Un artículo del Corriere della Sera, firmado por Pierluigi Battista, publicado el 26 de marzo, suscitó un debate: el autor proponía la creación de un “Fondo Nacional para la Cultura” o “Bono Cultural”, del que, sin embargo, el propio Battista no podía dar una explicación (“su viabilidad práctica debe ser bien estudiada, lo que sólo los expertos en economía y finanzas podrían indicar con detalle técnico”, pero se trataría de “un Plan, con el que los ahorradores italianos contribuirían a salvar del desastre, o incluso de la muerte, ese inmenso patrimonio constituido por teatros de teatro y de cine, teatros de ópera, museos, galerías”, etc.).). Battista no entra nunca en detalles, pero escribe que podría tratarse de una especie de préstamo “gestionado con los instrumentos propios de los bancos y del mundo financiero, administrado por una entidad que reúna a los sectores público y privado y que proceda con criterios de distribución de los fondos que se asignarán a cada institución individual y cultural que deben ser justos y transparentes, sin trabas ni opacidad”.
En esencia, parece que Battista quiere hablar de un fondo de inversión. La idea fue bien acogida por algunas organizaciones como la FAI, el MAXXI, Federculture y otras, pero ningún economista o, en todo caso, ningún técnico la apoyó. La idea de un fondo de inversión para la cultura no tiene paralelo en Europa, y lo sería, explica el colectivo Mi Riconosci? profesional del patrimonio cultural, que lo ha analizado con la ayuda de algunos economistas, como “una operación con nulos beneficios económicos y altísimos riesgos, que sólo favorecería a muy pocos inversores sin escrúpulos, nacionales e internacionales”.
Un fondo de inversión es un instrumento financiero a través del cual se pueden emitir títulos (bonos) que prevén un “intercambio” entre quien los emite y quien los compra: el comprador garantiza liquidez al emisor, y éste, además de tener que devolver obviamente la suma, paga a cambio intereses al comprador. Dado que una obligación es, trivializando, una especie de préstamo, el préstamo debe estar garantizado. Sin embargo, un bono, para ser atractivo para los compradores, debe ser beneficioso para ellos. Un bono sectorial, vinculado a la cultura, sería desventajoso para el Estado (y de hecho, explica el colectivo en un largo artículo publicado en su web oficial, no existe nada similar en Europa porque “el patrimonio cultural público tiene unos costes de gestión muy elevados, no tiene ánimo de lucro y sólo puede garantizar ingresos a los inversores a costa de sacrificios muy duros y, en resumen, inútiles”) porque dado que invertir en la cultura pública italiana es una opción de alto riesgo, especialmente en un momento de grave crisis como el actual, nadie compraría un “bono cultural” a menos que el Estado se plegara a “condiciones muy duras para garantizar a los inversores, como recortar (aún más) los gastos y el personal, poner a la venta determinados bienes públicos, etc.”.
El Estado, racionalmente, no tendría ventajas económicas, según la hipótesis de Mi Riconosci, pero los grandes inversores con grandes sumas (30, 40, 50 millones de euros son las cifras que baraja el colectivo) podrían beneficiarse. Se plantean tres hipótesis. El primero es el optimista: “la cultura italiana se reanuda en unos meses, los teatros y museos están llenos, hay un boom turístico y un hambre generalizada de cultura”, y “como todo se ha vinculado al fondo de inversión, todos los ingresos van a parar a los inversores, sin posibilidad de crecimiento del empleo, dado que la contención de los costes sería sin duda una de las condiciones previas”. El segundo escenario es el equilibrado: “los inversores golpean la caja para obtener el rendimiento económico que el Estado les había garantizado en el momento de la venta de bonos, pero dado el momento de crisis, la cultura tiene dificultades para reanudarse”, por lo que el Estado, para evitar el escenario pesimista, “reembolsa a los inversores en entradas para teatros, exposiciones, museos (por ejemplo, 100 euros en entradas por cada 20 euros invertidos en bonos), u otros servicios, garantizándoles la posibilidad de revenderlos a un precio más elevado”. Por último, el tercer escenario, el pesimista, prevé que las cosas vayan mal, la cultura no se reinicie y el Estado no sea solvente, es decir, no pueda devolver el dinero a los inversores. “Entonces todos los bienes culturales que se incluyeron en el Fondo pasan a ser propiedad de los inversores: sean rusos, saudíes, italianos, chinos, da igual, lo que cuenta es quién ha invertido más. Eso sí, para que unos bonos así resulten atractivos, desde luego no bastaría con apostar por pequeños museos provincianos, sino por piezas valiosas, arriesgándolo todo”.
Por lo tanto, afirma Mi Riconosci, de hecho el Corriere della Sera, “no sabemos hasta qué punto conscientemente, está pidiendo al Estado italiano que ponga ahora sus bienes públicos en el mercado financiero para permitir que otros hagan negocio, esperando que, incluso de buena fe, muchos pequeños inversores italianos decidan comprar Culturabond de 10-20 mil euros, pensando que están ayudando al patrimonio cultural, cuando en cambio sólo estarían ayudando al negocio de los grandes inversores”.
<p’No sabemos por qué, no sabemos cómo es posible que una idea así haya aparecido en el periódico nacional italiano más importante, no sabemos quién la ha sugerido’, argumenta el colectivo, ’y estamos convencidos de que la mayoría de las personas que de buena fe están apoyando la idea propuesta por Pierluigi Battista en el periódico Corriere no han entendido lo que implicaría’.
“Quisiéramos esperar”, concluye el colectivo sobre la propuesta, “que quienes la han apoyado hayan sido víctimas de un malentendido y puedan justificarse adecuadamente: en un momento de crisis como el actual, es poco menos que increíble que se llegue a pedir al Estado que se juegue en bolsa su patrimonio cultural, en condiciones necesariamente muy desfavorables para el propio Estado. ¿Es posible que a alguien se le ocurra hacer negocios en bolsa a costa del patrimonio cultural italiano?”.
¿El Fondo de Cultura propuesto por el Corriere? Una idea mala y perjudicial según Mi Riconosci, he aquí por qué |
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