con un código ATECO específico, herramientas fundamentales para la definición y protección de una categoría. El riesgo, reiteradamente denunciado, es que esta figura quede relegada a un papel teórico, alejado de las operaciones cotidianas necesarias para salvaguardar y poner en valor el patrimonio nacional.
“Los Historiadores del Arte actualmente empleados en las estructuras ministeriales, y por tanto en el Estado, son en número irrisorio”, escribe la CISDA en su carta abierta. “Esta grave escasez afecta a grandes porciones del territorio italiano, dejando gran parte de su patrimonio histórico y artístico al margen de una sólida pericia y control científico. Nos preguntamos cómo es posible que esto se permita precisamente en un país en el que a menudo se ha hecho referencia al patrimonio cultural como ”el petróleo de Italia".
“Tal situación”, prosigue la carta, "es fotografiada y, si queremos, denunciada por el Plan Integrado de Actividad y Organización (PIAO) 2025-2027, que pone de relieve la fuerte diferencia entre la dotación de personal jurídico y el personal en servicio a 31 de diciembre de 2024: el total global de la dotación de personal jurídico, de hecho, es de 19.184 unidades, mientras que el personal en servicio es de 12.463, con un déficit global de 6.721 unidades; en concreto, existe un desfase de 2019 unidades para el personal del Área de Funcionarios del Área III, concretamente 5587 funcionarios previstos en la plantilla, 3550 personal en servicio, 18 en comisión de servicios en otras administraciones.
Los profesionales en espera destacan el valor y el potencial de su contribución, y piden que se les reconozca de forma concreta: “En un contexto social en el que la precariedad laboral no deja de aumentar, parece imprescindible ofrecer oportunidades de permanencia dignas a profesionales que han dedicado años a su formación. Somos profesionales altamente cualificados que hemos aprobado la oposición mencionada. Un puesto de trabajo de estas características nos permitiría desempeñar funciones de gran responsabilidad al servicio de la nación y participar en la misión cultural que el país se ha propuesto, a partir de su Constitución, tal y como se recoge en su artículo 9: La República promueve el desarrollo de la cultura y de la investigación científica y técnica. Protege el paisaje y el patrimonio histórico y artístico de la Nación. Protege el medio ambiente, la biodiversidad y los ecosistemas, también en interés de las generaciones futuras”.
Invertir en Historiadores del Arte, según la CISDA, significa invertir en la calidad del servicio público, en la conservación de la memoria histórica del país y en la valorización de un patrimonio cultural sin parangón. En definitiva, significa ofrecer al patrimonio italiano la protección y la planificación científicas que sólo unas competencias específicas y sólidas pueden garantizar. Nosotros, los historiadores del arte“, concluye la carta, ”podemos y queremos desempeñar un papel importante en este sentido, y por ello estamos dispuestos a poner a disposición nuestra experiencia, nuestras competencias y nuestras ideas innovadoras. Estamos convencidos de que se trata de una oportunidad para dar un nuevo impulso y energía al proceso de crecimiento cultural de Italia, abriendo la puerta a una nueva generación de especialistas. Por ello, hacemos un enérgico llamamiento a las fuerzas políticas que gobiernan actualmente el país, y en concreto al Ministro Alessandro Giuli, para que faciliten el deslizamiento de nuestra lista de clasificación y su plena absorción".
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Historiadores del arte elegibles pero no contratados: 274 profesionales estancados tras el concurso MiC |
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