El gran escritor chileno Luis Sepúlveda, fallecido de Covid-19, nos ha dejado a los 70 años, siendo uno de los primeros casos diagnosticados en España. El artista falleció en el Hospital Universitario Central de Asturias, en Oviedo, y la noticia de su deceso fue confirmada por su familia, que dio la noticia al diario El País. Nacido en Ovalle (Chile) en 1949, Sepúlveda residía desde hacía tiempo en Asturias. Criado en Valparaíso en el seno de una familia de ideas anarquistas (su abuelo, Gerardo Sepúlveda Tapia, había emigrado de España para evitar una condena a muerte), se inscribió en las Juventudes Comunistas cuando sólo tenía quince años y empezó a trabajar de adolescente, colaborando con el diario chileno Clarín. Su primer libro, Crónicas de Pedro Nadie, una colección de cuentos, le valió el Premio Casa de las Américas en 1969 y una beca en la Universidad Lomonosov de Moscú, donde estudió unos meses, aunque fue expulsado por su actitud disidente.
De regreso a Sudamérica, estuvo un tiempo en Bolivia, donde sirvió en el Ejército de Liberación Nacional, y de vuelta a Chile trabajó en teatro y radio y se afilió al Partido Socialista. Tras el golpe de Estado de Pinochet, Sepúlveda, cercano al ex presidente Salvador Allende, fue encarcelado y torturado, y fue liberado al cabo de unos meses gracias a la presión de Amnistía Internacional, pero luego fue detenido de nuevo porque, tras salir de la cárcel, siguió realizando actividades de oposición al régimen: condenado a cadena perpetua (pasó casi tres años en prisión en total), su pena fue conmutada posteriormente por el exilio. Sepúlveda abandonó Chile en 1977, a la edad de veintiocho años, y se trasladó primero a Brasil, luego a Paraguay y finalmente a Ecuador, donde vivió con los indios durante unos meses. En 1978 se trasladó a Nicaragua, donde trabajó durante algún tiempo como periodista participando en la Revolución Sandinista. Tras su victorioso desenlace, se trasladó definitivamente a Europa, primero a Hamburgo, y después, desde 1997, a Gijón, no lejos de Oviedo, donde fundó y dirigió el Salón Iberoamericano del Libro de Gijón, que se celebra todos los años en la segunda semana de mayo.
Tras su debut literario en 1969, abandonó la escritura durante unos años, para volver a la palestra en los ochenta: con El viejo que leía novelas de amor (1988, traducida en Italia en 1993 por su histórica editorial italiana, Guanda) alcanzó el éxito internacional. El éxito continuó en la década de 1990: 1994 con La frontera desaparecida (una serie de relatos nostálgicos sobre su tierra natal), 1995 con Patagonia Express (un cuaderno de viaje inspirado en los cuentos de Chatwin), 1996 con la célebre Historia de una gaviota y el gato que le enseñó a volar (el conmovedor relato de la amistad entre la gaviota Fortunata y el gato Zorba y sus amigos, ambientado en los tejados de Hamburgo), y aún quedan otros libros para el recuerdo. Luego hay otros libros de éxito como Las rosas de Atacama (2002), Noticias del sur (2011), Historia de un gato y del ratón que se hizo su amigo (2012), Ingredientes para una vida de pasiones formidables (2013), Historia de un perro que enseñó a a un niño la fidelidad (2015) y el último libro, Historia de una ballena blanca contada por ella misma, de 2018, otro cuento pensado especialmente para un público infantil (es la historia de una ballena que relata en primera persona la crueldad del ser humano).
Sepúlveda ha recibido numerosos galardones: entre ellos, el Premio France Culture Etrangère (1992), el Premio Internacional Ennio Flaiano (1994), el Premio Internacional Grinzane Cavour (1996), el Premio Chiara a la Trayectoria (2014) y el Premio Literario Alessandro Manzoni a la Trayectoria (2015). Sepúlveda también recibió la condecoración de Caballero de las Artes y las Letras de la República Francesa. De sus dos mayores éxitos, La historia de una gaviota y el gato que le enseñó a volar y El viejo que leía novelas de amor, se hicieron dos películas: La gaviota y el gato (1998, dirigida por Enzo D’Alò, película de animación), y El viejo que leía novelas románticas (2001, de Rolf de Heer con Richard Dreyfuss como Antonio José Bolívar Proaño y Hugo Weaving como Rubicondo).
En una entrevista concedida a El País, Sepúlveda resumía así el sentido de la literatura según él: “Las buenas novelas son las historias de los perdedores, porque los vencedores escriben su propia historia. A los escritores nos corresponde dar voz a los olvidados”.
Adiós al gran escritor Luis Sepúlveda, fallecido en Oviedo (España) por Covid-19 |
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