La historia es bastante conocida: Italia ha tenido que promulgar recientemente una ley, la Ley 97 de 6 de agosto de 2013, que a través de uno de sus artículos (el 3) permitirá a los guías de otros países europeos ejercer su profesión en Italia. Con ello se pretende que nuestro país no viole una directiva de la Unión Europea que establece que no se puede impedir a un trabajador cualificado en su propio país ejercer su profesión en otro estado miembro de la unión, aunque los operadores del sector consideran que la profesión de guía turístico no entra dentro de la directiva que llevó a Italia a promulgar la ley (y también se han planteado preguntas al Parlamento Europeo en este sentido). Sin embargo, tomándola al pie de la letra, se trata de una directiva que entra en conflicto con la legislación italiana: dada la vastedad de nuestro patrimonio cultural, en Italia el guía turístico está cualificado a nivel provincial o regional. Al fin y al cabo, debe tener un conocimiento profundo y serio del patrimonio de su territorio para comunicarlo a los visitantes de la manera más competente y profesional posible. Sin embargo, la propia Ley 97 establece que varios sitios “protegidos”, incluidos en una lista especial, no pueden ser ilustrados a turistas y visitantes sin una licencia adecuada.
Esta lista de lugares aún no se ha actualizado, pero el decreto de aplicación del artículo 3 de la citada ley, que el ministro Dario Franceschini se dispone a promulgar, podría prever un examen para los guías (ya autorizados) a fin de poder ejercer su profesión en estos lugares: es un poco como si te pidieran otro examen específico para poder seguir utilizando tu coche en las callejuelas de los centros históricos. Y eso es resumir, brevemente y seguramente de forma lacónica, dos años de leyes, decretos, reglamentos y protestas.
Pues bien, lo que ocurre es que el 5 de marzo, Confesercenti Toscana y otras asociaciones profesionales, convocan un flash mob en Florencia, en la Piazza della Signoria, para pedir al ministro que tenga en cuenta las necesidades de los 22.000 guías turísticos que trabajan en Italia, que verían peligrar su ya muy difícil trabajo (los guías turísticos son autónomos con CIF, con todo lo que ello conlleva) y, por tanto, su seguridad económica. Se da la circunstancia de que el ministro recibió a una delegación de guías turísticos en el Palazzo Vecchio. Según declaraciones de Valentina Grandi, presidenta de los guías turísticos de Confesercenti, a las peticiones de los guías (en particular, que se aprobara la figura del guía turístico especializado en el decreto sin hacerles pasar por más e inútiles exámenes), el ministro respondió que se iría a trabajar a Eslovenia, porque Europa no reconocería ni la especialización de los guías ni la lista de lugares protegidos, ya que esta última sería demasiado larga.
Dario Franceschini |
Anoche, en un alarde de teatralidad impropio de un país civilizado, el ministro desmintió inmediatamente, en un post de Facebook, haber invitado a guías turísticos a ir a trabajar a Eslovenia. También se declaró asombrado de que muchos en la red “se lo crean sin la menor duda ni la más mínima verificación”. No creo que el presidente de los guías turísticos de Confesercenti sea una persona tan despistada como para enviar un comunicado falso a las agencias de prensa (porque quien envía comunicados a Ansa asume toda la responsabilidad, incluida la legal), ni creo que muchos testigos presenciales que están comentando su post, confirmando la versión de Valentina Grandi, estén diciendo falsedades para desacreditar al ministro Franceschini.
El problema no es tanto la arrogancia de la clase política, a la que estamos acostumbrados desde hace mucho tiempo, y el hecho de que un ministro, en lugar de pedir disculpas a los guías turísticos, los haga pasar por mentirosos e intrigantes: el problema reside en que nuestra clase política, además de arrogante, goza de una posición muy débil y muy poco creíble internacionalmente. Una política tan débil y tan poco creíble que no protege los intereses de los trabajadores que habitan el suelo del país que dirige. La Constitución, en su artículo 1, dice que Italia es una República fundada sobre el trabajo: habría que añadir que está fundada sí sobre el trabajo, pero sobre el trabajo de los demás, ya que nuestros políticos son incapaces de defender sus argumentos a nivel europeo.
En cualquier caso, la respuesta de Franceschini es independiente de nuestra posición sobre la forma en que nuestro Gobierno está tratando el asunto, una posición que no habría cambiado un ápice aunque la respuesta hubiera sido lo más elegante posible, o incluso si hubiera sido inventada. Los guías turísticos son figuras imprescindibles para la promoción y puesta en valor del territorio: No es posible llenarse la boca con grandes palabras como “valorización”, “belleza”, “turismo”, sin un serio enfrentamiento con quienes trabajan cada día en el ámbito de la valorización, la belleza y el turismo, obligados a luchar por un lado contra lasactividades ilegales, por otro contra una burocracia asfixiante y una presión fiscal insostenible, y por último contra una política débil e ineficaz, incapaz de servir a los intereses de los ciudadanos cuyo deber sag rado es administrar con equidad. ¿Es acaso más importante cumplir con imposiciones europeas quizás mal interpretadas, o es más importante salvaguardar el trabajo de un amplio colectivo de ciudadanos, y salvaguardar las especificidades de nuestro territorio, confiándolo a profesionales serios y con formación específica? Pero sobre todo: ¿es o no importante respetar los sacrificios que miles de personas han hecho para poder desempeñar con seguridad y pasión un trabajo con el que han soñado, y para el que han estudiado duramente? ¿Es o no importante respetar a los autónomos a los que las políticas de este Gobierno y de los anteriores reconocen cada vez menos garantías? ¿Es o no importante reconocer el trabajo de quienes cada día, con cariño y sentido del deber, hacen que los turistas que vienen aquí a conocer nuestra cultura descubran nuestro inmenso patrimonio? ¿Es o no es importante escuchar a los trabajadores que están en contacto diario con los extranjeros a los que a menudo tenemos que pedir disculpas por el vergonzoso comportamiento de nuestros políticos? ¿Es o no importante respetar a quienes luchan cada día contra los prejuicios que minan la credibilidad de nuestro país, demostrando no sólo que nuestro país ha dado tanto al mundo entero, sino también que, para una clase política que tiene fama de estar formada en gran parte por rapaces deshonestos e incompetentes, hay mucha gente que en cambio se gana la vida con honradez y competencia? En resumen: ¿es o no importante respetar a los trabajadores?
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