Villa Adriana en Tívoli, fuertes reproches de los visitantes a la gestión del lugar


En la web, muchos usuarios se quejaron de la gestión de la Villa Adriana en agosto, señalando diversos problemas.

Villa Adriana en Tívoli, la suntuosa residencia del emperador Adriano construida entre los años 118 y 138 d.C. y que ahora se encuentra entre los lugares más visitados del Lacio (231 mil visitantes en 2019), reabrió al público el pasado 28 de mayo tras permanecer cerrada debido al coronavirus, pero parece no haber resuelto algunos de los problemas contra los que los visitantes llevaban tiempo señalando con el dedo. Por el contrario, leyendo las críticas en Tripadvisor escritas por los usuarios sólo en el mes de agosto de 2020, parece que la situación en la reapertura posterior al cierre no es realmente halagüeña, al menos para muchos visitantes.

Es cierto que las críticas son en su mayoría positivas, ya que muchos visitantes se muestran satisfechos con lo que ven, pero a menudo incluso los más satisfechos no dejan de señalar lo que está mal. Por ejemplo, la reseña más reciente, del usuario FraRoc_57 (un veterano de Tripadvisor, con 170 contribuciones), da una valoración de cuatro puntos (sobre cinco), pero señala que, debido a Covid, algunas pasarelas están cerradas, pero no sólo eso: la ruta está “poco señalizada”, no hay audioguías disponibles y, en general, hay quejas sobre la falta de organización. Otra reseña, inmediatamente después, dice ’no es una calificación excelente porque las indicaciones son mínimas y no hay personal alrededor al que acudir para cualquier información, necesidad, etc.’. Y de nuevo, tercera reseña seguida, más problemas: “falta una señalización clara y completa de las distintas zonas”, escribe Jennifer C. (33 aportaciones), “deberían proporcionar a los que entran folletos explicativos y un plano del yacimiento arqueológico o, mejor aún, audioguías, porque la visita es difícil y poco productiva al no entender bien lo que se está viendo”.



También hay quien recomienda cubrirse frente a las taquillas porque “hacer cola bajo un sol abrasador no era agradable”, pero en general el principal problema parece ser la ausencia de guías o mapas: “2000 años de historia”, escribe un usuario de Turín, “también se podrían contar solos, pero una audioguía, una app, un simple mapa sin duda ayudarían sin tener que recurrir a descargar guías de internet en el último momento”. Daniele Dimartino da la máxima puntuación a Villa Adriana, pero señala que “no hay posibilidad de comprar las entradas por internet y el sitio no tiene los horarios de las visitas guiadas... hay pocos paneles informativos dentro del recinto”.

En algunos casos, incluso las críticas con la puntuación más baja prosperan: “es cierto que estamos en la época de Covid”, dice Alex, de Turín, “pero la villa está toda al aire libre: no sería tan difícil organizar visitas guiadas durante el día (como ocurre en otros lugares de Italia). Los paneles están ahí, pero escritos como diccionarios. Hay una zona de exposición con una maqueta, pero sólo parcialmente accesible. En resumen, no hay posibilidad de visitar este yacimiento arqueológico y salir con una idea de lo que se ha visto, a menos que uno haya hecho su propia investigación, como hice yo. Así que el arte muere por la inexperiencia de quienes no se molestan en transmitirlo, ni siquiera a quienes quieren conocerlo”. Gian Marco, de Roma, incluso define su experiencia como alucinante y enumera todo lo que, en su opinión, no funciona: “entrada sin medición de la temperatura corporal” (aunque en realidad la medición estaba instalada), “ningún soporte de papel que sirviera para describir las distintas zonas, personal de servicio que circula en coches de golf fumando y tirando colillas al suelo, carteles descoloridos y, en consecuencia, ilegibles, carteles colocados en zonas cerradas al público”.

No faltan, sin embargo, usuarios que destacan los puntos buenos: las guías museísticas de la Villa Adriana, sobre las que hay unanimidad, la practicidad del aparcamiento de pago, la infalible “belleza” del sitio que, en ciertos casos, hace olvidar los puntos malos. Los hay, sin embargo, y no parecen ser pocos: en particular (incluso recorriendo las reseñas de julio y de las últimas semanas), la ausencia de mapas con los que los visitantes puedan orientarse, la falta de claridad de la información, la imposibilidad de utilizar una audioguía, la dificultad del procedimiento de compra de entradas en línea (que sólo pueden adquirirse en el sitio web de Coop Culture, pero en el sitio web de Villa Adriana no hay enlaces a la compra en línea en el sitio del concesionario). Además, la propia página web de Villa Adriana no está actualizada, mezcla partes en italiano y en inglés, y es poco clara.

La cosa va un poco mejor en Villa d’ Este (que tras la reforma Franceschini forma parte, junto con Villa Adriana, de un único instituto museístico autónomo): las críticas aquí son mayoritariamente positivas, aunque en unos pocos casos hay quejas (principalmente sobre el mantenimiento de las zonas verdes). Y sigue existiendo, incluso para Villa d’Este, el problema del sitio web, que tampoco es muy moderno, situado en la misma dirección que el de Villa Adriana, y que lleva el nombre de este último (villaadriana.beniculturali.it), con el resultado de que si un usuario busca “Villa d’Este” en Google, corre el riesgo de encontrarse con sitios que no tienen nada que ver con el edificio renacentista. En definitiva, ¿podrán las “Villae” satisfacer mejor a su público?

En la imagen, el canopo de la Villa Adriana. Foto Crédito Carole Raddato

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