El museo es placer, salud y bienestar


La sostenibilidad holística de los museos: el museo es placer, salud y bienestar. Plataformas de bienestar experiencial y medición del impacto holístico en el territorio.

Todo el mundo se esfuerza por sentirse bien: luchar por el bienestar emocional y social es un pensamiento que pertenece a todo ser humano. La aspiración a mejorar las condiciones de existencia, la ambición de una carrera profesional prestigiosa y un aumento de los ingresos, la realización sentimental de formar una familia, combinadas con unas excelentes relaciones interpersonales, representan un estímulo fundamental para el crecimiento de cada uno de nosotros. Lo que resulta algo más complejo es priorizar estos ítems y establecer los caminos a seguir para alcanzarlos. Lo cierto es que tendemos a creer que el bienestar económico puede resolver cualquier problema y que, por tanto, la búsqueda del éxito social concierne a un gran número de individuos. Pero, ¿puede el dinero comprar la felicidad?

En los países más emancipados e industrializados se ha producido un cortocircuito entre el PIB (crecimiento económico del individuo) y la percepción subjetiva del bienestar universal. Aparentemente, el bienestar económico no sólo no cumple la promesa de felicidad eterna, sino que tiende a generar sentimientos de tristeza, soledad, desconfianza en el futuro, inmovilidad depresiva, desconfianza en los demás, inconstancia e individualismo. El miedo generalizado sustituye a la alegría de vivir. El PIB puede considerarse un índice creíble a nivel racional, pero no tiene en cuenta todos esos aspectos emocionales disociados del puro materialismo. La paradoja es que hay algunos factores que contribuyen al crecimiento del PIB pero no están en sintonía con nuestro bienestar. Y viceversa1. Entre los factores decisivos para nuestro bienestar interior y cerebral están también los relacionados con el medio ambiente y lo social.



En2016, dentro de las salas del Museo Lu.C.A., en colaboración con algunos investigadores del CNR de Pisa, estructuramos una investigación en un intento de comparar la relación entre el C.E. (Cociente Emocional) y el grado de implicación de los participantes durante una representación artística. El estudio reveló cómo los más sensibles alteraban su sistema sensorial durante la representación, atribuyendo placer emocional a la experiencia. Por el contrario, los que impusieron distanciamiento, influidos por el prejuicio de no poder comprender una propuesta considerada emprendedora, fueron incapaces de dejarse llevar y, por lo tanto, encontraronaburrida larepresentación2. Si la participación cultural ocupa, después de la realización profesional, el segundo lugar entre los elementos que caracterizan el bienestar de una persona, debe haber una razón.

Las cosas o contextos que producen placer y alegría son subjetivos. El grado de bienestar puede medirse si comprendemos plenamente los parámetros que afectan a las elecciones individuales y colectivas (comunitarias) analizando, midiendo y corrigiendo no sólo los modelos de comportamiento, sino sobre todo proponiendo ofertas acordes con las nuevas estrategias museísticas encaminadas a maximizar un bienestar que, aunque sea temporal, puede producir efectos de conocimiento, autoconocimiento, educación, información y estimular un estudio que tenga puntos de vista alternativos a los anteriores.

Una exposición en el Museo Lu.C.C.A.
Una exposición en el Museo Lu.C.A.

Todo el mundo es protagonista en la búsqueda de su propio bienestar y está directamente implicado en el camino hacia la mejora o el mantenimiento de su salud interior. Sin embargo, a menudo confundimos el bienestar psicofísico que se obtiene al compartir caminos espirituales con el placer que produce la posesión de bienes materiales. Los bienes de confort pueden hacer que uno se sienta bien, pero durante un tiempo limitado, normalmente corto, y tienden a generar dependencia. El placer interior obtenido mediante la conciencia de nuestro ser y el equilibrio entre las dimensiones cognitiva y emocional genera energías positivas y estimula la amígdala3.

Si la belleza y el placer resultantes fueran tranquilizadores y previsibles, probablemente no tendrían el efecto que tienen en nuestro interior y en nuestra mente. Lo cierto es que la fuente de nuestro placer y bienestar, como las obras de arte de un museo, puede llegar a ser irrepetible si no se deja al azar, sabiendo que la respuesta emocional a cada experiencia perceptiva es única e irrepetible, aunque se repita con poco tiempo de diferencia. El placer asociado a la belleza se experimenta en el aquí y ahora. Entregarse a las emociones persiguiendo la belleza y la intensidad de las obras de arte significa vivir la realidad como protagonistas (y no como supervivientes), salir de la zona de confort de las convenciones, exaltar el pensamiento asimétrico y no huir del bienestar más intenso.

La práctica orientada hacia caminos conscientes de bienestar o salutogénesis debe arraigarse en métodos precisos, sin improvisación ni extemporaneidad, y debe implicar la dimensión física, mental y espiritual de cada persona con tres fases precisas

  • fase propedéutica: gracias a la contribución de un practicante-conductor, las personas son guiadas por caminos de meditación, reflexión, respiración y autoconciencia en relación con los demás y el contexto, con el fin de recuperar el equilibrio entre cuerpo, mente y alma. No es imprescindible organizarla dentro de las salas de exposición del museo.

  • Fase perceptiva: se sitúa justo después de la fase preparatoria. Un mediador cultural (cuentacuentos especializado en un tipo concreto de narración) transforma el espacio de exposición del museo en una plataforma de bienestar experiencial, en una puerta estelar dimensional donde la mente, ahora libre de cargas cotidianas, estrés, ansiedad y prejuicios, se entrega a compartir una historia especial que va mucho más allá de una simple visita guiada. También se deja a los participantes a solas durante unos minutos para que reflexionen sobre las obras que más les han llamado la atención. Esta fase y la anterior no pueden alterarse y deben ser consecutivas.

  • Fase de sensibilización: se pide a los participantes que expresen, si les parece bien, sus pensamientos y estados de ánimo sobre la experiencia que acaban de vivir.

Hay tres vías que he experimentado en los últimos años relacionadas con la relación entre el placer del museo y el bienestar: Mindful Museum, Museum Quantum Perception y Kundalini Yoga Museum.

El Mindful Museum potencia los procesos cognitivos, sensoriales y emocionales que las personas pueden activar en el museo antes o durante una experiencia perceptiva. Abre el espacio entre nuestros pensamientos, nuestros estados de ánimo y nuestras emociones, facilitando la consecución de una dimensión en la que la razón no frena el instinto, la racionalidad no detiene la apertura al imperio de los sentidos. El objetivo es ir más allá de todo prejuicio y dar rienda suelta a la empatía que puede crearse con cada obra de arte individual. Un camino perceptivo para compartir en el museo una experiencia de bienestar capaz de estimular el aparato sensorial con propuestas interdisciplinares. Junto con el sentido de la vista, de hecho, también podríamos involucrar al visitante con indicaciones acústicas y experimentos táctiles para experimentar, de una manera más profunda, consciente y completa, el “aquí y ahora”.

Museum Quantum Perception es un proyecto que nace de la necesidad de volver a conectar con nuestra matriz. En esta era de dramas colectivos, el ser humano se encuentra desarraigado, indefenso ante la rápida y violenta evaporación de todas sus certezas. Es un tiempo, el actual, en el que las relaciones interpersonales están contaminadas por la distancia y la desconfianza. Un tiempo en el que el miedo ha ocupado cada vez más espacio, nublando nuestra capacidad de orientación en la vida. Nunca antes había sido tan esencial reconstituir una identidad fundada sobre una base diferente, que defina el camino del hombre contemporáneo del futuro. Es imperativo proporcionar nuevas herramientas que ayuden a transformar la forma actual de percibir la vida y orientarla hacia una mayor conciencia. Una evolución de la conciencia, tanto individual como colectiva. El retorno a nuestro origen ancestral es una combinación de exploración, reapropiación y redescubrimiento total de nosotros mismos"4. El resultado es un trabajo de desprogramación que pretende desencadenar el redescubrimiento de nuestra antigüedad en clave contemporánea. Reactivando la conexión con la Pachamama, nuestra Madre Tierra, a la que debemos el origen de nuestro cuerpo físico, se producirá la reconstrucción de nuestras raíces. Nuevos cimientos desde los que partir más fuertes, más conscientes y más “ligeros”.

El Kundalini Yoga Museum (KYM) o yoga de la consciencia, está vinculado a la imagen de una serpiente -símbolo del conocimiento y la transformación- que yace latente en la base de la columna vertebral, raíz y sostén del organismo, como símbolo de nuestra energía vital latente. KYM es una poderosa práctica espiritual que pretende generar un estado de bienestar psicofísico mediante la estimulación de energías y emociones en quienes la practican. El primer museo en ofrecer KYM fue el MoMA de Nueva York, seguido por el MET - Metropolitan Museum of Art y el Victoria and Albert Museum de Londres. Incluso en este caso, no es necesario compartir la práctica de yoga dentro de las salas de exposición, pero sí es importante realizar una visita especial justo después, en un estado de gracia que permita una experiencia perceptiva única y memorable.

Un enfoque holístico dentro de un museo consagra la necesidad de comprometerse con un propósito específico: transmitir bienestar psicofísico frente a los estados de malestar provocados por el estrés, la ansiedad y la pérdida de puntos de referencia existenciales tras la pandemia. Para conseguir buenos resultados, se utilizan, como hemos visto, diversas técnicas de meditación y respiración que se complementan fluyendo por caminos vinculados a la belleza, la creatividad, la imaginación y los sueños. Este tipo de propuestas van dirigidas a todo el mundo, por lo que en este caso el perfilado del público no sirve para discriminar, sino simplemente para adaptar la propuesta a los diferentes grupos de edad. Todos necesitamos relajarnos, ya que todos vivimos en medio del ajetreo.

El impacto holístico, un poco como el impacto social, no es fácil de medir porque implica una retroalimentación intangible y muy subjetiva. A este respecto, en mis experiencias directas en Lucca y Bari (en el Museo Arqueológico de Santa Scolastica), intenté que los participantes en los talleres hablaran inmediatamente después de su experiencia y, a los que no pudieron quedarse, les envié breves cuestionarios por correo electrónico. Ciertamente, aún queda mucho camino por recorrer, pero estoy convencido de que compartir el placer y el bienestar en los museos puede reportar grandes beneficios no sólo a los individuos, sino también a toda la comunidad, en el respeto de ese bien común y esa ética que, por primera vez, aparecen en la definición de museo.

Notas

1 L. Becchetti - L. Bruni - S. Zamagni, Economía civil y desarrollo sostenible. Diseñar y medir un nuevo modelo de bienestar, Roma, Ecra, 2019, p. 15.

2 M. Vanni, Medir el instinto y la razón, en El museo se convierte en negocio. Il Marketing museale per il break even di un luogo da vivere quotidiana, Turín, Celid, 2018, pp. 100-103.

3 La amígdala es una pequeña almendra que forma parte del sistema límbico y desempeña el papel de mediador central de las emociones.

4 Inés Della Valle, especialista en prácticas relacionadas con el chamanismo y la física cuántica, impartió el taller Percepción cuántica del museo en la Lu.C.A. el 17 de junio de 2021.


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