Hasta Benigni provoca al público de Sanremo y lleva la penetración y el sexo oral al prime time en Rai Uno


Si el público del Festival de Sanremo no quedó satisfecho con la provocación de Achille Lauro (que la repitió anoche, apareciendo en el escenario del Teatro Ariston vestido de Ziggy Stardust), Roberto Benigni también se encargó del reto. Quizá su provocación pasó más desapercibida, porque no actuó con un leotardo como el cantante romano (y porque el comienzo de su monólogo fue bastante aburrido), pero sí declamó ante el público algunos de los pasajes más explícitos del Cántico de los Cantares. Pasajes explícitos del Cántico de los Cánticos, el conocido poema bíblico sobre el amor entre un hombre y una mujer, que ha sufrido diversas interpretaciones y simplificaciones a lo largo de la historia.

En Sanremo, Benigni propuso una interpretación esencialmente laica del texto, ciñéndose a su significado literal: el Cántico de los Cánticos es en realidad, trivializando, una especie de diálogo entre dos amantes que se expresan los deseos que alimentan el uno por el otro, entendiendo por deseos también los carnales. Benigni describió el poema como “la canción más bella”, una “canción que canta al amor físico” y que “nunca se ha hecho en televisión”, la “cumbre de la poesía de todos los tiempos, como un trozo de la Capilla Sixtina”. A continuación, el actor toscano repasó brevemente la incomodidad secular de la Iglesia con la presencia del poema en el canon bíblico, sugiriendo que la obra fue incluida en la Biblia porque tan bella como para ser considerada sagrada, y finalmente, tras un preámbulo (a menudo muy repetitivo) que duró casi veinte minutos, declamó algunos versos de la obra, presentándola como escrita por “alguien que trabajó para la eternidad” (de hecho, no sabemos quién es el autor“) y diciendo que ”cada palabra es un diamante").

Benigni presentó su “relectura” de la obra como un tráiler del Cantar de los Cantares, y lo recitó con una traducción muy fuerte, deteniéndose en particular en los versos que describen la unión carnal entre el hombre y la mujer, especialmente aquellos en los que se describe la felación (“Tengo un gran deseo de acurrucarme a tu sombra, y tu sexo sobre mí, amor, y su dulce fruto en mi boca”), el cuerpo de la amada (“tus pechos son como dos ciervos pastando entre las rosas, tus muslos una mano de artista los ha convertido, como una granada partida son tus nalgas después de quitarte la túnica, un puñado de trigo en un jardín de rosas yace entre tus ingles, cuánta gracia y cuánto placer en los golpes de tu amor, el olor de tu sexo es el olor del más dulce de los bálsamos, me embriaga, un jardín cerrado eres mi plenitud, un jardín de frutos exquisitos”), su cuerpo (“sus ojos son como palomas en un espejo de agua, su vientre es un disco de marfil sombreado por zafiros, sus testículos son rosas que gotean mirra que sacia, su sexo es un estuche de oro lleno de gemas, sus caderas llaman al coito, todo en él es deseo, dulzura para ser chupada”), el coito entre ambos (“cuando mi amado introdujo su sexo en mí mis entrañas se estremecieron”), etc.

Considerando el hecho de que muchas traducciones son decididamente menos explícitas que la de Benigni (léase, por ejemplo, la traducción del CEI, fácil de encontrar en la web, donde el pasaje sobre el pene penetrando a la amada se traduce como “mi amado metió la mano en el resquicio y un estremecimiento me sacudió”), nos preguntamos qué texto utilizó Benigni: En efecto, el actor, antes de recitar los versos, afirmó que había buscado una traducción adecuada con la ayuda de varios eruditos (se cita a Cesare Angelini, Andrea Ponso, Giovanni Garbini, Guido Ceronetti, Piero Capelli, Luca Mazzinghi e incluso el cardenal Gianfranco Ravasi), y que su versión “no la encontrarán en la Biblia, es una versión anterior y anterior a todas las revisiones rabínicas y profesionales, es una versión primitiva del Cantar”, una versión en la que se habrían atenuado los términos relativos al erotismo y al sexo que Benigni habría “restaurado”. El Cantar de los Cantares ha sufrido revisiones a lo largo de la historia, pero éste no es el único problema, ya que se trata también, una vez encontrada la versión modificada por las revisiones, de encontrar criterios de traducción adecuados, en los que no ahondamos por no ser hebreos: No obstante, hemos investigado, y aunque algunas partes no lo reflejan plenamente, la traducción de Benigni sigue casi por completo la que el hebraísta Giovanni Garbini publicó en su edición del Cantar de los Cantares de 1992 (ediciones Paideia), presentada como la realización de un proyecto de investigación en el que se discutían los “problemas inherentes a una edición crítica de textos hebreos antiguos”. Garbini, sin embargo, era muy consciente de los problemas de traducción que conlleva un texto del hebreo antiguo, y calificó los criterios con los que se realizó la traducción de “subjetivos y discutibles a gusto de cada uno” (para más información, véase el libro).

Merece la pena, por tanto, fijarse en cómo trata Garbini algunos de los pasajes más sensuales de los leídos por Benigni. El pasaje alusivo al coito oral es resuelto de manera diferente por el hebraísta, que lo traduce así: “Quisiera yacer a su sombra porque su fruto es dulce a mi paladar”, y la metáfora del fruto es diluida por el estudioso en los términos de una doncella que “se sabe leída, y libre, como una flor del campo”, y “expresa su deseo de amor” con delicadeza. No muy distinta es, sin embargo, la parte sobre el cuerpo de la amada, traducida por Garbini así: “tus pechos son como dos cabras gacelas gemelas pastando entre las rosas, como una granada partida son tus nalgas una vez quitada la tela”, y luego, unos versos más abajo (Benigni se salta varios) “el olor de tu sexo es como el olor del incienso, un jardín cerrado eres, hermana mía, novia, un jardín cerrado, un manantial sellado, y tus caderas un jardín de granadas con frutos exquisitos, cipreses con nardos”. Benigni resume aquí dos partes distintas del Cantar de los Cantares, la del encuentro (donde las nalgas de la joven, escribe Garbini) se mencionan “dos veces explícitamente a nivel descriptivo y una vez alusivamente como objeto de deseo”. Obviamente incómoda para una lectura religiosa, la presencia de esta parte anatómica es bastante obvia en un texto que se presenta como un poema de amor, digamos erótico; así como es natural que un amante alabe y desee los pechos y las nalgas de su mujer y que éstos sean evocados cuando el Cántico registra los ecos de los amplexes“) y el de la ”primera noche“ (palabras que ”el novio dirige a la novia en su primer encuentro íntimo").

Benigni fue entonces fiel a Garbini tanto en la descripción del coito con el verso “cuando mi amada empujó en su sexo mis entrañas se estremecieron”, idéntico al del hebreo (el lenguaje crudo, explica en su libro, deriva del hecho de que “el autor quiso dar a esta mujer el lenguaje desinhibido de una prostituta [....] para acentuar la distancia entre la materialidad de un acto bien conocido por la protagonista y la profundidad del sentimiento con que ese mismo acto podía acompañarse en una situación particular”), y en la descripción del hombre (también en este caso, Benigni se ciñó a la traducción de Garbini).

En definitiva, el actor llevó al escenario de Sanremo una especie de "cortar y coser " (por razones de horario televisivo) del Cantar de los Cantares, para presentarlo como un poema de amor con fuertes alusiones eróticas, como de hecho lo es.Teniendo en cuenta que, en el espacio de media hora, es imposible dar cuenta de todos los problemas que implica su traducción (también porque, explica Garbini en el prefacio de su edición, no conocemos la fecha exacta de la obra, no sabemos en qué ambiente se produjo, algunas expresiones permanecen oscuras): el hecho es que... no todos hablan explícitamente de sexo en el escenario de Sanremo.

Hasta Benigni provoca al público de Sanremo y lleva la penetración y el sexo oral al prime time en Rai Uno
Hasta Benigni provoca al público de Sanremo y lleva la penetración y el sexo oral al prime time en Rai Uno


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