Quizá en Gallarate (Varese) no se esperaba que el nuevo altar de la basílica local de Santa Maria Assunta se hiciera viral en la red, pero desde luego era de esperar que diera que hablar. Desde el domingo 11 de noviembre, la basílica cuenta con un nuevo altar, obra de Claudio Parmiggiani (Luzzara, 1943). Consagrado en presencia del arzobispo de Milán, Mario Delpini, el altar es enteramente de ónice blanco y destaca por estar compuesto por varios rostros masculinos y femeninos, paganos y cristianos, unidos por dos losas para formar una especie de paralelepípedo todo hecho de cabezas.
“Los rostros que componen el altar”, explicó el vicario episcopal Ivano Valagussa, “están todos reunidos en la unidad, las dos losas blancas unen al pueblo, testigo del fluir de la historia; todos están llamados por la voluntad de amor a ser uno en Jesucristo, su cuerpo ofrecido al Padre, la nueva humanidad transfigurada por el don del Espíritu, el verdadero templo de Dios construido con piedras vivas para ser la morada del mismo Dios entre los hombres”. La celebración del memorial de la Pascua, la Eucaristía, es atracción, convocatoria, comunión, sacrificio por una santidad de vida que se expresa en fraternidad, servicio, caridad y misión evangélica. De ahí lo de Iglesia ’de los gentiles’ y ’en salida’". A continuación, el vicario asoció la nueva mesa eucarística de la basílica con algunos pasajes bíblicos, en particular los relativos a la genealogía de Jesús (evangelios de Mateo y Lucas) y a la profecía de Natán (en el segundo libro del profeta Samuel: en el texto, Dios quiere decir a David que se fijará un lugar en Israel para que su pueblo “pueda habitar en su casa y ya no sea turbado y los injustos no lo opriman como en el pasado”).
El propio Claudio Parmiggiani ofreció también una interpretación de su obra: “el nuevo Altar para la Basílica de Santa Maria Assunta de Gallarate se resume en una mensa resultante de la yuxtaposición de dos losas de mármol luminosas una sobre otra que sostienen y protegen, como un pelícano materno, una multitud de cabezas antiguas; reliquias y emblemas de una sacralidad, de una humanidad, de una totalidad”.
Sea cual sea el mensaje, hay que señalar que la recepción de la obra de Parmiggiani en la red no fue la mejor, y enseguida fue apodada “el altar de las cabezas cortadas”, con muchos usuarios que encontraban tonos más bien macabros o de terror en la extensión de cabezas ensartadas unas sobre otras, y otros que, en cambio, interpretaban la obra (con sus cabezas que recuerdan a las del arte clásico, incluso con citas directas: se vislumbra, por ejemplo, un retrato de Caracalla, entre otros) como una especie de alegoría de la Iglesia que vence y destruye a los paganos. “Una obra que deja perplejo y atónito” comentaba un usuario, “teológicamente inquietante” según otro, y luego un florilegio de “horrible”, “feo”, “monstruoso”, “espantoso”, “truculento”, “de mal gusto” y así sucesivamente, hundiéndonos en comentarios de los que consideramos que no debíamos informar. Entre los más irónicos están los que especulan con que el autor podría ser Robespierre, los que imaginan que el artista se inspiró en las morgues que hay en muchas iglesias, hay quien pide un cincel e incluso hay a quien el altar le recordó imágenes de comida (un trozo de turrón, una bolsa de palomitas, un lote de scamorze). Sin embargo, también hay quien lo aprecia: “No le veo nada chocante”, dice un usuario en Facebook, “sólo piensa que en algunos santuarios o iglesias antiguas hay cuerpos esqueléticos de santos o huesos, o reliquias sagradas, bajo el altar”. Mientras tanto, la discusión continúa...
En la imagen: el altar de Claudio Parmiggiani para la Basílica de Santa Maria Assunta en Gallarate (Varese), foto de Giorgio Giovara.
Gallarate, el altar de las "cabezas cortadas" se hace viral y provoca debate en la red |
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