Se trata del mayor museo del sur de Italia, el MuMe, Museo Regionale Interdisciplinare di Messina, con sus 17.000 metros cuadrados frente a los 15.000 de Capodimonte. Junto a su tamaño, otro punto fuerte frente a otros grandes museos del sur como el Palacio Arnone y el Museo Nacional de Reggio Calabria, así como el propio Capodimonte, es el carácter interdisciplinar de sus colecciones. Un patrimonio de pinturas y esculturas de primer orden, con los Antonello da Messina, Alibrandi, Montorsoli, Rodríguez y los Caravaggio, yuxtapuesto a colecciones arqueológicas, numismáticas, de artes decorativas y de mobiliario sagrado: 7.855 obras, 750 de ellas expuestas en 4.160 metros cuadrados, a los que hay que añadir los 1.330 metros cuadrados de la antigua sede del museo, la antigua hilandería Mellinghoff, convertida en espacio de exposición temporal, desde que se inauguró la nueva sede contigua en junio de 2017.
Sin embargo, las cifras de visitantes hablan de un museo poco atractivo. La comparación con Capodimonte es despiadada. En 2019, el museo napolitano registró un aumento de visitantes del 34,2% y, con casi 253.000 entradas, entra en el top 30 recopilado por Mibact. El museo a orillas del Estrecho, en cambio, apenas registró 26.000 entradas, de las que algo más de 8.000 pagando (a falta de las de 2019, las cifras corresponden a 2018).
Pero algo está cambiando. Desde hace seis meses, es decir, desde que Orazio Micali, antiguo superintendente de Messina, está al frente, se ha emprendido un camino sin precedentes (en Sicilia): la planificación a largo plazo. Subyace la visión de gestión sostenible del nuevo director, con destellos de creatividad, capaz de encontrar alternativas interesantes a soluciones triviales al más bajo nivel cultural, como las regatas en la Reggia di Caserta o el zumbe en el Museo Egipcio de Turín.
Un milagro, podría decirse, dadas las premisas de partida. Porque el tamaño, la relevancia de las colecciones y los proyectos en ciernes o ya iniciados por el director son los puntos fuertes de un museo que intenta dejar atrás una larga historia de indiferencia política e ineficacia técnica y administrativa.
Exterior del MuME de Mesina |
El proyecto museográfico y la disposición museológica
El edificio del nuevo museo, inaugurado el 17 de junio de 2017, más de treinta años después de la colocación de la primera piedra, consta de tres cuerpos de planta cuadrada, escalonados uno respecto al otro, concluidos en el extremo norte por grandes cuerpos poligonales. En el interior, dos de estos cuerpos se caracterizan por un núcleo central dentro del cual una rampa inclinada conecta tres niveles (dos destinados a espacios de exposición y uno subterráneo para almacenes, servicios y espacios de trabajo), y el tercero que se articula en torno a la sala de doble altura en cuya base se encuentra la excavación de la cripta de la iglesia del Santissimo Salvatore, un monasterio basiliano del siglo XVI. En el exterior, donde ya se encontraban las piezas de piedra expuestas, entre 1998 y 2005 se volvieron a montar los portales de varias iglesias destruidas en el terremoto de 1908 y las dos fuentes supervivientes de los “cuatro cantos” de Mesina.
El nuevo itinerario expositivo, definido en diciembre de 2012, desarrolla el sistema historicista integrado concebido eficazmente entre los años 1980 y 2000 por la entonces directora Francesca Campagna Cicala, actualizándolo a la luz de los estudios posteriores, del inventario y de la verificación archivística efectuados sobre el conjunto del patrimonio, así como de las recuperaciones posibilitadas por las restauraciones. Es el resultado de las diversas aportaciones realizadas a lo largo de los años por los sucesivos directores: Gioacchino Barbera, Giovanna Bacci y Caterina Di Giacomo, en constante confrontación con los diseñadores responsables de las opciones museográficas y museotécnicas, Antonio Virgilio y Gianfranco Anastasio.
Los fondos del museo, constituidos por materiales históricos y artísticos recuperados de los escombros del terremoto de 1908 y de las colecciones del Museo Cívico Peloritano del siglo XIX, están dispuestos en nueve secciones expositivas, desde la Edad Media hasta principios del siglo XX. Los almacenes pueden visitarse. Queda por montar la Sala del Tesoro.
La idea museística del director Micali
Micali ha consignado su visión del museo de Mesina, un caso único en Sicilia, en un documento programático compartido con la prensa. Se basa en una visión integradora, social, con actividades sostenibles, teniendo claro que en la escala de valores el económico debe estar siempre subordinado al cultural, pero sin atrincherarse en posiciones “puristas”, cerradas a la posibilidad, pero también a la oportunidad, de rendimientos económicos de las actividades de gestión. En este sentido, la gestión del patrimonio cultural no debe limitarse a un modelo pasivo más tradicional, basado únicamente en la preservación de las colecciones o en actividades de investigación con resultados comprensibles sobre todo para un pequeño círculo de iniciados. “Sostenible es la consigna de esta gestión”, explica Micali, "y para tener una gestión sostenible necesitamos una gobernanza participativa y multinivel entre las distintas partes interesadas y una cooperación intersectorial sólida, estable y compartida".
El título del documento del programa ya habla por sí solo: Políticas de desarrollo de los museos. Programa para los próximos tres años. En plural, no en singular. No sólo una, de hecho, puede ser la política para el patrimonio cultural. Por el contrario, las “políticas culturales” sólo pueden tener un alcance sistémico. Es decir, deben estar vinculadas a las orientaciones programáticas de otras políticas que se ocupan de las infraestructuras, la planificación, las obras públicas, la protección del medio ambiente, el turismo, la formación y, por supuesto, la economía, porque toda política cultural implica una política económica, sin que ello tenga por qué suponer una mercantilización estrecha. Por cierto, y más en general, si los bienes culturales deben ir siempre unidos en el marco de un proyecto unitario, se comprende la poca utilidad que tiene discutir si es más válido unir Bienes Culturales - Turismo (Letta), Bienes Culturales - Agricultura (gobierno amarillo-verde) o Bienes Culturales - Medio Ambiente (Montanari), y de nuevo Bienes Culturales - Turismo (Franceschini). Persistimos en encontrar fórmulas binarias, en inventar engorrosas instituciones a dos niveles, cuando podrían encontrarse instrumentos más flexibles, como mesas permanentes de concertación interministerial, documentos de acuerdos programáticos.
Volviendo a nuestro museo y al segundo punto del título del documento de Micali, observamos otra novedad para un museo siciliano. La planificación a tres años habría sido imposible hace poco, cuando los ingresos por entradas iban a parar al caldero indistinto del presupuesto regional. Desde el presupuesto de 2018, sin embargo, el gobierno de Musumeci ha estipulado que el 100% debe permanecer en el Assessorato dei Beni Culturali e dell’Identità Siciliana. Pero, ¿cuánto vuelve realmente al museo?
MuMe 22A, sala del museo y el estrecho de Mesina al fondo. Foto Antonio Parrinello |
Dentro del MuME |
Dentro del MuME |
Interior del MuME |
Nuestra Señora del Rosario de Antonello da Messina |
Rinaldo Bonanno, el monumento funerario Marchesi-Barresi |
¿Programación a coste cero?
“El museo de Mesina no ha producido ni podrá producir crecimiento si confía su programación futura a los fondos del presupuesto ordinario de la Región”, observa Micali. Por “crecimiento” entiende progreso en la calidad de vida de los ciudadanos, que también se consigue con crecimiento económico. Y el bienestar colectivo promueve el desarrollo. Es un círculo. Pero, ¿se puede fomentar el bienestar colectivo a coste cero? ¿Sin invertir recursos?
Lascifras son irrelevantes. Y eso que, como recordábamos, en 2018 se tomó una decisión histórica por parte de la Región: por primera vez una ley financiera establecía que el 100% de lo recaudado por la venta de entradas se quedaría en el Departamento de Patrimonio Cultural, en lugar de acabar (íntegramente como en el pasado o en términos porcentuales, como en años más recientes) en la caldera del presupuesto regional. El hecho es, sin embargo, que el museo de Mesina en 2019 se ha quedado con apenas mil quinientos euros. ¿Cómo es posible? Las cuentas se hacen rápidamente: de ese 100%, sólo el 20% vuelve a los museos. Repartido de la siguiente manera: el 50% para gastos de funcionamiento, el otro 50% para exposiciones, a repartir proporcionalmente al número de entradas. “La cuota fijada el año pasado no se indicó”, explica Micali, “y mucho menos se puso a disposición, mientras que la proporción entre el total de entradas de los museos interdisciplinarios y regionales y el de Messina cuantifica en algo menos de 1.500,00 euros la parte de los ingresos de 2018 (28.247.808,00 euros) que se asignará a nuestro museo”.
Si la aritmética no cuadra, y para que cuadre hace falta repensar la lógica de la Región en la asignación de fondos, al director no le queda más remedio que centrarse en esa "gobernanza participativa" que mencionaba. Compartida con la administración municipal, con la Empresa Municipal de Transportes, con el Patronato del Teatro Autónomo, con las Universidades de Mesina y Reggio Calabria, con la Marina, con la Administración Penitenciaria, con laAutoridad Portuaria, con la Curia Arzobispal, con el Conservatorio de Música, con asociaciones de voluntarios, pero también con empresas y empresarios que ya han dado o declarado su apoyo a las iniciativas propuestas por el museo.
Mirando más allá de las fronteras de la ciudad. Pero también las regionales. Ya ha ocurrido en el pasado. Gracias a un acuerdo con MART, el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Trento y Rovereto, y a las exposiciones que tuvieron lugar entre 2015 y 2017 (’La invención futurista-Depero’ y ’Mediterráneo, lugares y mitos’), el museo registró un aumento constante de visitantes, con porcentajes que oscilaron entre +14,5 y +17, para sufrir una contracción de alrededor del 8% en 2018.
Pero Micali no solo piensa en grandes eventos. Si entre “los indicadores del éxito de una exposición, el número de visitantes es sin duda el criterio más evidente y con igual certeza el menos importante”, escribió en 2006 Mauro Lucco, comisario del inolvidable monográfico-evento dedicado a Antonello da Messina en Roma, en las Scuderie del Quirinale, el director de Messina no se deja enjaular por modestas lógicas culturales. En su programa, ha dado protagonismo a exposiciones menos impresionantes, pero que tienen el mérito de ser gratuitas, pensadas para la antigua hilandería Mellinghoff, cada dos meses. Están más en consonancia con la “personalidad” museística de la que hablábamos, ya que pretenden poner de relieve el patrimonio almacenado en los depósitos y archivos del museo. Las seis primeras “ventanas” abarcan los 111 años transcurridos desde el terremoto de 1908. La primera, Cabalgando a través de los siglos, se inauguró el 7 de febrero de 2020.
El disfrute, auténtico objetivo de la puesta en valor, sirve para reforzar el vínculo entre el museo y la comunidad. Micali está convencido de ello: “el Museo de Mesina debe formar parte de la vida cotidiana de la ciudad”. Hay un nutrido calendario de eventos que se convertirán en una característica habitual del museo: la apertura extraordinaria, nocturna, en Farragosto; la “Semana Caravaggio” (aperturas nocturnas, encuentros, entradas diferenciadas y jornadas de estudio), coincidiendo con el 29 de septiembre, día del nacimiento de Michelangelo Merisi da Caravaggio; ’verano en el museo“; aperturas nocturnas extraordinarias, donde el ballet, la actuación, el canto, la representación teatral se encontrarán con una o varias obras de arte expuestas en el museo, y donde la cena, en tema, también forma parte de la promoción del encuentro entre las artes. Una idea de ”simposio“ no un fin en sí mismo, que Micali ha declinado de diversas maneras, como veremos. Y, de nuevo, ”MovieMuMe“, un ciclo de diez proyecciones en la antigua Filanda, dedicadas al arte, la historia y las tradiciones de Sicilia, al precio de dos entradas ordinarias de museo. ”MuseoCittàMuseo" pretende, por otra parte, devolver a sus espacios urbanos originales los aparatos arquitectónicos monumentales (columnas, capiteles, entablamentos, lápidas, escudos, etc.) recuperados de los escombros de 1908 y ahora amontonados en la explanada al aire libre del museo, con problemas de carácter puramente conservador. Una recontextualización con “fondos extrarregionales y comunitarios, pero que debe encontrar el apoyo”, se afana en señalar Micali, “de la comunidad de la ciudad a la que, antes que a ninguna otra, se le atestigua el deber y la responsabilidad social de autodeterminarse. Una voluntad que debe configurarse en el accionariado popular”. Porque la reapropiación de los bienes colectivos también pasa por estas formas de protagonismo social.
Micali (arrodillado en el centro) en un acto del MuMe dedicado a los niños |
Accesibilidad y servicios
Si la sociedad se convierte en protagonista, es evidente que no tiene sentido seguir permitiéndole acceder al museo por la “puerta de atrás”. En el documento programático que compartió con los habitantes de Mesina, el director aborda en primer lugar la cuestión de la accesibilidad. El museo es la suma de dos organismos constructivos desconectados: el antiguo emplazamiento en la antigua Filanda Mellinghoff, antes Museo Nacional, y el complejo en el que se ordenó el nuevo museo, construido como parte autónoma de las estructuras anteriores, sin conexiones ni vínculos. La entrada permaneció donde siempre había estado, dando acceso al antiguo edificio del museo. En el nuevo diseño, sin embargo, los puntos de acceso pasan a ser dos, “para garantizar que la zona general del museo cumpla más de una función”, explica Micali. El principal, como en la intención original del diseño, pasa a ser el de Viale della Libertà; mientras que el actual acceso desde la larga piazza del Museo se dividirá. Desde la primera puerta, se podrá recorrer la histórica avenida de acceso al antiguo museo, con su conspicua colección de monumentos lapidarios ya presente, que se enriquecerá con obras adicionales (trasladadas desde la explanada monumental o desde los depósitos), bancos y plazas de aparcamiento. El segundo acceso, por su parte, se activará coincidiendo con la apertura del “gastrobar”, la librería y la tienda de merchandising, que se construirán justo dentro del espacio museístico, cerca de ambas puertas de entrada. En concreto, el “gastrobar” se creará ocupando una esquina de la antigua hilandería, en lo que fue la Sala de Carruajes del Senado. Permanecerá abierto más allá del horario de visita del museo, sin interrupción de 08:00 a 22:00, todos los días. “Para favorecer la visibilidad y la accesibilidad de esos espacios”, explica Micali, “y para que los servicios adicionales recién realizados sean lo más utilizables posible [la concesión se otorgó el pasado 7 de agosto, ed.]. Y subraya: ”La realización de estas obras ha sido asumida por la empresa adjudicataria de los servicios al público, que ha previsto una inversión de capital sensiblemente superior a las obligaciones contractuales.
Pero aún queda mucho por hacer en el frente de la fruición. Hay que replantearse la señalización interna y externa, los subtítulos y los aparatos didácticos. Incluso faltan guías en papel, por no hablar de las digitales o las audioguías. Para los discapacitados visuales, se está estudiando “un sistema de nuevo diseño y producción para la percepción táctil”, anticipa además el director. Pero el museo también necesita llegar hasta ahí. Necesitamos una señalización que cumpla el nuevo Código de Circulación, pero también una pensada para los pasajeros de cruceros, que representan el mayor flujo de turistas en la ciudad. Y aunque en 2018 desembarcaron casi 400.000 turistas, no hay ninguna forma de promoción del museo ni a bordo ni en tierra. Se ha iniciado un debate, explica Micali, con el “comisario extraordinario y el secretario general de la Autoridad Portuaria de Mesina, la empresa Aditus (servicios adicionales), el Ayuntamiento de Mesina y la ATM, que ya ha elaborado un modelo de solución que implica lala compra de un billete acumulativo, que contiene el acceso al autobús con una nueva línea dispuesta por la ATM de acuerdo con el Ayuntamiento con una terminal cerca del punto de desembarque, el acceso al museo, una visita con un guía especializado y una guía impresa”.
Explanada del museo con elementos de piedra de monumentos perdidos de la ciudad |
Un museo solidario: “billete suspendido”, “billete partido”, almuerzo para los necesitados
Hablando de la “creatividad” del director, Micali ha inventado un nuevo tipo de billete: el "billete suspendido“. Igual que el ’café suspendido’ en Nápoles, una tradición de filantropía y solidaridad, viva en la cultura social, que consiste en el regalo de una taza de café en beneficio de un desconocido pagado por adelantado por el cliente de un bar. Y cita al escritor y filósofo Luciano De Crescenzo: ”Cuando alguien es feliz en Nápoles, paga dos cafés: uno para él y otro para otra persona. Es como ofrecer un café al resto del mundo“. Así, ”cualquiera puede comprar un ’billete suspendido’ como gesto de solidaridad en beneficio de un visitante desconocido", comenta. Y de nuevo, pensada para personas necesitadas, pero también para artistas y estudiosos, la ’entrada partida’ , al mismo coste que la ordinaria, permitirá el acceso varias veces durante la misma semana. Mientras, con el director del Museo Nacional de Reggio Calabria, están pensando en un billete "inteligente " que combine museos pero también fomente el turismo a ambos lados del Estrecho.
Y además resulta que al museo se accede sin necesidad de billete. Micali debió de tomarse al pie de la letra una de las dos leyes regionales con las que se construyó ex novo hace más de cuarenta años un sistema de bienes culturales paralelo al del Estado, la que identifica entre sus fines “el uso social de los bienes culturales y medioambientales en el territorio de la Región de Sicilia” (L.R. n. 80/1977). No sólo por el acuerdo con la Dirección de la Prisión de Mesina para compartir un programa de rehabilitación a través del arte, sino sobre todo porque 2019 se cerró con un acontecimiento al que, con razón, dieron relevancia incluso los informativos nacionales: el almuerzo ofrecido gratuitamente a 100 personas necesitadas, preparado por el chef Heinz Beck, galardonado con una estrella Michelin, acompañado de una visita a las salas con los Antonello da Messina, Caravaggio, Alibrandi, Montorsoli y Rodríguez.
Así, mientras el Palacio Egipcio de Turín hace zumbe, la Reggia di Caserta regatas, bodas de las mil y una noches en la isla de San Clemente de Venecia o en el Palazzo Pitti de Florencia, desde Sicilia un ejemplo de gestión socialmente sostenible de un museo, en lugar de eventos que nada tienen que ver con el destino cultural del patrimonio o que incluso lo segregan en beneficio de unos pocos, con el poder discriminatorio de la cartera. Nada de cenas de gala ni banquetes exclusivos a orillas del Estrecho. Pero Micali, que ya había acogido en noviembre la investigación sobre la explotación laboral en el patrimonio cultural llevada a cabo por el colectivo ’¿Me reconoces? Soy un profesional del patrimonio cultural’, fue más allá. Consiguió interpretar la identidad más auténtica del museo nacido de los escombros y que lo diferencia de todos los demás. El lugar que la comunidad de Mesina llevaba un siglo esperando, desde las secuelas del trágico terremoto de 1908, cuando la necesidad de de enganchar con las fuertes tenazas narrativas de un museo el tejido de una memoria que, se comprendió enseguida, no podía permanecer sepultada bajo el polvo y los restos, junto con los hombres y las obras de arte que daban testimonio de la pasada magnificencia de la ciudad. Si todos los museos nacen para exorcizar la muerte, para sustraer los objetos a la vida y al inexorable paso del tiempo, con este evento se invitaba a la comunidad de Mesina a reelaborar el duelo que había afectado a toda una sociedad. De hecho, el almuerzo se celebró el 29 de diciembre, día elegido precisamente para conmemorar la solidaridad y la ayuda aportadas tras el terremoto de 1908, primera señal concreta de vida tras la terrible tragedia. El museo respondía a una necesidad de “inclusión”, de “pertenencia”, son los términos que utilizó el director. “Cada familia, cada persona, cada grupo de esta ciudad ha podido tener a una o varias personas como invitadas a comer, acogiéndolas en el entorno más bello que puede ofrecer, como hacemos cada uno de nosotros cuando recibimos a un invitado en nuestra casa. Más aún cuando es Navidad. Y el Museo es el lugar más bonito de la ciudad”, comentó. Una invitación hecha posible no mediante la fórmula “más fácil” del mecenazgo (doy una aportación para recibir un retorno de imagen), sino del mecenazgo: quienes pagaron los 50 euros para sufragar el almuerzo de los menos afortunados lo hicieron de forma anónima por pura generosidad filantrópica. Almuerzo gratuito, con aportaciones necesarias para sufragar los gastos de la comida que se sirvió (alquiler de mesas y sillas, compra de manteles, vajilla, cubertería, vasos, bandejas y demás enseres necesarios).
Y cuando hablamos de la interpretación de la "identidad museística“, ¿no es éste un ejemplo de la aplicación concreta del significado con el que se rebautizó al Departamento de Patrimonio Cultural, que en años no muy lejanos se llamó también ”Identidad Siciliana“? Reducido a la derivación interpretativa ligada a la dimensión de la retórica, el de identidad no es un término que haya que proscribir porque se tergiverse instrumentalmente su significado. Es, por el contrario, un tema central del Código del Patrimonio Cultural y del Convenio Europeo del Paisaje, que eleva este último a ”fundamento de la identidad". Si no se queda en un caso aislado, podría ser un modelo de gestión propuesto al resto del país.
El “polo museístico”: la red de institutos encabezada por el Museo Antonello
El museo de Mesina es la cabeza de lo que podría llamarse un "polo museístico “, que es lo que era hasta la reorganización del Departamento de Patrimonio Cultural el pasado julio, cuando pasó de llamarse ”polo“ a ”servicio" en el lenguaje burocrático. Incluye el Museo de las Tradiciones Silvo-pastoriles de Mistretta, el castillo de Spadafora, el castillo de Bauso, Villa Depasquale y el asentamiento bizantino de Ganzirri. Pero, ¿qué personal tenemos? ¿es el adecuado para gestionar todos estos yacimientos?
La oficina“, explica Micali, ”se compone de una dirección y tres unidades operativas (personal y seguridad; museo y biblioteca de Mistretta; mantenimiento, colecciones y restauración). Además del director y los tres responsables de las unidades operativas, el personal está formado por tres oficiales técnicos, cuatro oficiales historiadores del arte, tres oficiales bibliotecarios, tres catalogadores expertos en historia del arte y archivos; dos instructores ejecutivos con funciones de consignatario y adjunto; un instructor ejecutivo restaurador; algunos otros instructores ejecutivos y colaboradores con diversas funciones administrativas. El personal de los servicios de seguridad y atención al visitante está formado por un centenar de personas con cuatro tipos de contratos laborales, menos de la mitad a tiempo completo. Cabe señalar que el Museo establece turnos de seguridad de 24 horas. Otros pocos empleados a tiempo parcial se ocupan de la jardinería y la limpieza de partes de las zonas exteriores, y otros pocos apoyan las actividades administrativas. En los lugares periféricos gestionados por el Museo de Mesina trabajan otras seis unidades de personal (instructores y colaboradores). Villa De Pasquale está abierta al público un día a la semana".
En resumen, “es más que evidente que el personal es ampliamente insuficiente para permitir un trabajo técnico, administrativo y de proyecto completo. En lo que respecta a la supervisión y la utilización, actualmente la distribución juiciosa y equilibrada del personal permite cubrir los turnos sin grandes dificultades. Sin embargo, el plan de abrir al público la antigua hilandería Mellinghoff en la medida de lo posible para exposiciones y muestras supondrá sin duda cierta criticidad para el sistema y habrá que recurrir a las horas extraordinarias. El personal técnico administrativo, entretanto reducido por algunas jubilaciones, es insuficiente. Sólo hay tres técnicos para ocuparse de los proyectos ordinarios y extraordinarios de mantenimiento de todo tipo, pero al mismo tiempo de los proyectos de mejora mientras se trabaja en las exposiciones y muestras, por no hablar de las acciones técnicas para la seguridad y la salud de los visitantes y del personal interno. Lo mismo ocurre, con competencias y objetivos diferentes, con los historiadores del arte. Baste decir que nuestro Museo es la oficina regional para la autorización de la exportación de obras de arte, llevando a cabo una docena de investigaciones preliminares y autorizaciones a la semana. Y los historiadores del arte tienen mucho trabajo con la presencia de un solo restaurador en un museo con tantas obras. El personal de seguridad y accesibilidad suple como puede la escasez de electricistas, fontaneros, herreros y carpinteros”.
Como decíamos, el nombre cambia, pero la sustancia permanece. El nuevo “Servicio de Museos”, heredero del antiguo polo, sigue basándose en una lógica de “red territorial”, con sitios “menores” integrados en el museo que actúa como motor. Por el momento, el director se ha centrado en las “urgencias” de este último. “Concentrar el primer compromiso principalmente en el museo significa”, nos dice, “aspirar a un resultado con capacidad motriz también para los demás sitios”. Para lo cual, sin embargo, “no hemos estado ociosos. Conozco bien las condiciones de Villa de Pasquale y ya he iniciado un debate interno sobre una hipótesis de valorización que traduciremos en un proyecto-programa que propondremos al Consejero y a la Dirección General a principios de 2020”. Con la administración municipal de Villafranca Tirrena, especialmente activa, hemos iniciado conversaciones y discusiones sobre el futuro del castillo de Bauso. Mientras tanto, hemos favorecido y apoyado con nuestro personal los acontecimientos que han tenido lugar en verano. Para el castillo de Spadafora, será necesario un debate preliminar con la administración municipal. Para los tres sitios, creemos que llegaremos a un plan para su uso y valorización en la primavera de 2020, con el fin de estar activos al inicio de la nueva temporada turística. Para el Museo de Mistretta, en los montes Nebrodi, es necesario un razonamiento más complejo y mediado, ya que no es fácil gestionar un yacimiento y un personal a tanta distancia y con las limitaciones que supone el uso de los coches de la administración para desplazarse al yacimiento. La dificultad de interactuar con la administración municipal, actualmente en funciones, no facilita el desarrollo de proyectos y programas compartidos. No obstante, a principios del próximo año se pondrá en marcha un proyecto de educación escolar, al que se ha asignado una pequeña cantidad de fondos".
En la segunda parte del informe: el recorrido de la exposición, los problemas, los fallos del proyecto, las cifras del museo
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