Han comenzado de nuevo las excavaciones y los “descubrimientos” (o más bien hallazgos) en el yacimiento de Mont’e Prama, el santuario sardo de la Edad del Hierro que se ha hecho famoso por las estatuas de los llamados “gigantes”: esculturas en bulto redondo que representan a boxeadores, guerreros y nuraghe halladas en una necrópolis del municipio de Cabras, en la localidad de Mont’e Prama. Esculturas, y un santuario o heroon, con pocos comparables en el Mediterráneo.
En la mañana del 7 de mayo, la Superintendencia y el Ministerio anunciaron el descubrimiento de grandes fragmentos de dos nuevas estatuas, ambas representando a boxeadores, que enriquecerán nuestro conocimiento de un yacimiento aún en gran parte inexplorado. Aunque el ministro Dario Franceschini habla, como de costumbre, de “descubrimiento excepcional”, el hallazgo no es más que el primer paso de una campaña que no ha hecho más que empezar, pero que ha sido planificada hasta el más mínimo detalle, hasta el punto de que el director de la excavación y arqueólogo de la Soprintendenza, Alessandro Usai, precisa cómo han “ido a lo seguro” en la zona.hemos “ido al fondo de la cuestión” en la zona “retomando antiguas excavaciones y ampliándolas en continuidad con lo que conocemos como necrópolis nurágica, que se desarrolla a lo largo de un camino preciso en el tramo que estamos investigando”. La superintendente Monica Stochino también destacó cómo el descubrimiento recompensa “la constancia y la validez del método arqueológico de exploración progresiva a través de fases de sondeo preliminar e investigación sistemática, medidas y realizadas en la forma y dentro del plazo que permiten la disponibilidad de recursos y la elaboración paralela de proyectos de excavación, restauración y exposición de los hallazgos y la puesta en valor del yacimiento”. Así pues, a estos hallazgos seguirán muchos más: las excavaciones no empezaron hasta el 4 de abril.
La planificación no significa que los hallazgos tengan menos relevancia. Ni mucho menos. En el contexto sardo, y no sólo “esta necrópolis es única”, sigue explicando Usai, “la excavación aquí es una investigación integrada no sólo de las estatuas, sino de todo, incluidas las excavaciones de tumbas, gracias a la cual el aspecto antropológico también pasa a primer plano: es decir, la necesidad de definir la cronología, la naturaleza y el papel de estas estatuas”. De hecho, existe un acalorado debate sobre el significado, el uso y la cronología de los artefactos. Desde la década de 1970, por encima de la serie de tumbas bien organizadas y en la zona abierta frente a ellas, que constituye una especie de camino funerario, se han encontrado estatuas en estado fragmentario, destrozadas ya en la antigüedad y depositadas voluntariamente encima y junto a las tumbas. “En la actualidad”, explican los estudiosos, “no es posible determinar la ubicación original de las estatuas, cuyos fragmentos se encontraron en estado caótico”. Los estudios más recientes datan las tumbas y las esculturas entre finales del siglo IX y la primera mitad del siglo VIII a.C., en plena Edad de Hierro, mientras que no hay certeza sobre la ubicación original. ¿Encima de las tumbas, y cerca? Queda por saber a quién representan las esculturas, por qué se sintió la necesidad de “heroizar” a las personas enterradas -o si ése es el significado de las estatuas- y por qué producir estas versiones ampliadas de bronces nurágicos que representan los mismos temas. Y queda la cuestión de cómo se llegó a la necrópolis, o más bien a su parte monumental: las estatuas se encontraron dispersas y fragmentadas, demolidas ya en la antigüedad. ¿Fue una operación deliberada, obra de las comunidades locales o de los recién llegados (primero los fenicios y luego los cartagineses se instalaron en la cercana Tharros en aquellos siglos) o fue, como hipotetiza Usai en Repubblica, el resultado de un abandono con posterior degradación no deliberada? La investigación puede ofrecer nuevos elementos también a este respecto.
La obra actual está financiada por la Soprintendenza local con 85.000 euros y durará hasta la primavera. Un nuevo proyecto de mayor coste y ambición, dirigido por la Soprintendenza con la Secretaría Regional del MiC como estación contratante, debería comenzar más adelante. “La investigación se ha centrado en dos objetivos principales”, explicó el Superintendente Stochino, "por un lado, investigar algunos grupos de enterramientos de las fases más antigua, nurágica, y posterior, púnico-romana, con el fin de encontrar la información científica necesaria para una reconstrucción del mundo en el que se desarrollaron los fenómenos culturales que dieron lugar a la creación del yacimiento; por otra parte, ampliar las excavaciones al sur de las zonas ya investigadas, con el fin de confirmar la extensión del asentamiento monumental de la zona con la definición de la vía funeraria y la creación del conjunto escultórico formado por estatuas, modelos nuraghe y betili’.
Además, la Secretaría y la Superintendencia están a punto de lanzar una intervención aún más ambiciosa, por un monto de 2,8 millones de euros, que incluye la restauración de las esculturas encontradas entre 2014 y 2016. A estos recursos, precedidos por los 3 millones de euros destinados a la ampliación del Museo Arqueológico de Cabras como parte del programa de intervenciones previstas en el Plan Estratégico “Grandi Progetti Beni Culturali” anualidad 2015/2016, se unen también 4,15 millones de euros para el yacimiento de Tharros, también en el municipio de Cabras. Una importante inversión que dotará a la recién creada Fundación Monte Prama (que recibió 12 millones de la Región de Cerdeña pocos meses después de ver la luz) de un importante patrimonio que poner en valor. Aunque, por ahora, como ocurría antes de la creación de la fundación, los trabajos de estudio y puesta en valor del yacimiento corren a cargo de los arqueólogos de la Superintendencia del Estado. De hecho, las excavaciones actuales son el resultado de un “intenso trabajo de preparación científica y técnica” -según las palabras del comunicado de prensa- llevado a cabo por los arqueólogos Alessandro Usai y Maura Vargiu, la antropóloga Francesca Candilio, la restauradora Georgia Toreno y la arquitecta Elena Romoli. Veremos cuántas estatuas e historias más nos devolverá el suelo de Mont’e Prama en los próximos meses y años.
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