Una exposición sobre el juego en la Antigüedad en diálogo con las creaciones, también sobre el tema del juego, de artistas contemporáneos: esto es Giocare a regola d’arte, programada en el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles del 10 de diciembre de 2021 al 2 de junio de 2022. La exposición, comisariada por Paolo Giulierini y Ermanno Tedeschi, se basa en un recorrido, instalado en las Salas de los Frescos, que muestra cincuenta hallazgos, seleccionados entre los yacimientos del MANN, que dialogan con juguetes y creaciones artísticas contemporáneas para ilustrar cómo la naturaleza infantil de nuestra identidad quizá haya cambiado poco.
La exposición se divide en seis secciones: infancia; niñez; juego sencillo; juegos que hacen crecer; juguetes; juegos que hacen crecer. En cada segmento de la exposición, el leitmotiv es la comparación de formas y modos de juego, en una combinación de los objetos expuestos y sus “homólogos” actuales. El proyecto científico, que hoy se presenta en el Museo, se pondrá en marcha en 2019 con la exposición Bimbumbam, jugar es vida, jugar es memoria, jugar es arte, instalada en el Complejo Steri en colaboración con la Universidad de Palermo; otras exposiciones se presentaron en 2021 en el Museo de Cerámica de Mondovì y en el Museo del Néguev de Be’er Sheva en Israel, siempre poniendo de relieve cómo las actividades lúdicas y artísticas pueden adquirir una importancia formativa que va más allá del entretenimiento. El proyecto científico de la exposición del MANN es de Marialucia Giacco (Encargada de Arqueología/Museo Arqueológico Nacional de Nápoles); el diseño de la exposición es de la arquitecta Silvia Neri.
“¿Qué mejor momento para inaugurar una exposición sobre la historia del juguete que las fiestas navideñas?”, afirma Paolo Giulierini, director del museo. "El MANN se ha sumado con entusiasmo a este proyecto itinerante internacional que, en cada etapa, se enriquece con nuevos contenidos vinculados a las especificidades de los museos que lo acogen. Porque el juego es la mágica cotidianidad de los más pequeños, pero también la memoria de los adultos . Aquí, en el Museo Arqueológico de Nápoles, Lo lúdico nos devuelve con ternura a los niños de hace muchos siglos, pero también a nuestra infancia y a la de nuestros padres. Situar a las nuevas generaciones en el centro del programa significa dar sentido a la misión de un museo: en el MANN lo hacemos con muchas actividades gratuitas, abonos familiares, ediciones dedicadas, cómics y tecnología. Y con pequeños gestos de atención, como la parada Baby Pit para la lactancia y, sobre todo, haciendo participar a los niños en las grandes exposiciones con secciones como Gladiatorimania. Lo lúdico está dedicado a ellos y a los niños de todas las edades".
“La exposición es un himno al juego”, afirma Ermanno Tedeschi. “El juego es arte. Una obra de arte puede verse como un juego o representarlo; hay muchos artistas en la historia del arte que lo han intentado. Hemos seleccionado algunos artistas, en su mayoría contemporáneos, que juegan con sus herramientas y mediante técnicas dispares subliman el juego en formas poéticas. Aprender a jugar significa aprender a vivir. El juego enseña un método, a ordenar y enseña a ser serio; enseña el juego de la vida y las reglas que determinan las características del adulto del mañana. Los niños que no juegan son adultos no crecidos que no han aprendido a estar en sociedad. Las reglas y el juego caminan juntos, porque no hay juego sin reglas y viceversa”.
El juegosegún las reglas se abre con la sección dedicada a lainfancia, que a su vez se divide en dos ámbitos distintos: el primero está dedicado a la representación iconográfica del mundo infantil, y el segundo a la lactancia y la vida del recién nacido. Hay cinco estatuillas, de mármol y terracota, que fijan ciertas características expresivas de la infancia. Estos objetos del MANN incluyen dos niños arrodillados (de Pompeya, segunda mitad del siglo I d.C.), un expresivo retrato de una niña (de Sessa Aurunca/finales del siglo I-II d.C.), un niño “adulto” con toga (de Pompeya, siglo I d.C.), así como la presentación de un niño “adulto” con toga (de Pompeya, siglo I d.C.).), así como la presentación de nueve piezas, entre ellas estatuillas de kourotrophos (de Capua, siglos IV-III a.C.) y poppatoi de cerámica, que también tienen formas atrevidas, como la de un pájaro (regreso del Museo de Arte de Cleveland/ finales del siglo IV-III a.C.). Luego hay espacio para la creatividad contemporánea, con artistas como Carlo Galfione y Francesca Duscià describiendo en sus lienzos la inocencia de los bebés y su curiosa mirada al mundo; a continuación, Edward Spitz transforma al icónico Mickey Mouse en un tierno infante, mientras que la israelí Ami Shinar narra la estrechísima relación entre una madre etíope y su bebé. Luego está la dulce niña bañándose con un pato (David Gerstein), o la delicada acuarela de Emilia Faro de una niña conduciendo un coche de juguete. Incluso una simple cartulina se convierte en un juego para el niño de Sharon Rashbam, mientras que los visitantes pueden soñar con divertirse con las coloridas cerámicas vidriadas de Fosca Boggi: las obras parecen tan reales que pueden confundirse con los originales.
Luego pasamos a la infancia: en esta sección hay siete obras antiguas, tres de las cuales proceden de los almacenes. Destacan un fresco que representa a un cupido asustando a sus compañeros con una máscara (de Herculano, siglo I a.C.) y el retrato de un príncipe de época julio-claudia (de Pompeya, Casa del Citarista, finales del siglo I a.C.). Con un salto a lo contemporáneo, el público experimenta los sueños de Enrico T. De Paris y Gabriele Turola o las pesadillas de Rona Boyarski; también están los alegres juegos sencillos de Michal Lazar, así como los secretos susurrados por las doncellas de Margherita Grasselli.
Llegamos al meollo del tema del juego con ocho obras, cinco de las cuales proceden de los yacimientos. En ellos se representan las principales diversiones de los niños de la Antigüedad: el juego del clavo, en el que cada uno de los participantes tenía un clavo atado a un hilo, para lanzarlo y clavarlo en un montículo de arena/tierra (el fresco expuesto procede de Pompeya y data del siglo I d.C.); elefedrismòs (juego del caballo, representado en una terracota capuana del siglo III a.C.); el escondite (el juego dela.C.); el escondite (el fresco expuesto es un hallazgo MANN de Herculano, siglo I d.C.); la cometa(chous de cerámica ática de figuras rojas de la zona de Lucania, 470-450 a.C.); el juego del aro (representado en una terracota de procedencia incierta -siglo III a.C.-); y dados de hueso. Otros artefactos del yacimiento van seguidos de juegos que hacen crecer a la gente: estatuillas de gladiadores (de Pompeya, siglo I d.C.) y un fresco que representa a cupidos jugando al escondite y a carreras circenses (de Herculano, siglo I d.C.). Estos artefactos están flanqueados por representaciones de jugadores modernos: se exponen los gladiadores de Antonio Marciano o juguetes históricos de principios del siglo XX, que atestiguan cómo, mientras se divierten, se construyen redes relacionales que llevarán a los niños a crecer.
A continuación, los juguetes por excelencia del mundo antiguo: se exponen marionetas de terracota (de Capua, siglo IV a.C.), puestas en diálogo con las preciosas muñecas de la colección de Renata Frediani y juguetes de hojalata de principios del siglo XX. La exposición incluye también la aportación de los primeros juguetes “electrónicos” de los años 50, elegidos por Pompeo Vagliani, director del MUSLI - Museo del Libro Escolar e Infantil. Junto a estas creaciones, hay obras de artistas que han utilizado los juegos para divertirse: las esculturas Alterego, de Ale Piano, o Shanghai, de la artista israelí Suly Bornstein Wolff.
La exposición concluye con la tan temida transición del mundo de los niños al de los “mayores”: esta sección incluye, por un lado, el juego con animales, ejemplificado por una serie de piezas procedentes de los yacimientos, que incluyen estatuillas de bronce, mármol y terracota. De nuevo, la referencia a lo contemporáneo se enriquece con la meditación sobre las raíces antiguas del disfraz: se exponen máscaras cómicas (de la zona vesubiana, siglo I d.C.) y marionetas de terracota con bailarinas orientales (de la zona vesubiana, siglo I d.C.). La referencia a Pinocho es ineludible: en este sentido, el cuadro de Ezio Gribaudo, la figura bordada del israelí Nouli Omer, la escultura de Paolo Spinoglio o el valiosísimo Pinocho de madera de los años 30 que, aunque roto, no ha sido restaurado para mantener vivo el concepto de “arqueología del juego”. También hay un momento de arte participativo, en el que el público podrá completar un mosaico moderno gracias a las clavijas Pixel Art de Quercetti, una fábrica de juguetes con una impronta educativa, que realizó el rostro de Alejandro de la famosa Batalla de Issus. La exposición cuenta además con dos incursiones en espacios museísticos distintos de aquellos en los que se desarrolla el corazón de la muestra: en el Atrio, un grupo de Barbapapa, firmado por Giorgio Di Palma; en el Giardino delle Fontane, la colorista instalación Ad Ovo: conejo, gallina e hipocampo, de Camilla Ancilotto.
Para más información, visite el sitio web del MANN de Nápoles.
En el MANN de Nápoles, una exposición sobre los juegos en la Antigüedad, con obras contemporáneas |
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