Concurso MiBACT, los diputados de Forza Italia piden al ministro que revise los concursos para premiar las aptitudes y habilidades


La oposición para 1.052 auxiliares de uso, recepción y supervisión del Ministerio de Cultura ha llegado al Parlamento, donde es objeto de una interpelación urgente de dos diputados de Forza Italia, Guido Germano Pettarin y Roberto Occhiuto. Las pruebas preliminares del maxi-concurso para más de 200.000 inscritos se celebraron del 8 al 20 de enero en la Feria de Roma y suscitaron varias protestas de los participantes, escriben Pettarin y Occhiuto. “El concurso en cuestión”, reza la interpelación, “ha sido objeto de reiteradas y encarnizadas críticas, además de haber suscitado un descontento generalizado entre los participantes con respecto a la forma en que se estructuraron y desarrollaron las pruebas. Los problemas aquí señalados, además de aquejar al concurso en cuestión, plantean problemas de carácter más general, que afectan a todo el sistema público de selección, y que exigen una reflexión urgente e inaplazable, con vistas a la celebración de futuros concursos”.

Las pruebas de preselección, señalan Pettarin y Occhiuto, han sido duramente criticadas por el profesor Giuliano Volpe, ex rector de la Universidad de Foggia y profesor de metodologías de investigación arqueológica en la Universidad de Bari, en un artículo publicado en la página web de Fai - Fondo Ambiente Italiano, en el que afirma que “un rápido vistazo al tipo de pruebas previstas pone de manifiesto una flagrante incoherencia: 40 de tipo aptitudinal para la comprobación de la capacidad lógico-deductiva, razonamiento lógico-matemático, crítica verbal y 20 sobre elementos generales de derecho del patrimonio cultural, historia del arte italiano y seguridad en el trabajo. Aunque se exige cualquier título de bachillerato como cualificación de acceso, para superar las pruebas parece que se necesita una mezcla de las aptitudes de los licenciados en matemáticas, derecho, economía y patrimonio cultural”.



Por tanto, escriben los eurodiputados, “dado que los sitios culturales necesitan personas que, en primer lugar, conozcan el patrimonio cultural que están llamadas a salvaguardar, conservar y valorizar, pero también el código del patrimonio cultural (con mayor o menor profundidad según las tareas que tengan que desempeñar)”, en su opinión no se puede sino estar de acuerdo con lo dicho por Giuliano Volpe, cuando afirmaba que los concursos de este tipo no seleccionan “a los más meritorios e idóneos para desempeñar esa función concreta” y, de hecho, “en efecto, no hace sino alimentar un estado de frustración en quienes, tras años de estudio y quizás incluso tras haber adquirido uno o varios títulos de postgrado, se ven privados de acceder a las pruebas de la oposición sólo porque no han tenido la preparación necesaria para responder a preguntas que no guardan relación con sus estudios, en beneficio de quienes, a pesar de no tener competencias específicas en la materia objeto de la oposición, consiguen superar las pruebas, gracias también al peso numérico que tienen determinadas preguntas frente a otras que, en cambio, deberían ser preeminentes”. En consecuencia, preguntan al ministro si no es el caso de tomar iniciativas para “evaluar una seria reconsideración de los criterios de articulación y estructuración de las pruebas, de manera que se calibre la selección sobre competencias y requisitos realmente pertinentes a la materia en la que se inscribe el puesto de oposición”.

Pero no sólo las pruebas crean quebraderos de cabeza: incluso la figura del asistente a la fruición, recepción y supervisión (Afav), escriben los dos diputados, “no se corresponde con ninguna figura profesional en el panorama del sector”. De hecho, explican, “desde 2006, la Carta Nacional de las profesiones museísticas elaborada por Icom, asociación que también colabora con el Ministerio, y el Manual europeo de las profesiones museísticas, creado en 2008 sobre la base de la Carta Nacional, señalan que en las instituciones culturales se necesitan operadores cualificados divididos por competencias en áreas funcionales, interconectadas e interactuantes: bibliotecarios, guías, educadores de museos, conservadores, que necesariamente tienen cualificaciones específicas, y luego cuidadores o recepcionistas, que también pueden estar menos cualificados en relación con el área material de funcionamiento”.

A día de hoy, continúan Pettarin y Occhiuto, “nada de esto existe en la estructura del Ministerio de Patrimonio y Actividades Culturales y Turismo; en cambio, existe el Afav, que incorpora varias figuras profesionales en una sola, un verdadero ”manitas“ dispuesto a realizar, según la descripción del puesto, además de actividades de supervisión y custodia, así como de gestión de la recepción, que intrínsecamente no requieren competencias técnicas específicas, también ”actividades de organización y realización de visitas guiadas, también en lengua extranjera; operaciones de colección, participando, si es necesario, en la distribución y reubicación de material bibliográfico y archivístico; suministro de información sobre cómo consultar, tomar prestado y reproducir material documental, bibliográfico y audiovisual; suministro de herramientas de mediación, destinadas a facilitar el uso de los bienes culturales pertenecientes a la estructura a la que pertenecen, también mediante el uso de herramientas de investigación/conocimiento (catálogos, directorios e inventarios), incluidas las informatizadas“. Actividades, éstas, que, bien mirado, ponen necesariamente en cuestión conocimientos específicos, deberían ser responsabilidad de personal cualificado de otras categorías, seleccionado sobre bases diferentes”.

Todo esto, según los dos eurodiputados, conlleva “como mínimo, una paradoja irrazonable: a saber, que, por una parte, el personal cualificado, para acceder a sus puestos, debe superar pruebas rígidamente (y con razón) selectivas calibradas sobre competencias específicas, por no hablar de los funcionarios, que en el Ministerio de Patrimonio y Actividades Culturales y Turismo deben tener a sus espaldas al menos siete años de estudios; por otra parte, existe una vía de acceso facilitada, la de los Afav, que son contratados a través de oposiciones que sólo exigen el título de bachillerato, lo que les permite, una vez dentro, desempeñar, en la práctica, tareas que corresponden al personal cualificado”. Por ello, Pettarin y Occhiuto preguntan a la ministra “por qué no se han ajustado aún los perfiles ministeriales a las titulaciones existentes, obligando a los licenciados a presentarse a oposiciones que exigen un título, para una figura que no es para la que estudiaron; cuestión que, lamentablemente, podría generalizarse y hacerse extensiva a otras muchas oposiciones”.

Concurso MiBACT, los diputados de Forza Italia piden al ministro que revise los concursos para premiar las aptitudes y habilidades
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