El Museo del Novecento de Milán sigue trabajando para duplicar sus espacios de exposición. El proyecto arranca con una ocasión excepcional, la llegada de la Colección Gianni Mattioli, compuesta por veintiséis obras maestras de principios del siglo XX italiano. De Umberto Boccioni a Mario Sironi, de Amedeo Modigliani a Carlo Carrà y Giorgio Morandi, los nuevos cuadros dialogan en un recorrido orgánico e integrado con la colección permanente del Museo. El núcleo más conspicuo se presenta en la Galería del Futurismo, el movimiento artístico italiano de mayor proyección internacional, cuyas principales manifestaciones tuvieron lugar en Milán. El Futurismo es la corriente que marca radicalmente la transición a la modernidad en el contexto de las revoluciones culturales de las vanguardias que afectaron a las artes en la Europa de la época. Los intérpretes de la nueva aventura fueron Umberto Boccioni, Giacomo Balla, Carlo Carrà, Gino Severini y Mario Sironi, quienes, junto con el fundador Filippo Tommaso Marinetti, firmaron los manifiestos y documentos programáticos que esbozaban las reivindicaciones poéticas del grupo: el dinamismo, la “belleza de la velocidad”, la vida moderna. Los protagonistas de esta empresa, cuando no estaban de gira o recorriendo el mundo con sus propias exposiciones, conciertos y “veladas futuristas”, se reunían en Milán, en la casa de Marinetti en Corso Venezia o en los animados restaurantes de la Galleria.
Gracias a la Colección Mattioli, Milán puede presumir de tener el itinerario dedicado al Futurismo más rico del mundo. La famosa escultura de Boccioni Forme Uniche della Continuità nello Spazio (1913), icono del museo, da la bienvenida a los visitantes en la primera sala, enfrentada a dos obras maestras del mismo artista, Dinamismo di un ciclista (1912) y Dinamismo di un corpo umano (1913). Como contrapunto focal, en la pared del fondo de la larga Galería, se encuentra el monumental cuadro Materia (1912), un retrato de la madre del artista en un balcón, quizá la pintura más ambiciosa de Boccioni, que reúne su expresión más innovadora en un verdadero manifiesto pictórico.
Entre las dos obras maestras, la historia del Futurismo se despliega desde los lienzos, todavía divisionistas en la técnica, hasta los collages, desde las composiciones polimateriales hasta la pintura tendente a la abstracción: Crepuscolo (1909) y el boceto de La città che sale (1910) de Boccioni, la vorágine iconográfica de Manifestazione interventista (1914) de Carlo Carrà La Chahuteuse (1912) de Severini y el brillo arremolinado de la Bailarina azul (1912) repleta de lentejuelas, y el estudio del movimiento y la velocidad en obras de Giacomo Balla como Mercurio transitando ante el sol (1914). La narración prosigue con un coloquio inédito de dos retratos magistrales pintados por Amedeo Modigliani con algunos años de diferencia, el del marchante Paul Guillaume (1916) y el correspondiente de su amigo pintor Franck Haviland (1914), con una capa pictórica jugada a la manera de lo inacabado. El recorrido continúa con nuevas disposiciones que permiten colocar obras de Mario Sironi, como Composizione con elica (1915) e Il cavallo bianco (1919) de la Colección Mattioli, junto a Ballerina (1919) de la Colección Jucker, introduciendo la grandeza de los años veinte en un espléndido tríptico metafísico. Por último, una sala monográfica está dedicada a la pintura de Giorgio Morandi, el artista favorito de Gianni Mattioli, con no menos de seis lienzos de la Colección que integran el patrimonio del Museo del Novecento en el homenaje al gran artista boloñés.
GianniMattioli, nacido en Milán en 1903, hombre de negocios apasionado por el arte, amigo de los futuristas Depero y Azari, comenzó a coleccionar arte moderno con la intención de crear una colección de obras maestras seleccionadas del arte del siglo XX. Giacomo Rossi, nieto de Gianni Mattioli, con un préstamo a largo plazo a favor del Museo del Novecento, quiso así valorizar y dar un uso público a la colección, signo de continuidad con la intención educativa y social de su abuelo, que ya había abierto al público un espacio expositivo en Via Senato en los años setenta. Las renovadas galerías expositivas han sido rediseñadas en colaboración con el arquitecto Italo Rota, autor de la conversión del Palazzo dell’Arengario en los espacios del Museo del Novecento y con quien actualmente se está planificando la revisión de todo el itinerario de visita, invistiendo progresivamente las salas que acogerán en los próximos años estudios y enfoques en profundidad relacionados con el rico y creciente patrimonio del museo.
La presentación de la Colección Mattioli marca “una etapa fundamental en el desarrollo del Museo del Novecento”, como subraya el Consejero de Cultura Tommaso Sacchi: “Con la duplicación de sus espacios en el segundo Arengario, el Museo del Novecento sigue ’escalando’, como el famoso lienzo Boccioni de Milán: nuevas donaciones importantes, nuevos recorridos que trazan itinerarios en los fascinantes y a la vez complejos espacios del Arengario, nuevas ideas para contar al público la extraordinaria historia del siglo XX italiano. Un Museo tan ”dinámico“ como el Futurismo, del que hoy conserva la colección más rica y completa del mundo”.
Milán, el Museo del Novecento amplía sus espacios con el mayor núcleo futurista del mundo |
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