Venecia: Jan Fabre en el Palazzo Balbi Valier con El hombre que mide las nubes


Con motivo de la 58ª. Exposición Internacional de Arte de la Bienal de Venecia, el gran artista y autor Jan Fabre (Amberes, 1958) regresa a la laguna con la presentación de un proyecto especial de arte público. Instalada en el Jardín del Palacio Balbi Valier y visible desde el Gran Canal, la monumental escultura de pan de oro El hombre que mide las nubes (Monumento a la medida de lo inconmensurable), se alza a nueve metros de altura.

El proyecto es una colaboración de Angelos (Amberes, Bélgica), EdM Productions y la Fundación Linda y Guy Pieters (Saint-Tropez, Francia) y está comisariado por Joanna De Vos . Abierta al público desde el lunes 6 de mayo, permanecerá hasta el final de la Bienal Arte 2019, el domingo 24 de noviembre.

El hombre que mide las nubes (Monumento a la medida de lo inconmensurable ) es una obra monumental única y sin precedentes, acabada en pan de oro. Concebida específicamente para Venecia, rememora una profunda conexión con esta ciudad, establecida a lo largo de las últimas décadas. Inclinado sobre el arco que conduce al Jardín del Palacio Balbi Valier desde el Gran Canal, este imponente hombre dorado refleja no sólo la deriva del artista y de la humanidad, sino también el significado y los valores históricos de esta mítica ciudad flotante.

El título de la escultura hace referencia a la historia del ornitólogo Robert Stroud, que al ser liberado de Alcatraz había declarado que a partir de entonces se dedicaría únicamente a “medir nubes”, y contiene una invitación a reflexionar sobre el papel del artista en la sociedad. La obra se presta a ser leída como una "metáfora del artista que intenta captar lo imposible a través de su obra", en palabras del propio Fabre, inspirándose en la afirmación del filósofo Protágoras: “El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son por lo que son, y de las que no son por lo que no son”. Para los griegos, el hombre es la unidad de medida de la relación recíproca entre los objetos, y del mismo modo, el hombre de Fabre es la medida de todas las cosas, en homenaje a la grandeza de la imaginación humana.

Desde los griegos hasta nuestros días, el hombre se siente atraído por la monumentalidad: más grande, más visible y más poderosa. La escala y el tamaño de la escultura de Fabre, junto con su instalación al aire libre en Venecia, tienen un profundo impacto en su significado y en cómo se experimenta. ¿Utiliza Jan Fabre la enorme altura de esta escultura para hacer físicamente visible la magnitud del esfuerzo humano? El hombre siempre quiere medirse y le encanta superarse, es imposible pasar por alto estos hechos en una ciudad histórica como Venecia.

El sujeto es un hombre vestido con ropa contemporánea que, extendiendo los brazos hacia el cielo, está de pie sobre una escalera de biblioteca, sosteniendo con ambas manos una regla de agrimensor, en el gesto de medir los objetos celestes. La figura parece representar al propio Fabre, pero en realidad está modelada a partir del cuerpo de su hermano menor, Emiel Fabre, fallecido en la infancia; el parecido entre ambos hermanos era irrefutable. El empuje longitudinal del cuerpo se encuentra con la horizontalidad decisiva de la férula que sostiene, creando una culminación en la que se produce una reconciliación temporal entre la tensión horizontal y la verticalidad. El equilibrio compositivo se hace eco de la perfección a la que aspira el hombre, hasta el punto de erigirse en unidad de medida de toda creación, de empujarse cada vez más alto, apuntando al cielo con sus monumentales obras de arte y magníficas arquitecturas que son testigos tangibles de su deseo de afirmación.

La obra de bronce siliconado se completa con un revestimiento de pan de oro, que la convierte en una especie de ídolo/icono contemporáneo. Las dimensiones colosales de la escultura y su resplandor dorado devuelven la magnificencia al quehacer humano. El uso del oro en el contexto veneciano evoca también múltiples conexiones con la historia de la ciudad y de los hombres que la habitaron y la convirtieron en una potencia comercial a lo largo de los siglos. En efecto, fue en Venecia, en 1284, donde se acuñó la primera moneda de oro, que siguió siendo la referencia de todas las monedas europeas durante 600 años. Hoy en día, es en Venecia donde pervive el antiguo trabajo del pan de oro, en el único taller de Europa que aún es capaz de utilizar las técnicas originales del siglo XVIII.

¿Quién es, pues, este medidor de lo desconocido que se engaña a sí mismo creyendo poder comprender la grandeza de lo inconmensurable? Jan Fabre deja al observador con una duda sin resolver, un “pensamiento creativo” que le incita a mirar hacia arriba para ver la indefinición del cielo de Venecia y de la propia perspectiva humana. Jan Fabre ofrece así al público un monumento a la medida de lo inconmensurable y reta al espectador a replantearse el significado de las proporciones.

El proyecto irá acompañado de una publicación, con texto de Joanna de Vos, en edición limitada de 300 ejemplares, 200 de los cuales estarán numerados y firmados por Jan Fabre y Joanna de Vos; diseño gráfico de Aline Billiet.

Fuente: comunicado de prensa

Venecia: Jan Fabre en el Palazzo Balbi Valier con El hombre que mide las nubes
Venecia: Jan Fabre en el Palazzo Balbi Valier con El hombre que mide las nubes


Advertencia: la traducción al inglés del artículo original en italiano fue creada utilizando herramientas automáticas. Nos comprometemos a revisar todos los artículos, pero no garantizamos la total ausencia de imprecisiones en la traducción debido al programa. Puede encontrar el original haciendo clic en el botón ITA. Si encuentra algún error, por favor contáctenos.