La retirada de una estatua de Voltaire, obra del escultor Léon Drivier (Grenoble, 1878 - París, 1951), que hasta ayer se erigía en la rue de Seine de París, está provocando un gran debate en Francia. El monumento había sido pintarrajeado a finales de junio durante las protestas del movimiento Black Lives Matter (Las vidas de los negros importan), debido a los tratos de Voltaire con el comercio en la época colonial, que habría decretado parte de la fortuna económica del gran filósofo de la Ilustración y autor de Cándido. Ayer, un vehículo de gran tonelaje enjaezó la estatua y la retiró de su emplazamiento. A raíz de ello, se desataron las reacciones de políticos, intelectuales y usuarios sociales de a pie, muchos de los cuales acusaron al Ayuntamiento de París de ser responsable de un intento de anular la cultura. En Francia, el tema está de plena actualidad: a mediados de junio, el presidente de la República , Emmanuel Macron, aseguró que Francia no borraría su historia ni retiraría estatuas.
Quien dio una explicación a posteriori fue el concejal de Urbanismo y Arquitectura de París, Emmanuel Gregoire, que tuiteó: “La estatua de Voltaire de la rue de Seine ha sido limpiada. Era una obra en depósito de las colecciones estatales, y ha sido devuelta al Centre National des Arts Plastiques (CNAP). La ciudad de París espera que pueda reinstalarse en el espacio público, con la autorización del Estado”.
Pero la justificación dada por Gregoire también generó polémica. En efecto, la obra fue entregada en depósito por el Estado a la ciudad de París en 1960, y el regreso de la escultura a las colecciones estatales sesenta años después, en un momento en que el debate sobre los monumentos está muy candente, se leyó inmediatamente como una improvisación o un intento de disimular las verdaderas razones de la retirada.
Pero también podría haber otra razón: a saber, podría tratarse de un intento de preservar la obra de nuevos actos vandálicos. Apoya esta hipótesis, entre otros, Didier Rykner, de La Tribune de l’Art, según el cual “está claro que el Ayuntamiento de París no retiró Voltaire por motivos políticos, sino por razones de preservación. Y es comprensible que el CNAP y los conservadores encargados de esta obra estén preocupados por los repetidos actos vandálicos que ha sufrido”. Sin embargo, queda la amargura de ver desmantelada una estatua porque el Estado es incapaz de poner fin a la ola de vandalismo: “apelamos a la tolerancia cero”, escribe Rykner, “pero para aplicarla hace falta coraje, y es evidente que este Gobierno carece de coraje”.
En resumen, que la estatua de Voltaire fue retirada por su significado político no parece ser más que una fake news, pero también es cierto que, aunque no haya razones ideológicas, concluye Rykner, "la retirada da la razón a todos los amantes de la cultura canceliana".
Francia, polémica por la retirada de una estatua de Voltaire de la rue de Seine en París |
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