Laobligación de reservar los fines de semana es una condena para los pequeños museos: este es el mensaje que los sistemas museísticos de la Toscana han hecho llegar al Ministro de Cultura, Dario Franceschini. Como es bien sabido, con la reciente reapertura de los museos a partir del 26 de abril, también se ha activado la obligación de reservar los sábados, domingos y festivos (las reservas deben hacerse por Internet o por teléfono con al menos 24 horas de antelación). Sin embargo, la medida que se supone que garantiza la seguridad anti-Covidio también corre el riesgo de ahuyentar a los visitantes potenciales y de causar graves perjuicios económicos a los museos. Y los sistemas museísticos toscanos ya son los segundos en secundarlo: esta misma semana, incluso ICOM Italia ha escrito al ministro Franceschini para subrayar lo perjudicial y contraproducente que resulta la obligación de reservar en días festivos y prefestivos.
Los museos pequeños, al fin y al cabo, no corrían el riesgo de masificarse ni siquiera en la época precovídica, por lo que no habría riesgo alguno. De ahí el llamamiento al ministro Franceschini para que revise las normas y procedimientos de reapertura de los museos en las llamadas zonas “amarillas”. Marco Capaccioli, vicepresidente de la Associazione Nazionale Case della Memoria, junto con la presidenta de los Musei di Maremma, Irene Lauretti, y Alessandro Ricceri, presidente de la Fondazione Musei Senesi, son por tanto los portavoces de una petición compartida por otras 12 redes y sistemas museísticos de la Toscana, en la estela de lo ya expresado por ICOM Italia, que en su carta abierta había planteado numerosas dudas, destacando cómo “las medidas de cupo previstas [....], ya puestas en marcha el año pasado por los museos, son suficientes para prevenir la transmisión del virus COVID 19, y que por lo tanto se pueden considerar excepciones a la reserva previa obligatoria, si el número de personas reservadas es inferior al número máximo que puede estar presente al mismo tiempo en los museos, monumentos o zonas arqueológicas”.
Según los pequeños museos, es evidente que la norma de la reserva anticipada obligatoria (totalmente comprensible para los sitios museísticos muy concurridos) parece superflua para los sitios más pequeños, que a menudo están situados en pueblos históricos y representan el verdadero tejido cultural del territorio. Aquí, los visitantes suelen ser ocasionales y, en su mayor parte, no planificados; entran durante una salida dominical improvisada, quizá decidida en el último momento. Además, según las normas actuales, un museo que no tuviera reservas tendría que permanecer cerrado, arriesgándose a enviar un mensaje equivocado de poca seguridad o incluso de mal servicio a los posibles visitantes rechazados.
“El problema de saturación que esta norma quiere evitar no se planteaba en la época precovídica y dudamos que se plantee ahora”, escriben los museos en su carta a Franceschini. “Huelga señalar cómo esta fórmula desincentiva a la mayoría de los visitantes, en su mayoría ocasionales, que deciden entrar en un museo de improviso, paseando por ese caserío quizá durante una excursión dominical decidida por la mañana tras consultar el tiempo o simplemente sus propios compromisos, en lugar de planificar su entrada el día anterior. Aparentemente, el museo sin reservas también debe permanecer cerrado. ¿Y qué sensación puede tener el visitante bien dispuesto ante ese cierre: de un perjuicio (que en realidad no lo es)? ¿De inseguridad? ¿De un mayor distanciamiento de nuestro público, con el que ya estamos luchando por restablecer una relación? Animados por el deseo de reiniciar un trabajo suspendido desde hace meses, si queremos comprometernos a volver a ofrecer el servicio habitual a nuestros visitantes, debemos cambiar de paradigma: la reserva previa obligatoria nos condena a acoger sólo a algunos visitantes esporádicos, cuando no equivale a estar cerrados”.
“A esto”, prosiguen los pequeños museos, “se añade el encono hacia los profesionales de los museos, ya profundamente degradados como muchos colegas del ámbito cultural, y sobre todo los gestores que se ven obligados a programar presumiblemente de la noche a la mañana los turnos de sus operarios, ya de por sí precarios, mal pagados y despedidos desde hace meses, y víctimas a su vez de este mecanismo. Aunque todos estamos de acuerdo con la razón de ser de la norma, destinada a garantizar la seguridad del personal de los museos y de los visitantes, seguimos teniendo dudas sobre su necesidad en el caso de los museos pequeños (y no sólo) y sobre la correcta interpretación de la misma. En efecto, no está claro si un museo abierto el fin de semana en horario no reservado incurre en un delito penal o si los visitantes que entren en él sin la debida antelación pueden ser perseguidos. Por lo demás, para llevar a cabo su noble labor de divulgación, educación patrimonial y apoyo al circuito, esperemos que virtuoso, de otros sectores económicos de la zona, los museos se ven obligados a burlar la ley ”haciendo reservas falsas y recomendando sugerencias ambiguas a sus visitantes".
Por ello, los pequeños museos están presionando para que se establezcan excepciones a la norma de reserva obligatoria, basadas en el número de personas reservadas: si no se alcanza un determinado umbral, será posible visitar el museo sin reserva. “Esto significaría”, concluyen los museos, “garantizar la apertura continua durante el fin de semana, gestionar racionalmente la asistencia en función de los turnos de visita o de la capacidad de las salas, evitando el riesgo de aglomeraciones pero también de dejar esas mismas salas vacías o poco concurridas y a los visitantes frustrados e insatisfechos”. Seguros de que la hospitalidad y la accesibilidad son valores indispensables para nuestros museos e institutos culturales, esperamos a su vez una rectificación de la medida en el sentido indicado lo antes posible".
Foto: Centro di Documentazione Etrusco di Frassinello - Museos de la Maremma
Los pequeños museos de la Toscana a Franceschini: "la reserva obligatoria es una condena para nosotros |
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