La noticia de la hipótesis de un acuerdo entre Italia y Arabia Saudí para el Teatro alla Scala de Milán ha suscitado la indignación del bipartidismo. Según rumores filtrados tras la visita a la capital lombarda del príncipe Badr bin Abd Allah bin Mohammed bin Farhan Al Saud, ministro saudí de Cultura, el teatro podría recibir de Arabia una donación de 15 millones de euros en tres años a cambio del nombramiento de un miembro de la casa real árabe en el consejo de administración.
El alcalde de Milán, Giuseppe Sala, ha expresado su esperanza de que no se trate de una mera financiación, sino de una forma de reforzar la imagen del teatro a nivel internacional y en Oriente Próximo: en este caso, el primer ciudadano estaría a favor. El presidente de la Región de Lombardía, Attilio Fontana, también se mostró a favor, aunque dijo que primero habría que examinar y evaluar la propuesta. El superintendente del teatro, Alexander Pereira, también se mostró a favor, señalando que la financiación no sólo abriría una colaboración entre Italia y Arabia Saudí que también tendría implicaciones simbólicas (el acuerdo también incluiría la apertura de un conservatorio, con profesores de la Accademia della Scala, en la capital Riad, en una antigua escuela femenina), sino que también aportaría importantes recursos, ya que el teatro sólo está cubierto en un tercio por financiación estatal. cubierto por financiación estatal sólo un tercio de su presupuesto (a diferencia de otros grandes teatros europeos, como la Ópera Estatal de Viena, que disfrutan de financiación pública en torno al 75% de sus recursos).
Sin embargo, la oportunidad de que Arabia Saudí entre en uno de los referentes mundiales de la cultura italiana ha disgustado a muchas figuras políticas de todo el espectro constitucional, especialmente por las reiteradas violaciones de los derechos humanos que se siguen cometiendo en Arabia Saudí. Maurizio Gasparri, de Forza Italia, que anunció una pregunta parlamentaria dirigida al ministro de Bienes Culturales, Alberto Bonisoli, y considera una “infiltración peligrosa” que un país que no respeta los derechos fundamentales entre en el consejo de administración de La Scala, y Federico Mollicone, de Fratelli d’Italia (por la misma razón: Arabia es responsable de la violación de los derechos humanos, en particular de los derechos de las mujeres y de las minorías religiosas), así como Sumaya Abdel Qader (concejal del partido PD en Milán, de confesión islámica), que, si bien comprende los intentos de Arabia Saudí por reavivar su imagen, considera incoherente la financiación procedente de un país que veta y censura el arte, y Nicola Fratoianni, de Liberi e Uguali, que considera “no tolerable” la colaboración, recordando algunos acontecimientos recientes como las atrocidades llevadas a cabo en Yemen, la muerte del periodista Jamal Khashoggi y las detenciones y torturas de activistas por los derechos de las mujeres.
Alessandro Morelli, líder del grupo de la Liga en el ayuntamiento de Milán, también se ha mostrado muy duro, pidiendo la destitución de Alexander Pereira: “quien pretende poner en el mercado nuestra excelencia”, ha dicho el concejal legista, “es un mercader que no merece representar nuestra maravilla en Italia y en el extranjero”. Sin embargo, Pereira afirmó que la idea nació en el seno de la Liga: el superintendente declaró a La Stampa que el primero en hablar de una posible financiación saudí fue Max Ferrari, consejero del gobernador Fontana, que mantiene constantes relaciones con el país de Oriente Próximo. Por ello, Pereira se declaró sorprendido por la polémica.
Por último, hace unas horas se conoció la opinión del ministro Bonisoli de que la entrada de Arabia Saudí en el patronato de la escalinata “forma parte de un proyecto más amplio”. Recordó que ya se había reunido con el ministro saudí de Cultura en San Petersburgo en noviembre, y que durante el encuentro hablaron de cómo Arabia pretende abrirse cada vez más a Occidente y a Italia. Por el momento, sin embargo, aún se desconocen cuáles serán los términos de este proyecto.
En la foto: Teatro de la Scala de Milán. Foto Crédito Paolo Bon
Hipótesis saudí en el consejo de administración de La Scala, la indignación es bipartidista |
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