Giorgione. La Tempestad - por Maria Daniela Lunghi


Reseña del libro Giorgione. La Tempestad de Maria Daniela Lunghi, una nueva e interesante contribución a los estudios sobre esta célebre obra maestra.

Sobre la Tempestad de Giorgione se ha escrito de todo, pero siempre es bienvenida cualquier nueva aportación que pueda ayudar seriamente a esclarecer el gran misterio que lleva siglos planteando interrogantes a cuantos la observan. Porque, como es bien sabido, el significado de la obra es casi desconocido: Giorgione, un autor fundamental para el arte occidental, pero del que se sabe muy poco, estaba acostumbrado a trabajar para mecenas muy sofisticados, que compartían un lenguaje propio, indispensable para una especie de “aislamiento dorado” del resto del mundo. Ese lenguaje se componía también de repertorios figurativos que sólo podían entender quienes pertenecían a los círculos culturales deélite de la Venecia de finales del siglo XV. Y en este contexto se sitúa también la gran obra maestra de Giorgione.

Maria Daniela Lunghi, Giorgione. La tempesta
Maria Daniela Lunghi, Giorgione. La Tempestad
Se ha dicho que toda nueva aportación debe ser siempre bienvenida, siempre que sea seria. Y seriedad no falta en este volumen de Maria Daniela Lunghi, titulado simplemente Giorgione. La Tempestad y publicado por Europa Edizioni. Un librito muy ágil (sólo 52 páginas), que parte inmediatamente de una premisa fundamental: si dejamos de lado el descubrimiento de documentales inéditos, la única manera de intentar comprender lo que representa la Tempestad es a través de lainvestigación iconográfica. Se escrutan cuidadosamente los detalles, se piensa a qué símbolos pueden hacer referencia, se relacionan con el contexto histórico y artístico de la época y, finalmente, se intenta derivar un hilo lógico que aglutine lo estudiado y permita extraer una conclusión aceptable. Este es, en esencia, el trabajo que ha realizado Maria Daniela Lunghi. La autora es historiadora del arte especializada en textiles: en 1998 fundó la Civica Tessilteca del Palazzo Bianco de Génova, fue su directora y actualmente es su conservadora honoraria. Pero por la pasión y pericia con que aborda el tema, parece tener cierta debilidad por elarte véneto del Renacimiento.

Partamos de una conclusión: no es posible establecer con certeza qué representa La Tempestad. Pero esto ya se comprende hojeando las primeras páginas. Cumplida esta premisa, podemos empezar diciendo que existe una obra, según Maria Daniela Lunghi, que puede relacionarse con el cuadro de Giorgion: se trata de un grabado de Alberto Durero, fechado en 1496, reproducido en varios ejemplares (uno se conserva en los Museos Cívicos de Pavía). Representa la leyenda de San Juan Crisóstomo: un mito popular que gozaba de gran popularidad en la época que estamos examinando. Según esta leyenda, Juan Crisóstomo habría decidido, en algún momento de su vida, retirarse a una vida ascética en el desierto de Siria. Sin embargo, un día se habría topado con la joven hija de un gobernante local, de la que se habría enamorado, correspondido. Sin embargo, tras unirse a ella, le invadiría el remordimiento por haber ido en contra de los principios de su fe religiosa, y lo remediaría con un acto aún más atroz: arrojaría a la muchacha por un acantilado como si quisiera expiar su culpa. Pero una culpa no puede expiarse con un crimen, y una cuidadosa reflexión sobre sus gravísimos pecados habría llevado a Juan Crisóstomo a vivir como un salvaje, evitando todo contacto con otros seres humanos. Un día, Juan Crisóstomo sería encontrado por algunos soldados del padre de la joven, y el futuro santo confesaría el crimen al rey: todos irían al lugar del crimen y encontrarían a la joven sana y salva, habiendo escapado milagrosamente de la caída, y junto a un niño, fruto de su unión con Juan Crisóstomo, que sería perdonado.

La Tempesta di Giorgione, dettaglio
Giorgione, Detalle de La Tempestad (c. 1502-1505; Venecia, Gallerie dell’Accademia)

Esta historia, muy diferente de la transmitida por los canales “oficiales”, tuvo sin embargo el mérito de proporcionar sugerencias a los artistas, que identificaron ciertos elementos recurrentes en la iconografía de la leyenda: la mujer desnuda amamantando al niño, el paisaje salvaje, el castillo del rey y un Juan Crisóstomo reducido a arrastrarse desnudo a cuatro patas, a menudo cubierto de cabellos y completamente privado de su dignidad de ser humano. Maria Daniela Lunghi enumera en su análisis otras obras, además de las de Durero, sobre el mismo tema: grabados de Lucas Cranach, Giulio Campagnola, Andrea Zoan, los hermanos Sebald y Barthel Beham. Es concebible, a través del análisis estilístico de algunas de sus obras, que Giorgione conociera los grabados de Durero, también porque el artista alemán permaneció en Venecia precisamente en la época en que Giorgione se disponía a pintar su Tempestad (estamos hablando de finales del siglo XV y principios del XVI: Durero realizó dos viajes a Italia, y en ambas ocasiones tuvo ocasión de detenerse en la laguna). Venecia siempre mantuvo fructíferos intercambios culturales con los países germánicos: baste mencionar que Venecia fue, durante el Renacimiento, el principal centro italiano de producción de imprenta, un invento alemán.

En su Tempestad, Giorgione parece retomar la figuración del mito de Juan Crisóstomo, aunque introduciendo diversas modificaciones: el centro de atención, como en el caso de los demás artistas antes citados, es la figura femenina, pero se suprime por completo la del santo y hace su aparición la figura del soldado, ausente en otras obras que representan el mito. No tenemos elementos para saber si Giorgione quería realmente dar su propia interpretación de la leyenda o si, más probablemente, la leyenda no era más que una fuente en la que basarse para crear una especie de alegoría, comprensible sólo para quienes pertenecían a los círculos culturales de la Venecia de la época.

En resumen: el mensaje que encierra el cuadro está lejos de ser revelado y comprendido en su totalidad. Sin embargo, no se puede dejar de apreciar el libro de Maria Daniela Lunghi, que nos ayuda a sumergirnos en una realidad cultural tan compleja como era la de la Venecia de finales del siglo XV. Rico en referencias oportunas, a su manera profundo a pesar de su brevedad, exento de retórica, escrito de forma clara y fácil de entender. Como debe ser un libro de historia del arte destinado a un público amplio. En fin, un ensayo que abre interesantes perspectivas en el estudio de la Tempestad de Giorgione, y yo diría que no puede faltar en la estantería de cualquiera que estudie o aprecie la inspiración del gran artista veneciano.

Giorgione. La Tempestad
por Maria Daniela Lunghi
Ediciones Europa, 2014
52 páginas
9,50 €


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