La artista Marisa Merz, máximo exponente (y única mujer) del movimiento ArtePovera, falleció ayer en Turín a los 93 años. Nacida en Turín en 1926, en 1950 conoció a Mario Merz (Milán, 1925 - 2003), otro gran nombre del Arte Povera, con quien se casó en 1960 y de quien tuvo a su hija Beatrice, actual presidenta de la Fundación Merz. Marisa debutó artísticamente en la década de 1960, exponiendo junto a los artistas del célebre grupo que pasaría a la historia del arte gracias a la definición de “Arte Povera” acuñada por el crítico y comisario Germano Celant para subrayar las características que unían a los artistas que formaban parte del movimiento: el uso de materiales pobres, como telas crudas, cuerdas, trapos, metal, material de desecho, con los que pretendían poner de manifiesto, a nivel artístico, la energía y el potencial de los objetos cotidianos y de uso industrial.
Así, en 1967, Marisa participó, como única mujer, en la primera exposición de Arte Povera, celebrada en la Galería “La Bertesca” de Génova, donde expusieron, entre otros, Michelangelo Pistoletto, Jannis Kounellis, Giuseppe Penone, Giulio Paolini, Alighiero Boetti, Luciano Fabro, Gilberto Zorio, Pierpaolo Calzolari y Emilio Prini. Los materiales favoritos de Marisa Merz al principio de su carrera eran la lana y el cobre: en su primera exposición individual, en 1966, presentó unas mantas enrolladas envueltas en alambre de cobre, y ese mismo año mostró al público sus “esculturas vivientes” (ahora en la Tate Modern de Londres), láminas de aluminio enrolladas, atadas y colgadas del techo. Su hija también ha estado presente a menudo en su arte, con obras que recuerdan su infancia, realizadas con hilo y cuerda, o de nuevo con la obra Bea de 1968, realizada con letras que reproducen el apodo de su hija de una forma incierta que también recuerda las formas de las plantas recién nacidas, y que es un canto a la vida que nace y crece. A partir de los años 70, Marisa Merz se concentró en los ambientes, creando obras (las “habitaciones”) que interactuaban totalmente con los espacios y ocupaban todas las salas en las que se exponían, pero sin dejar de investigar los materiales “pobres”. Entre los exponentes del Arte Povera, Marisa Merz fue quizá la que propuso un arte más íntimo, poético e introspectivo.
A lo largo de su carrera, Marisa Merz ha expuesto en los contextos más prestigiosos de todo el mundo, desde su participación en la Bienal de Venecia en 1972: la artista volvió varias veces a la gran exposición veneciana (en 1980, 1985, 1988, 1993, 2001, 2013), y también pueden contarse sus participaciones en Documenta (1982, 1992), una en la Cuadrienal de Roma (1973) y otra en la Bienal de Sídney (2008). En 2001 recibió el Premio Especial del Jurado en la Bienal de Venecia y en 2013, también en la Bienal de Venecia, fue galardonada con el León de Oro a la Trayectoria. Sus exposiciones monográficas han tenido lugar en el Stedelijk Museum de Ámsterdam, el Centre Pompidou de París, el Palazzo delle Esposizioni de Roma, el Ludwig Museum de Colonia, la Tate Modern de Londres, el Hirshhorn Museum de Washington y el Guggenheim de Nueva York.
Adiós a Marisa Merz, gran artista, la única mujer del Arte Povera |
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