En Turín, en el Palazzo Chiablese, se inaugura la exposición "Guercino. Il mestiere del pittore (El oficio del pintor)", que presenta, entre otras obras, las preciosas obras maestras que el pintor de Cento envió al duque Carlos Manuel I de Saboya y después de él. Un itinerario por las obras.
En la imponente y soberbia Turín, en el esplendor bañado por el sol de la plaza de los Saboya junto al Palacio Real, dentro de las elegantes salas del Palazzo Chiablese, tiene lugar una luminosa y espléndida exposición, quizá inesperada pero por ello sorprendente y magnífica, que presenta al entusiasmado espectador una serie de vívidas y absolutas obras maestras de Giovanni Francesco Barbieri, conocido como Guercino (Cento 1591 - Bolonia 1666). Bolonia 1666), que se erige -en el centro del siglo XVII- como punto de encuentro en el gran teatro que vio en la escena europea a las principales personalidades de Rubens, Rembrandt y Diego Velázquez. Fue precisamente este último quien, en 1629, aprovechó el itinerario de su primer viaje a Italia para rendir en su pequeña ciudad un homenaje directo al ya famoso y venerado maestro de Cento.
Sin duda, ciertos acontecimientos críticos y sociales arrojaron sobre el pintor, que superó todos los obstáculos creativos y luministas tras la muerte de Annibale Carracci y Caravaggio en la primera década del siglo XVII, una luz de gran mérito. Guercino príncipe, por tanto, y tal sigue siendo para los visitantes de la exposición, que se enardecen cada vez más a su paso por las salas ante los diversos lienzos vibrantes que narran la historia y los prodigios.
La exposición tiene lugar gracias a la puesta en valor del patrimonio de los Museos Reales, acompañados por la Autoridad Eclesiástica, donde las obras de Guercino han sido cuidadas y llevadas a la máxima atención. Lo único que queremos mencionar aquí es el enriquecimiento secular en la ciudad de los cuadros del pintor de Cento, que se ha producido a través de personalidades históricas de rango y de continuas adquisiciones. De este modo, Turín puede presumir hoy de desempeñar un papel relevante en el ámbito de los estudios y méritos relativos a la Europa del siglo XVII.
Sin embargo, destaca el singular título de la exposición: Guercino. Il mestiere del pittore (El oficio del pintor ), y hay que reconocer el mérito de la decidida voluntad de los organizadores y comisarios de dar vida a un pintor “desde dentro” y de hacer partícipe al visitante de las conjeturas, elecciones y actos que un artista debe llevar a cabo cuando se enfrenta al hacer. En primer lugar nutriéndose, y después avanzando cada vez en el proceso creativo, donde siempre de manera diferente los múltiples elementos de la cultura y de la capacidad visual deben ser recogidos, seleccionados y colocados “in unum” en la obra a entregar. Y es agradable ver que Guercino hace la primera entrega a sí mismo, a su complacencia, transmitiéndola intacta a sus mecenas, pero en realidad a todas las generaciones: él, tan rápido en su trabajo “que esbozaba y terminaba juntos”.
Merecen un elogio especial las comisarias, Annamaria Bava y Gelsomina Spione, que han estructurado muy bien la exposición y la apoyan con sus ensayos de excelente prosa. Hay diez secciones y su ritmo concatena toda la exposición, aumentando el interés. Así, hemos compuesto un itinerario de visita, eligiendo una o varias obras representativas de cada sección.
I. Cómo se forma un pintor: comparación con los maestros
II. Representar la realidad: Guercino y el paisaje
III. De alumno a maestro: la Academia del desnudo
IV. La afirmación del pintor: viajes, relaciones, encargos
V. En el taller del artista: naturaleza y objetos posados
VI. El proceso creativo: invención, reproducción de modelos, copias
VII. El precio de las obras y el mercado
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VIII. El mundo que rodea al pintor: ciencia y magia
IX. El Gran Teatro de la Pintura
X. Un tema de éxito: Sibilas y Femmes Fortes
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