Funcionarios del Ministerio de Cultura y Turismo decidieron alzar la voz con una carta enviada originalmente a algunos particulares, y recibida de forma anónima por la prensa esta mañana. Los funcionarios del MiBACT no podrían dirigirse directamente a los periódicos: el decreto ministerial de 23 de diciembre de 2015, firmado por el ministro Dario Franceschini, exige que cualquier empleado del MiBACT pida autorización al director respectivo si desea hablar con la prensa. Por eso la carta es anónima y los nombres de los promotores de la iniciativa se han mantenido en secreto, incluso ante la prensa, por temor a sanciones severas. Según lo que se ha podido comprobar, la carta está firmada por 15 funcionarios de distintas oficinas de 5 regiones.
Los 15 empleados del ministerio decidieron pronunciarse a raíz de la polémica surgida tras la publicación el pasado mes de diciembre de una convocatoria por la que el MiBACT buscaba empleados para las superintendencias que tuvieran al menos 15 años de experiencia. Han sido varias las voces que se han alzado en contra de esta selección, ya que, debido a lo restrictivo de los requisitos, se corre el riesgo de dejar fuera a muchos profesionales. Y aquí es donde empieza la carta.
“El pasado 29 de diciembre”, reza el texto, “el Ministerio de Patrimonio y Actividades Culturales publicó una convocatoria de selección para la provisión de puestos de colaboración en las Superintendencias para los perfiles de arqueólogo, arquitecto, historiador del arte, así como técnico contable, auxiliar técnico de obra e ingeniero. Básicamente, el Ministerio busca funcionarios y auxiliares, no se sabe cuántos, como colaboradores autónomos con CIF durante seis meses o un año. Esta convocatoria levantó críticas por los requisitos de acceso, hasta el punto de que varios sindicatos y asociaciones pidieron inmediatamente que se retirara la convocatoria”.
“A sus voces”, escriben los responsables ministeriales, "queremos añadir la nuestra como funcionarios de la superintendencia. Nuestras oficinas, a las que se asignarían los nuevos empleados, sufren una escasez crónica de personal, drásticamente reducida por las jubilaciones y una redistribución desigual del personal tras la creación de nuevas oficinas en virtud de la reforma. Esta escasez se ha convertido en un obstáculo insalvable para llevar a cabo el ejercicio ordinario de la protección, que abarca múltiples actividades, entre ellas, además de las puramente administrativas, la investigación, catalogación, inventariado, estudio del territorio y publicación de los resultados para disfrute de la comunidad. El desempeño de estas tareas requiere una formación específica que entremezcla conocimientos técnico-científicos y herramientas normativas. Además de arqueólogos, arquitectos, historiadores del arte y restauradores, se necesitan otros profesionales, como auxiliares de obra, expertos en comunicación, topógrafos, administradores, informáticos, delineantes y fotógrafos. En resumen, la protección requiere una estructura articulada orientada hacia una misión institucional específica. Lo que se ha dicho no es nada nuevo, pero conviene reiterarlo no para quejarse, sino para tener plena conciencia de ello, y también porque un reglamento interno del Ministerio -a menudo interpretado de forma coercitiva- ha inhibido durante años a los empleados de expresar opiniones o hacer declaraciones sobre las condiciones reales de trabajo. También conviene repetir que el único remedio posible a esta escasez crónica de personal es un plan de oposiciones y contratación con visión de futuro. Y si en tiempos de pandemia las oposiciones parecen una perspectiva lejana, el reciente anuncio podría ser objetivamente un paliativo para llevar algo de oxígeno a las oficinas, aunque sea temporal".
“Aquí radica el problema”, continúa la carta. “La convocatoria exige, para puestos similares a los funcionarios, un máster y 15 años de experiencia, de los cuales al menos tres deben haber sido trabajando en la AP, o un postgrado, 10 años de experiencia, de los cuales dos deben haber sido en la AP, o un profesor universitario: en definitiva, unos requisitos muy altos y profesionales. Así, en seis meses, estos profesionales deberían adquirir las herramientas de trabajo de la Superintendencia y luego volver a casa. No queda claro por qué, dada la crítica situación ya descrita, se debe invertir en recursos humanos de manera temporal, y surge la duda de que este anuncio sea sólo un resquicio para estabilizar colaboraciones ya existentes, sin pasar por un nuevo concurso. Además, no se indica cuántos puestos se convocan. ¿Sobre qué necesidades de los planes orgánicos se distribuirán los colaboradores entre las distintas oficinas? Y en el caso de que algunas oficinas dramáticamente faltas de personal (notoriamente las oficinas más periféricas) no sean elegidas por los candidatos, ¿qué soluciones se prevén? ¿A quién beneficia que las oficinas no estén en condiciones de proteger eficazmente el territorio? Desde luego no al territorio y a las comunidades, para quienes los bienes culturales representan un valor y una perspectiva de crecimiento cultural y económico”.
“Fuera de la Administración”, prosiguen los responsables del MiBACT, “trabajan desde hace años profesionales que no han podido poner sus competencias al servicio del Ministerio debido a una política de contratación inexistente, que no ha promovido concursos periódicos y ha preferido externalizar y precarizar actividades que deberían volver más correctamente a la órbita de lo público, ya que es tarea primordial del Estado ocuparse de la protección del patrimonio. Hoy más que nunca, los despachos ministeriales y la obra pública son blanco fácil, pero a menudo se hacen deducciones sin pleno conocimiento de causa”.
“Por eso”, concluyen los responsables ministeriales, “consideramos útil alzar la voz de los funcionarios, para que no haya distorsiones y para que sea una petición común un plan de contratación, una planificación a largo plazo, una regularización de los contratos en el ámbito del patrimonio cultural, una reconsideración de la especialidad de las distintas salvaguardias (arqueológica, arquitectónica, histórica), que para ser eficaces deben funcionar con estructuras dedicadas y especializadas, dotadas de personal y financiación. Lo pedimos para devolver contenido y calidad a la protección y valorización del patrimonio cultural, que es un recurso para el futuro y no una carga de la que hay que deshacerse”.
Imagen: El Colegio Romano, sede del Ministerio de Patrimonio Cultural. Foto Crédito Finestre Sull’Arte
Clamor de los funcionarios de MiBACT: "tenemos problemas de falta de personal, necesitamos un plan de contratación |
Advertencia: la traducción al español del artículo original en italiano se ha realizado mediante herramientas automáticas. Nos comprometemos a revisar todos los artículos, pero no garantizamos la ausencia total de imprecisiones en la traducción debidas al programa. Puede encontrar el original haciendo clic en el botón ITA. Si encuentra algún error, por favor contáctenos.