Visitantes estrictamente sin máscaras, sensores para seguir sus movimientos dentro del museo, detectores de temperatura corporal y turnos flexibles para el personal: éstas son algunas de las medidas propuestas a la región siciliana por Orazio Micali, director del MuMe de Mesina, el mayor museo del sur de Italia, donde se conservan obras de grandes artistas como Caravaggio y Antonello da Messina. Ya el 16 de abril, Micali había escrito al departamento regional de patrimonio cultural, a los sindicatos y al departamento regional de autonomías locales y función pública su contribución para activar una confrontación entre las partes en previsión de la llamada “fase 2” de la gestión de la emergencia por coronavirus, que, como se sabe ahora, para los museos debería comenzar el 18 de mayo.
“La puesta en marcha de la fase 2”, afirma Micali en su texto, “no puede dejar de considerar las premisas científicas esenciales y las consecuencias operativas relacionadas que tienen en cuenta el hecho de que, a pesar de la disminución significativa de las nuevas infecciones, la circulación del virus sigue siendo alta; el número de casos activos sigue siendo elevado; los casos positivos contabilizados hasta ahora son una fracción del número total de infectados; muchas infecciones permanecen sin diagnosticar pero son igualmente peligrosas en términos de transmisión”. Por tanto, la “fase 2”, según Micali, “será una fase de coexistencia con el virus, cuyo impacto habrá que limitar activa y estrictamente con medidas preventivas y de control”. El inicio de esta fase, sin embargo, deberá anticiparse, en opinión del director del MuMe, 2por una fase intermedia necesaria para identificar, definir y activar las medidas preventivas y de control pertinentes para cada tipo de oficina, en concreto las relativas a los museos".
Dicho esto, Micali comienza su lista de propuestas sobre el tema de laorganización del trabajo en el museo de Mesina, refiriéndose a los criterios identificados porel Inail en las últimas semanas. Empieza por la separación del personal, que debe realizarse mediante puestos de trabajo adecuadamente distanciados o separados por barreras como paneles de plexiglás y mobiliario. En cuanto a las zonas comunes, Micali cita el documento del Inail, que prescribe que “debe preverse una ventilación continua de los ambientes, previendo también una rotación en el uso, así como un tiempo de permanencia reducido”. Y, de nuevo, deben modificarse los turnos de trabajo: “En la gestión de la entrada y salida de los trabajadores deben favorecerse los horarios escalonados y, cuando sea posible, prever una puerta de entrada y salida específica”, y “la organización del trabajo puede redefinirse con horarios diferenciados que favorezcan el distanciamiento social reduciendo el número de presencias simultáneas en el lugar de trabajo y evitando las concentraciones a la entrada y salida con horarios flexibles”.
El director del MUME reclama también que se equipe al personal con dispositivos de protección individual, que “la Organización Mundial de la Salud declara prácticamente obligatorios para cualquier persona fuera del confinamiento doméstico”: Micali subraya que los museos deben disponer de un suministro de EPI compuesto por mascarillas y guantes desechables suficiente para garantizar “un margen de trabajo no inferior a dos semanas, o la certeza de poder hacerse cargo del material quincenalmente de forma directa en un único centro de distribución, sin interrupción hasta el final del estado de emergencia epidemiológica”. La carga de buscar el material, señala también Micali, no puede recaer sobre el trabajador. Para el personal, también será necesario equipar cada museo con termoscaners o sistemas de detección remota de la temperatura corporal, preferiblemente conectados a los sistemas de fichaje para entrar en el lugar de trabajo.
Pasemos ahora a las medidas para el público: “el uso del museo por parte de los visitantes” es de hecho, según Micali, “uno de los puntos más críticos”. El primer punto fijo es la imposibilidad de pedir a los visitantes que entren con máscaras faciales: “no es posible”, explica Micali, "permitir que el público entre en el recinto del museo y, por consiguiente, en las salas donde se expone el patrimonio cultural con el rostro cubierto por una máscara u otros dispositivos de protección que, en cualquier caso, constituyen elementos de falseamiento de la persona y de reducción significativa del rostro por parte de los sistemas de detección, por razones de gestión de la seguridad y la vigilancia que no pueden eludirse ni reducirse con respecto a las funciones a las que están destinados. Habrá entonces que disponer de puertas bidireccionales que permitan “la entrada y salida de visitantes manteniendo la distancia de proximidad correcta”. En la entrada será entonces necesario instalar sistemas automáticos: Micali propone un “torniquete con apertura activada por un sistema de detección de la temperatura corporal mediante un termoescáner”, que impediría la entrada a los visitantes con parámetros no conformes (por ejemplo, una temperatura corporal elevada). El director considera entonces necesario “que además de la temperatura corporal, el sistema detecte y registre los datos antropométricos del rostro del visitante en cumplimiento de la normativa vigente, para poder garantizar el pleno funcionamiento de los sistemas de videovigilancia activa con gestión de datos dentro del perímetro del museo”. En las proximidades del detector, los visitantes tendrán que liberar sus rostros de fundas y EPI, y el torniquete sólo se activará una vez adquiridos los datos por motivos de seguridad.
Una vez dentro, según Micali, todos los visitantes tendrán que ser visibles y seguidos por un sistema dinámico de control de posición, para que no puedan entrar en contacto entre sí o acercarse al personal más allá de lo permitido. Para ello, según Micali, es posible hacer que los visitantes instalen una aplicación para smartphone que pueda compartirse por bluetooth o de forma inalámbrica en el torniquete de entrada a la zona del museo. En el caso de que el visitante no disponga de un smartphone, Micali sugiere el uso de un sensor desechable que puede adherirse al ticket de acceso, y al que se asocia la apertura del torniquete de salida de forma que el visitante tenga en su poder el sensor durante toda la visita y presencia en la zona del museo. Para Micali, el sensor sigue siendo preferible a la aplicación para smartphone. En caso de que dos visitantes superen las distancias permitidas, “se activará un aviso preventivo con una señal sonora, luminosa y vibratoria de baja intensidad en todos los puntos implicados en el radio crítico, advirtiendo a todos los implicados de la necesidad de restablecer la distancia con los otros puntos y viceversa”.
En la foto: la sala Caravaggio del MuMe de Mesina. Foto Crédito Foto Parrinello
El director del MuMe Messina: 'No podemos dejar entrar a visitantes con máscaras. Sí a las entradas con sensores' |
Advertencia: la traducción al español del artículo original en italiano se ha realizado mediante herramientas automáticas. Nos comprometemos a revisar todos los artículos, pero no garantizamos la ausencia total de imprecisiones en la traducción debidas al programa. Puede encontrar el original haciendo clic en el botón ITA. Si encuentra algún error, por favor contáctenos.