Tras su restauración, la Piedad de Luco vuelve a la Galería Palatina


Tras su restauración por el Opificio delle Pietre Dure, la Piedad de Luco de Andrea del Sarto fue trasladada a la Galería Palatina del Palacio Pitti de Florencia.

Tras la restauración llevada a cabo por elOpificio delle Pietre Dure, los colores de la Piedad de Luc o de Andrea del Sarto han recuperado su esplendor original y la obra ha sido trasladada a la Sala de Apolo de la Galería Palatina del Palacio Pitti de Florencia, en el marco barroco de mediados del siglo XVII en el que el Gran Príncipe Ferdinando la encargó.

Pintada por Andrea del Sarto entre 1523 y 1524, la tabla debe su nombre por el que se la conoce comúnmente al monasterio camaldulense de San Pietro en Luco del Mugello, donde el pintor fue recibido con tanto cariño por las monjas que, como cuenta Vasari, “se puso a trabajar con gran amor”. Según el historiador de Arezzo, el retablo fue encargado por la abadesa, la noble florentina Caterina di Tedaldo della Casa.

Las figuras se agolpan en torno al cuerpo de Cristo, exangüe y magullado, al que está unido el cáliz con la patena, que alude a la Eucaristía. La escena de duelo la cierran los santos Pedro y Pablo. Vasari, gran admirador de la pintura de Andrea, reserva a esta obra un comentario ejemplar: “figuras tan vivas que parecen tener verdaderamente espíritu y alma[...] en San Juan se ve la tierna ternura de ese apóstol, y el amor de la Virgen en su llanto, y un dolor extremo en el rostro y la actitud de la Virgen, que, al ver a Cristo, que parece verdaderamente en relieve en carne y muerto, hace que San Pedro y San Pablo se queden atónitos y desconcertados por la compasión”.

¿Cómo llegó esta obra maestra a Florencia? El cardenal Carlo de’ Medici, en 1630, hizo un primer intento de obtener el cuadro de las monjas para enriquecer su colección. Pero éstas, según las fuentes, se opusieron enérgicamente y el cardenal tuvo que rendirse. La empresa le salió bien en 1782 al Gran Duque de Toscana Pietro Leopoldo, que pagó 2400 escudos para poder exponerlo en la Tribuna de los Uffizi. La operación recordó el “modus operandi” del Gran Príncipe Ferdinando de’ Medici, que solía “compensar” los altares de las iglesias de las que se llevaba obras: Pietro Leopoldo hizo que el pintor Santi Pacini realizara una copia fiel del cuadro, que se insertó en el marco original y se colocó en el altar de Luco. En 1795, el director de la Galería, Tommaso Puccini, envió la Piedad al Palazzo Pitti, en la Galería Palatina, a cambio de la Virgen de las Arpías del mismo autor, hoy en los Uffizi. Puccini justificó así su elección: “La Piedad es un cuadro vistoso, imponente, lleno de exquisitez, y para los Pitti es conveniente que su belleza se manifieste incluso a los ojos de los menos entendidos”. Trasladado a París en 1799 por las tropas napoleónicas, el gran retablo regresó a Florencia en 1815.

Foto: Galerías Uffizi

Tras su restauración, la Piedad de Luco vuelve a la Galería Palatina
Tras su restauración, la Piedad de Luco vuelve a la Galería Palatina


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