Ahora que se han encontrado los diecisiete cuadros robados el pasado mes de noviembre del Museo Castelvecchio de Verona, nos gustaría expresar algunas breves impresiones: al fin y al cabo, el suceso nos afectó profundamente, ya que conocemos bien el museo, que hemos visitado varias veces (y consideramos uno de nuestros favoritos) y dada la magnitud de los daños causados. No olvidemos que durante nada menos que seis meses el museo se vio privado de diecisiete obras preciosas, entre las que se encontraban algunas importantes piedras angulares de la historia del arte italiano, y durante todo ese tiempo vivimos con la angustia de no saber qué pasaría con ellas ni cuándo podríamos volver a verlas: de hecho, tuvimos, por desgracia, que prepararnos para lo peor.
Afortunadamente, ahora ha llegado la buena noticia, confirmada por las autoridades ucranianas (país donde se recuperaron los cuadros) y difundida por todas las agencias de prensa: esperamos, pues, que las obras regresen a Italia en breve. Aún no se conocen los detalles de la operación, pero sabemos que los cuadros deben estar en buen estado. Esto es fundamental. Y sabemos que la recuperación ha sido posible gracias al trabajo conjunto de las fuerzas policiales de todos los países implicados (Italia, Moldavia, Ucrania): por lo tanto, sólo podemos expresar nuestro más sincero agradecimiento a quienes han trabajado duro para descubrir dónde estaban escondidas las diecisiete obras de arte.
Algunas de las obras robadas del Museo de Castelvecchio. Lista completa con imágenes en este enlace |
Pero también debemos dar las gracias a todos aquellos que han mantenido siempre un alto nivel de atención: pensemos en todos los ciudadanos y amantes del arte que nunca han dejado de hablar del asunto, y que nunca han dejado de creer que las obras podrían ser encontradas y devueltas al Museo de Castelvecchio. Es una lástima que no pueda decirse lo mismo de muchos medios de comunicación y muchos políticos que, sobre todo al principio del asunto, relegaron a un segundo plano esta historia tan fea (afortunadamente concluida con un final feliz). Esperemos que esto sirva para cambiar las actitudes hacia la historia del arte. Sucesos como éste demuestran lo frágil que es nuestro patrimonio y lo precarios que son los equilibrios sobre los que descansa el sistema de protección. Y nos gustaría esperar que la historia del robo de Castelvecchio sirva de advertencia y convenza a los políticos de que es mucho más sensato invertir en el mantenimiento ordinario de nuestro patrimonio, para garantizar su plena utilización, su protección eficaz, su seguridad y su gestión serena, que en intervenciones extraordinarias, de vez en cuando.
El descubrimiento de las pinturas de Castelvecchio debe ser, en efecto (y ya lo es), un momento de gran felicidad, pero también de reflexión. Debemos mantener siempre alto el umbral de atención, debemos insistir en que nuestro patrimonio se gestione siempre con el debido cuidado, debemos (y lo repetimos a riesgo de resultar aburridos) esforzarnos por que la cultura vuelva a ocupar un papel protagonista en la lógica del país. Porque la única manera de evitar que episodios similares vuelvan a repetirse en el futuro es conceder mayor importancia a nuestro patrimonio: no hay más opciones. ¡Recordémoslo mientras lo celebramos!
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