El 4 de septiembre entró en vigor (y durará hasta el 6 de enero) una nueva ordenanza antidegradación en Florencia, que esta vez lanza una enérgica lucha contra... los bocadillos, para turistas y otros. Las nuevas medidas, presentadas con gran satisfacción por el alcalde Dario Nardella, golpean de hecho a los comedores callejeros: durante todo el periodo de vigencia de la ordenanza, estará prohibido consumir alimentos que permanezcan en las aceras, en los umbrales de comercios y viviendas, así como en las calzadas, en cuatro puntos precisos del centro de la ciudad, a saber, Via de’ Neri, Piazzale degli Uffizi, Via della Ninna y Piazza del Grano. Quienes sean sorprendidos devorando sin autorización pizzas, focaccia y embutidos variados serán sancionados con una multa administrativa de 150 a 500 euros. Los comerciantes que venden comida en la zona roja de los bocadillos han recibido carteles advirtiendo a turistas y ciudadanos de la nueva normativa. La prohibición entra en vigor “en las horas de las comidas”, según dicen: de 12.00 a 15.00 y de 18.00 a 22.00. Fuera de estas horas, lampredotti, covaccini y schiacciatine pueden volver libremente a las zonas “prohibidas” (en otras palabras: sí a bocadillos y desayunos, no a comidas y cenas).
La medida, reza el texto de la escritura, se debe a que los clientes de las actividades que administran alimentos “han comenzado a detenerse fuera de los locales y a consumir los alimentos, invadiendo, en particular, las aceras y los umbrales de comercios y viviendas, provocando una situación perjudicial para el decoro y la habitabilidad de la zona, habida cuenta también del particular valor de la zona, que se encuentra dentro del área de la Unesco”. La pintoresca iniciativa, como se ha dicho, cuenta con el apoyo del alcalde Nardella, que no es ajeno a singulares batallas antigraffiti: recordamos cuando anunció la brillante idea de regar los paramentos de las iglesias (en los umbrales del abrasador verano florentino) para evitar que los turistas se sentaran, o cuando se armó de esponjas y grandes cepillos para dar ejemplo limpiando de graffiti el Ponte Vecchio.
Sin embargo, la ordenanza encuentra un irónico contrapeso en la “Florence Street Food Experience” que se celebrará, en el marco del Firenze Jazz Fringe Festival, del 6 al 9 de septiembre (justo dos días después de la entrada en vigor de la ordenanza) en la Piazza del Carmine, en la orilla opuesta del Arno: entonces, tal vez, mordisquear una hamburguesa frente a la basílica que alberga la capilla Brancacci se considere más decoroso que hacerlo en el cuadrilátero donde se ha declarado la guerra a las migas, los papeles grasientos con salsa barbacoa y las cervezas medianas en vasos de plástico. En resumen, florentinos y forasteros están avisados: el bocadillo se come sentado (y posiblemente compuesto) en la barra.
Florencia, el ayuntamiento prohíbe comer bocadillos en la calle. En los días en que se inaugura el Street Food Festival... |
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