Carrara: según Caffaz, hay que poner la cultura en un sistema. Pero ha habido tiempo... ¡!


Simone Caffaz, presidente de la Academia de Bellas Artes de Carrara, defiende que la cultura en la ciudad debe organizarse. Pero ha habido tiempo de sobra para hacerlo. Algunas consideraciones.

Carrara tuvo por fin un acontecimiento artístico digno de mención. Hablamos de Carrara Studi Aperti, que tuvo lugar los días 31 de mayo y 1 de junio: fue un evento en el que los artistas que trabajan en la ciudad abrieron sus estudios y talleres al público. Nosotros, desde Finestre sull’ Arte, lamentablemente no pudimos asistir ya que nos encontrábamos en Castiglion Fiorentino para #CastiglioniLive: sin embargo, algunos de los artistas que abrieron sus estudios son amigos nuestros y por ello pudimos saber que la ciudad participó con entusiasmo en el evento. Los habitantes de Carrara pudieron ver de cerca dónde trabajan los artistas, en algunos casos pudieron presenciar parte del proceso creativo de la obra, en definitiva pudieron hacerse una idea real de lo que significa ser artista hoy en día. Un buen evento, que era muy necesario y que esperamos que se pueda repetir.

Accademia di Belle Arti di Carrara El aspecto positivo de este acontecimiento reside también en el hecho de que fue un acontecimiento nacido de abajo arriba: sin el apoyo de las instituciones, sin proclamaciones oficiales, sin asociaciones altisonantes, sin mecenazgo. Y las instituciones, como era fácilmente previsible, le restaron importancia. Basta leer las palabras del presidente de la Academia de Bellas Artes, Simone Caffaz, en una entrevista al diario Tirreno, para darse cuenta de ello: “se promueven los estudios abiertos, pero por sí solos no bastan: se necesita un sistema de eventos culturales”. Me gustaría recordarle al Dr. Caffaz una cosa. La actual administración municipal lleva siete años gobernando Carrara. Yo diría que ha habido tiempo suficiente para “una sistematización de los acontecimientos culturales”. Los casos son tres: o bien la administración municipal ha sido incapaz de una programación cultural seria y eficaz, o bien la cultura nunca ha estado en los intereses de la administración, o bien, en tercer lugar, la falta crónica de fondos ha impedido una “sistematización”. Y sin embargo, dada la despreocupación con la que la administración municipal ha gastado y gastado en los eventos más dispares (por ejemplo, la etapa del Giro de Italia de 2010 - 100.000 euros, el espectáculo del mago Casanova del año pasado - 20.000 euros, el megabuffet de la Bienal de 2008 - 10.000 euros, y eso sólo por nombrar los primeros que me vienen a la cabeza), un extraterrestre que pasara por la ciudad casi podría pensar que Carrara se está forrando de oro, dada su propensión a derrocharlo en eventos que reportan dudosos beneficios y que, aunque existieran, serían totalmente efímeros. Pero si el forastero habitual se detuviera un poco más, se daría cuenta de que en realidad hay muy poco dinero en Carrara, y en lugar de invertir en una planificación a largo plazo, la gente prefiere despilfarrar lo poco que tiene en “grandes eventos” que duran uno o dos días y que no se sabe muy bien para qué o para quién son.

El resultado de esta incapacidad o falta de voluntad para plan ificar y atraer visitantes ha sido una agonía desoladora: la ciudad ya casi no tiene actividades comerciales, algunas de las calles más bellas y antiguas del centro histórico de Carrara son una sucesión de inmuebles vacíos, el desempleo alcanza ya niveles insostenibles y, obviamente, Carrara ha perdido el atractivo que tenía antaño, incluso entre sus propios ciudadanos, que prefieren desplazarse a ciudades cercanas para realizar sus actividades. Y reconstruir el atractivo de Carrara llevará años. Tenemos que dar las gracias a la administración por esta buena situación, pero también a los propios habitantes de Carrara: el deporte más popular en la ciudad es quejarse de los políticos, sólo para volver a votarles (por interés propio, costumbre o lo que sea) en las siguientes elecciones.

Y, volviendo a Caffaz, ni siquiera laAcademia de Bellas Artes está libre de culpa. Todavía recordamos las promesas grandilocuentes que se hicieron inmediatamente después del nombramiento de Caffaz como presidente. Promesas que nunca se cumplieron. Empezando por las de la galería de yeso, que no sólo no se han realizado nunca, sino que, de hecho, su realización parece estar todavía en alta mar. Dos exposiciones (muy cuestionables) de los yesos de la Accademia no bastan para gritar éxito. Por no hablar de los recortes de financiación, el fin de la colaboración con el Centro de Artes Visuales de Pietrasanta y los cursos constantemente en peligro. Así que Caffaz tiene razón cuando dice que “vivimos en una fase de reducción de recursos” y que es necesario un “proyecto global de desarrollo”. El ayuntamiento lleva en funciones desde 2007, Caffaz es presidente de la Academia desde 2009: ¿qué han hecho en todo este tiempo? A estas alturas, el “proyecto global de desarrollo” ya debería estar en marcha.

Ha llegado, pues, el momento de dar un giro. Un giro que debe partir de un supuesto fundamental: basta de despilfarro, basta de proyectos inútiles, basta de eventos efímeros. Basta, en otras palabras, de magos Casanova en las canteras o de Frecce Tricolori en el mar. Centrémonos en promover lo que tenemos. Como los artistas: Studi Aperti fue un buen éxito, ¿por qué no organizar una buena exposición, que dure todo un verano, con las mejores obras de los artistas que trabajan en la ciudad, abierta todo el día y ubicada en todos los lugares de exposición de la ciudad? Una exposición quizás cada año, y cada año centrada en un tema diferente. ¿O por qué no devolver el arte antiguo a Carrara? La última exposición destacable en este sentido fue la de Pietro Tacca en 2007. O ciclos de conferencias, y que se promocionen como es debido, en la web y en la prensa: en Carrara hay mucha gente interesada en la cultura. Si queremos, podemos conseguir hacer todo esto en Carrara, y podría ser un excelente punto de partida para la planificación y para el relanzamiento de la ciudad. Pero quizá lo que falta es valor.


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