Si valoráramos el arte como valoramos el fútbol, también podríamos producir 2-3.000 millones". Lo dijo el director de los Uffizi, Eike D. Schmidt, entrevistado hace poco por Nicola Porro en el programa Quarta Repubblica de Rete 4. “La abundancia de belleza que hay en Italia”, dijo Schmidt, “lleva a menudo a la mentalidad de decir que la gente viene de todos modos y no tenemos que esforzarnos. En cambio, otros países que tienen muy poco en comparación con Italia sí que tienen que esforzarse”.
Durante la entrevista, Schmidt también habló de cómo los directores extranjeros tienen que gestionar los museos italianos. “Somos unos cuantos alemanes, un canadiense, dos franceses... pero en realidad la mayoría son directores italianos, pero a menudo vienen de otras realidades, hay italianos que tienen formación en gestión, hay italianos que han estado unos años en el extranjero y han conocido desde dentro realidades que se gestionan de una manera más empresarial que el estatismo tradicional”, dijo el director de los Uffizi. Soy alemán, pero estoy casado con una italiana de orígenes en parte florentinos, en parte romañeses y en parte lombardos. Yo soy de Friburgo, del sur de Alemania, soy un sureño, un terrone alemán. Todos los días intentamos manejar la máquina burocrática, tenemos que entenderla pero hasta cierto punto, para poder trabajar con esta burocracia pero nunca interiorizarla, de lo contrario nos convertimos en parte del problema. Incluso en Alemania hay una fuerte burocracia, pero la burocracia más fuerte que he experimentado en mi vida profesional fue en California", reveló Schmidt.
Según el director de los Uffizi, “un museo es también una empresa, y al igual que a veces es útil tener al frente de una empresa a un ingeniero que sabe muy bien cómo funcionan los productos, también es bueno tener al frente del museo a un historiador del arte, un arqueólogo o un museólogo, pero también es importante tener un enfoque empresarial o de conocimiento numérico. Esto nos ayuda mucho”. En cuanto a las cifras, Schmidt asegura que "en 2019 facturamos 34 millones, cuando yo llegué eran 18 millones, pero aún hay potencial. No depende solo de cuánta gente venga al museo. Depende de los descuentos específicos, depende de otros productos, por ejemplo hay transferencias de arte al extranjero, y hay toda una serie de fuentes de ingresos que ahora se están empezando a explorar".
Para Schmidt, por tanto, también es posible monetizar los préstamos de obras, aunque hay algunas obras maestras, las que forman parte de la identidad del museo, que son inamovibles. Lo que vemos ahora", comenta Schmidt mientras por la pantalla de televisión se desplazan imágenes de obras como la Venus de Botticelli, la Virgen del Cuello Largo de Parmigianino o el Baco de Caravaggio, "son todas obras maestras absolutas que no tiene sentido enviar a otra parte, no sólo porque son extremadamente frágiles, sino también porque si alguien viene de Japón, Inglaterra o Sudamérica, quizá de luna de miel, y no ve estas obras, no sólo exigirá el reembolso del precio de la entrada, sino... de todo el viaje.... de todo el viaje. Pero hay tantas obras almacenadas, miles de obras que hay que poner en valor. Esta es una de las inspiraciones del proyecto Uffizi Diffusi: llevar las obras a los distintos lugares de la Toscana y más allá para mostrarlas, acercarlas a donde vive la gente, pero también a donde la gente puede ir de vacaciones, quizá admirando las bellezas de la naturaleza, la gastronomía y el arte todo junto".
Schmidt: "Un museo también es un negocio. Debemos valorar el arte como valoramos el fútbol". |
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