Arezzo se prepara para rendir un nuevo homenaje a su ciudadano más ilustre, Giorgio Vasari (Arezzo, 1511 - Florencia, 1574), con motivo del 450 aniversario de su muerte en 1574. La ciudad toscana, conocida por su patrimonio histórico y cultural, reabrirá en mayo su Corredor de Vasari, una obra de extraordinario mérito arquitectónico, diseñada por el propio Vasari, similar (aunque más corta) al Corredor de Vasari de Florencia, reabierto en diciembre de 2024. El anuncio lo hizo el alcalde Alessandro Ghinelli, que calificó el Corredor de ejemplo único del genio renacentista del artista, recordando cómo fue diseñado y construido en Arezzo al mismo tiempo que la obra florentina, más famosa.
La reapertura del Corredor, que irá precedida de una breve restauración entre febrero y mayo, representa la culminación de las celebraciones de Vasari. Un acontecimiento que pretende consolidar el vínculo entre la ciudad y el gran artista, arquitecto e historiador del arte, autor de Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos, uno de los textos fundamentales de la historia del arte occidental.
La nueva restauración pretende devolver a la ciudad un espacio fundamental para su identidad histórica. La reapertura seguirá al gran éxito de la exposición internacional sobre Vasari(aquí nuestra reseña), visitada por casi 25.000 personas y prorrogada hasta el 2 de marzo en respuesta al elevado número de visitantes.
El Corredor Vasari de Arezzo representa uno de los ejemplos más fascinantes de la arquitectura renacentista y está indisolublemente ligado a la construcción de las Logias de la Piazza Grande. La construcción de esta extraordinaria obra arquitectónica, promovida por la Fraternita dei Laici, comenzó en 1572 según un diseño de Giorgio Vasari. Las Logias se concibieron como una sucesión de veinte crujías y arcos apoyados sobre pilares, con un desarrollo longitudinal que debía extenderse desde la Via di Sassonia (hoy Via dei Pileati) hasta el “canto dei Sinigardi” (hoy Piaggia di Murello).
La dirección de la obra pasó del maestro Vasari al maestro de obras Alfonso Parigi, que ya trabajaba en la obra de los Uffizi en Florencia y fue enviado a Arezzo por el propio artista. Parigi continuó la obra hasta finales de siglo, asegurando la realización de una estructura que aún hoy sorprende por el equilibrio de sus proporciones y el refinamiento de sus detalles.
Uno de los elementos más distintivos del Corredor es el arco de medio punto que conecta el Palazzo della Fraternita delle Logge con la nueva Loggia, cerrando idealmente el espacio que se abre desde la plaza hacia Corso Italia. Sobre el arco, una pequeña logia sobre pequeños pilares ofrece un toque más de elegancia a la estructura, que ya estaba terminada en 1579, como atestiguan los dos escudos gran ducales esculpidos por Andrea di Matteo da Settignano.
El Corredor, inicialmente sin techo, se definía en los documentos de la época como un “paso elevado” y tenía un umbral de unas 4,5 brazas de largo. El tejado, sin embargo, no se añadió hasta las primeras décadas del siglo XVII. Esta intervención fue necesaria para permitir a los rectores de la Fraternita dei Laici desplazarse cómodamente del palacio al teatro, una vez terminado el acueducto y pavimentada la sala utilizada para las representaciones teatrales.
De hecho, un documento fechado el 20 de diciembre de 1613 atestigua que la Fraternita solicitó permiso al Magistrado de los Nueve para cubrir el pasillo. Este cambio transformó la obra en un espacio cerrado y funcional, sin afectar a su armonía arquitectónica.
Arezzo reabre su Corredor de Vasari |
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