Del 4 de abril al 30 de junio de 2019, la Casa dei Carraresi de Treviso acoge la exposición Japón. Tierra de geishas y samuráis, comisariada por Francesco Morena, que ofrece un recorrido transversal por las artes tradicionales del archipiélago de Extremo Oriente a través de una precisa selección de obras que datan de los siglos XIV al XX, procedentes todas ellas de la colección privada de Valter Guarnieri, apasionado coleccionista trevisano que ha creado en las últimas décadas una colección de gran calidad y vasta en cuanto a materiales, técnicas de producción y temas iconográficos. La exposición está producida por ARTIKA con la colaboración de la Fondazione Cassamarca y el patrocinio del Ayuntamiento de Treviso.
El itinerario se desarrolla por islas temáticas, por un lado ahondando en los múltiples aspectos relacionados con las costumbres y actividades tradicionales del pueblo japonés, y por otro creando se centra en las peculiaridades e historia de la colección. La inauguración de la exposición sólo podía estar dedicada al binomio Geisha y Samurai. En efecto, el Japón tradicional es un país poblado por bellas mujeres, las geishas, y audaces guerreros, los samuráis. La clase militar dominó el País del Sol Naciente durante mucho tiempo, desde el siglo XII hasta mediados del XIX, imponiendo su voluntad política y elaborando una cultura muy refinada cuyos ecos aún se sienten hoy en muchos ámbitos.
La geisha, o en términos más generales la belleza femenina tal y como la entendemos (rostro ovalado salpicado de polvo blanco, ropas muy elegantes y modales cadenciosos), ha representado un topos cultural igualmente arraigado en Japón, desde las damas de la corte altamente cultas del periodo Heian (794-1185) hasta las cortesanas que vivieron entre los siglos XVII y XIX, tan bien inmortalizadas por Kitagüt tan bien inmortalizadas por Kitagawa Utamaro (1753-1806), el pintor que mejor que ningún otro plasmó la vivacidad de los barrios de recreo de Edo (actual Tokio).
Del mundo de los hombres al abarrotado mundo de los dioses, síntesis de creencias autóctonas e influencias del continente asiático. El budismo, en particular, de origen indio, llegó al archipiélago a través de China y Corea. Impregnó profundamente el pensamiento japonés, sobre todo en su variante zen, de la que da fe en esta sección un grupo de pinturas en formato de pergamino vertical que representan a Daruma, el mítico fundador de esta secta.
Este acercamiento al arte y la cultura japoneses prosigue introduciéndonos en la vida cotidiana de sus gentes: desde actividades de entretenimiento como el teatro Kabuki, el uso del kimono hasta la predilección de los artistas japoneses por la microescultura. De esta última encontramos ejemplos en el núcleo de accesorios relacionados con el hábito de fumar tabaco. También se dedica espacio a los cuentos tradicionales y a temas relacionados con la literatura. El plato fuerte de la gran exposición está reservado a la relación de los japoneses con la naturaleza, que en el sintoísmo, doctrina filosófica y religiosa autóctona del archipiélago, es expresión de la divinidad. Esta relación privilegiada con la Naturaleza se investiga aquí a través de una serie de pinturas de pergaminos verticales, algunas de las cuales fueron ejecutadas entre los siglos XIX y XX, en los albores del Japón moderno.
A mediados del siglo XIX, tras más de dos siglos de aislamiento consciente, el país decidió abrirse al mundo. Así, en el espacio de unas pocas décadas, Japón avanzó con convicción hacia la modernidad. Mientras tanto, europeos y estadounidenses empezaron a apreciar las artes superfinas de aquel pueblo y muchos llegaron a descubrir el mítico archipiélago. El cambio de escenario llevó a muchos artistas a adoptar técnicas y estilos foráneos, y a muchos artesanos a producir obras destinadas explícitamente a compradores extranjeros. Entre las formas de arte inéditas en Japón en aquella época, la fotografía artística ocupa sin duda un lugar destacado. Los extranjeros que visitaban el archipiélago compraban muy a menudo fotografías para conservar y compartir un recuerdo de aquel misterioso y bello país. Este es el caso del forastero que adquirió el núcleo expuesto en la muestra, quien escribió en español, en los márgenes de las fotografías, descripciones de los lugares y actividades retratados en sus instantáneas. La última sala está reservada a una de las formas de arte más complejas y a la vez más fascinantes de Japón, la escritura. Grandes pantallas adornadas con poderosas caligrafías cierran la apasionante exposición.
La exposición abre de martes a viernes de 10.00 a 19.00 horas, los sábados, domingos y festivos de 10.00 a 20.00 horas. Entradas: tarifa completa 12,00 euros tarifa reducida 10,00 euros (grupos de al menos 10 personas, miembros de Fai, Arci y Touring Club, titulares de billetes de Trenitalia con destino Treviso), tarifa reducida especial 8,00 euros (estudiantes de 6 a 26 años), tarifa reducida familia 8,00 euros (al menos 2 adultos y 1 menor). Gratuito para periodistas previa acreditación, guías turísticos con distintivo, profesores acompañantes, discapacitados no autosuficientes con acompañante.
Imagen: Bellezas femeninas, biombo de 6 paneles pintado en tinta y colores sobre papel, 173x372 cm, periodo Taisho (1912-1926). Detalle
El Japón de las geishas y los samuráis se expone en Treviso |
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