El caso de la restauración de la abadía de Santa Maria di Corazzo (en Carlopoli, Calabria) suscitado por un artículo de Anna De Fazio Siciliano el pasado 30 de septiembre en Finestre sull’Arte, ha llegado al Parlamento. La restauración, considerada demasiado invasiva, se ha convertido de hecho en objeto de una pregunta de la senadora Margherita Corrado, del Movimiento 5 Estrellas, cofirmada por sus colegas del Pentastellati Luisa Angrisani, Bianca Laura Granato, Sergio Puglia, Marco Croatti, Nicola Morra, Fabrizio Trentacoste y Daniela Donno.
Los restos de la abadía, que data de la década de 1160, primero benedictina y luego cisterciense, están situados en un valle entre los ríos Amato y Corace, y son todo lo que queda del complejo que fue azotado por varios terremotos y finalmente abandonado en 1808: no obstante, se trata de un lugar de gran importancia histórica y cultural, debido también a que la Abadía de Corazzo albergó durante aproximadamente una década a uno de los místicos medievales más importantes, Gioacchino da Fiore, que llegó a ser abad en Santa Maria di Corazzo y probablemente escribió algunos de sus textos. En 2017, la abadía de Corazzo fue incluida entre las “áreas naturales y culturales de importancia estratégica” por la Región de Calabria, que por ello, subraya Corrado, ha “reconocido la importancia de la abadía para el sistema del patrimonio cultural de Calabria” y ha asignado a la abadía una suma de 1,2 millones de euros, procedentes de los Fondos Europeos de Desarrollo Regional (FEDER) para el periodo 2014-2020.
Con esta suma se podrá proceder a la restauración de los restos de la abadía y, de hecho, el 12 de agosto se presentó un anteproyecto de consolidación y restauración que afecta principalmente a la iglesia abacial y a los contrafuertes adosados a la iglesia entre los siglos XVII y XVIII. Sin embargo, escribe Corrado, “los renders publicados revelan que se trata de una intervención sólo nominalmente conservadora y que, debido a su carácter invasivo, causó inmediatamente tal revuelo que a la prominencia dada a la presentación por la prensa, incluida la nacional, siguió la retirada del portal web del ayuntamiento de lo que se había publicado (en el mismo y en la red social Facebook) con motivo del acto público”. El senador señala que “las numerosas personas que se han sentido fascinadas por el monumento, largamente estudiado, entre otros, por la profesora Emilia Zinzi, y por el contexto en el que se encuentra, siempre han esperado que el Estado tomara iniciativas para aumentar su conocimiento y garantizar su persistencia y disfrute público”. El proyecto anticipado a los medios de comunicación parece, sin embargo, contemplar precisamente las hipótesis temidas por la mayoría, que se opone tanto a someter las ruinas a una verdadera reconstrucción como a permitir una mera “cristalización del estado de las cosas”.
Y de nuevo, escribe Corrado, "la creación in situ de un pequeño anticuario donde se albergarían los muebles y obras de arte dispersos en las iglesias de la diócesis después de que los monjes abandonaran la abadía, o de una sala polivalente, supondría la reconstrucción de un sector del complejo edilicio, prevista con el uso de paredes de cristal y techo de madera, pero entre los detractores más convencidos, el profesor Salvatore Settis, calabrés y miembro del Consejo Superior de Bienes Culturales, ha expresado su oposición, afirmando que ’cualquier forma de ’finalización’ no estaría del lado de la protección, sino de la destrucción del valor histórico y patrimonial“ (finestresullarte.info, 30 de septiembre de 2020)”.
Según Corrado, el proyecto propuesto sacrificaría “no sólo la posibilidad de aumentar el conocimiento sobre la historia de la abadía y de su iglesia en particular”, sino que también “afectaría a una parte conspicua del valor paisajístico del lugar, provocando una alteración irreversible de los resultados de la ruderalización natural, que ha tenido lugar en los últimos dos siglos, de un complejo monástico que ha estado plenamente habitado durante al menos seiscientos años”. Por eso, en opinión del senador, se trata de “una elección, ni forzada ni dada por supuesta, que debe hacerse quizá colectivamente y desde luego con extrema cautela, favoreciendo un diseño que no tenga el ahorro como único mérito”.
Por este motivo, los autores de la pregunta se dirigen al Ministro de Bienes Culturales , Dario Franceschini, para saber si el Ministro “tiene conocimiento de los hechos expuestos y si no considera necesario instar a las oficinas centrales del Ministerio, no sólo a que comprueben atentamente la calidad del proyecto de restauración de la Abadía de Santa Maria di Corazzo en lo que respecta a su compatibilidad con los valores paisajísticos y arquitectónicos del lugar, sino también de la corrección del proceso administrativo interno de la Soprintendenza Archeologia Belle Arti e Paesaggio, sin dejar de investigar las motivaciones del gestor o gestores de la oficina, que han consentido el camino descrito”.
En la foto, una representación del proyecto.
El caso de la restauración de la Abadía de Corazzo llega al Parlamento: 'es invasivo' |
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