Verona, el Palazzo Maffei inaugura su segunda planta: nuevas salas, nuevas obras y un pequeño teatro

Año y medio después de su primera inauguración, la Casa Museo del Palazzo Maffei de Verona reabre sus puertas al público inaugurando la segunda planta del palacio: ocho salas más y una sala de proyectos, nuevas obras e instalaciones artísticas, espacios culturales para actividades y encuentros, como el Teatrino di Palazzo Maffei con un aforo de más de cien butacas y sus telones de autor, y una biblioteca especializada se suman así al itinerario expositivo.

“La pandemia, el cierre y las incertidumbres sobre la reapertura no han sido fáciles de afrontar para una institución de reciente creación como la nuestra”, explica Vanessa Carlon, directora del Palazzo Maffei, “pero no han mermado nuestro entusiasmo y nos han motivado para aprovechar el cierre forzoso como una oportunidad para completar el proyecto museístico que teníamos en mente”. Con la restauración conservadora de los estucos, suelos, frescos y pinturas murales de la planta superior del palacio y la habilitación de las nuevas salas del museo, la familia Carlon ha proseguido su empeño de revalorizar el edificio barroco, gracias también a la participación de Daan Roosegaarde, arquitecto, diseñador y artista innovador holandés.

La exposición de la segunda planta pretende invitar a la reflexión. Las salas, concebidas por Gabriella Belli, comisaria del proyecto museográfico en relación con las elecciones y el gusto del coleccionista Luigi Carlon, no siguen un flujo cronológico y temático como en la planta inferior, sino que cada una representa una entidad en sí misma, entrelazando antigüedad y presente, visión y aspiración, realidad y sueño; cada una independiente de la otra en cuanto a contenido, pero todas parte de una única idea de diseño, confiada a la empatía y la meditación. Nueve meditaciones, nueve salas individuales que pretenden ofrecer nuevas visiones críticas para revelar un lado diferente de la Colección Carlon: temas eternos o de gran actualidad, como la relación entre el hombre y el cosmos, la naturaleza y el infinito, y la sostenibilidad medioambiental. En la primera sala y en la vitrina anexa, el Antiquarium, homenaje a la Verona romana cuyo corazón era la actual Piazza delle Erbe, junto a esculturas, frisos arquitectónicos y objetos datados entre los siglos I y III d.C. De diferentes partes del Imperio, hay un pequeño busto de basalto de Serapis, dios de origen oriental cuyo culto se extendió por todo el Imperio, entendido como señor del cosmos, el espacio y el tiempo; también hay una cabeza viril de mármol blanco de tamaño superior al natural, que probablemente representa a Marco Aurelio. Mientras Los gladiadores en la sala, obra de Giorgio de Chirico de 1928 - 1929, recuerda a los protagonistas de las luchas que animaban las arenas, el reflejo atónito del hombre contemporáneo está representado por Testigo (1991), de Mimmo Paladino, figura petrificada y enigmática entre el arcaísmo y el bizantinismo, que lleva en el pecho tres rostros, quizá las tres edades del hombre.

La segunda sala está dedicada a la metamorfosis del paisaje y de la “bella naturaleza”, gracias al cortocircuito creado por la intervención site-specific de Chiara Dynys, llamada a enfrentarse a los frescos arcádicos de paisajes del siglo XVIII de las paredes. Dos aforismos sobre la naturaleza de Johann Wolfgang von Goethe son propuestos de nuevo por Dynys en una instalación poética, Sobre la naturaleza, para revalorizar las antiguas vistas de la sala, hechas para participar en el encuentro entre el gran intérprete del romanticismo alemán y Antonio Canova, a quien se debe el Cupido del centro de la sala, obra perteneciente a la colección Falier: un precioso vaciado en yeso de uno de los temas más famosos de Canova. Por un lado está la inspiración romántica de Goethe de la que participa Dynys con sus rejas doradas y los reflejos irisados del cristal sobre los cuadros de las salas, y por otro la “bella naturaleza” serena y equilibrada de Canova. El tema del paisaje vuelve también en la tercera sala “Vistas” para dar lugar a otra meditación, en la que a partir del siglo XIX el paisaje comienza a relacionarse con el cambio de las condiciones de vida y la dimensión urbana, y la relación hombre-paisaje entra en la vida cotidiana. Verona es la protagonista: retratada, interpretada, analizada desde diversas perspectivas, los pintores captan su relación con la vida cotidiana y, en este contexto, la Piazza delle Erbe se convierte en un tema privilegiado. Entre los diversos artistas se encuentran Carlo Ferrari conocido como Ferrarin, Carlo Canella con una insólita vista de la Piazza Bra con el Palazzo della Gran Guardia y con I Mulini sull’Adige en Sant’Anastasia, pero sobre todo el artista veronés Renato Di Bosso, que crea una Verona de sabor futurista. La sala titulada Sul perimetro del mondo e i suoi limiti (Sobre el perímetro del mundo y sus límites), con su exposición de valiosos marcos de época, es de gran impacto. En la sala Sobre el conocimiento universal y la fugacidad de las cosas, el diálogo se establece entre una visión positivista y controlada de la naturaleza y el conocimiento y la amenaza moderna de la mortificación del paisaje y la naturaleza a través de la tecnología. Por un lado, los autores de los bodegones del siglo XVII dialogan con la edición completa de laEncyclopedie de Diderot y d’Alambert, summa del saber universal en el siglo XVIII y manifiesto de fe progresista; por otro, una obra maestra de principios de los años 70 de Mario Schifano, Sin título, que profana el paisaje. El recorrido de la segunda planta ofrece también el salón del coleccionista, casi un intermezzo d’auteur en el que lo antiguo y lo moderno se dan cita según las pasiones y el gusto ecléctico que animaron la búsqueda coleccionista de Luigi Carlon. Entre preciosos muebles como las lacas venecianas del siglo XVIII y las cómodas de los siglos XVII-XVIII de manufacturas florentinas y venecianas, aquí está Pietro Rotari con dos cuadros de temas bíblicos y mitológicos, o pinturas de los Países Bajos, con un paisaje boscoso datable entre la segunda y la tercera década del siglo XVII, junto a una escultura de Gino De Domincis y la icónica Esperanza de Robert Indiana.

La sala titulada Sobre la naturaleza del espacio y de la materia, con el Contrapunto simple (1971) de Fausto Melotti, reúne a Lucio Fontana, Pietro Manzoni, Alberto Burri, Fausto Melotti y Carla Accardi. En la penúltima sala, Sul cosmo e i suoi satelliti (Sobre el cosmos y sus satélites), encontramos el movimiento circular ilusionista creado por Alberto Biasi en Dinamica ’62, el Teatrino de Fontana, pero es la obra de Eliseo Mattiacci Tempo globale (1991) la que nos devuelve al diálogo entre el individuo y el mundo que le rodea, entre el yo y el cosmos. Por último, Daan Roosegaarde y uno de sus proyectos que fusiona tecnología lumínica interactiva, arte y sostenibilidad medioambiental -LOTUS- es el encargado de concluir el itinerario de la segunda planta, destinada a sala de proyectos con propuestas siempre nuevas. En sus instalaciones, como en “LOTUS Maffei” realizada para el museo veronés -flores inteligentes, sensibles a la luz y al calor que mueven sus formas en función del contacto con el ser humano- combina tecnología y poesía, inspirándose en la idea de una arquitectura orgánica.

Imagen: Hall Sobre el perímetro del mundo y sus límites. Ph.Credit Luca Rotondo

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