Una gran exposición sobre la relación de Picasso con la Antigüedad llega este otoño al Palazzo Reale de Milán


En Milán, del 18 de octubre de 2018 al 17 de febrero de 2019, llega al Palazzo Reale una gran exposición sobre la relación entre Pablo Picasso y la Antigüedad titulada 'Picasso Metamorfosis'.

La próxima gran exposición en el Palazzo Reale de Milán tendrá lugar del 18 de octubre de 2018 al 17 de febrero de 2019: titulada Picasso Metamorfosis, promovida y producida por el Ayuntamiento de Milán - Cultura, el Palazzo Reale y MondoMostreSkira, la muestra y comisariada por Pascale Picard, directora de los Museos Cívicos de Aviñón, estará enteramente dedicada a la relación entre Pablo Picasso (Málaga, 1881 - Mougins, 1973) y el mito y la antigüedad. Se trata de un nuevo capítulo en el camino de profundización que ha llevado al instituto milanés a dedicar varias veces al gran pintor español: un verdadero ciclo que comenzó con la exposición del Guernica en la Sala delle Cariatidi, en 1953, luego continuó en 2001 con la gran exposición antológica y en 2012 con una nueva exposición monográfica sobre técnicas y medios de expresión.

“Cuando en 1953”, declaró el alcalde de Milán, Giuseppe Sala, “Picasso eligió Milán y la Sala delle Cariatidi del Palazzo Reale, parcialmente destruida por la guerra, para mostrar al mundo el Guernica, símbolo de su extraordinaria capacidad expresiva, nació un vínculo único entre su genio y nuestra ciudad, puesto de manifiesto, en cada retorno de sus obras, por una apasionada participación del público. Así ocurrió en 2001, con 450.000 visitantes, y en 2012, con más de medio millón. No cabe duda, por tanto, de que a Milán le gusta Picasso y de que, gracias al estudio y al trabajo de comisarios y organizadores, la propuesta cultural ha estado siempre a la altura de las expectativas. Por eso confiamos en que esta nueva exposición, que estará en el Palazzo Reale a partir del próximo mes de octubre, sea capaz de sorprendernos una vez más, por la calidad y el valor de un proyecto que ha elegido el tema de la mitología como leitmotiv, para desvelar aspectos aún inéditos de la producción de este artista excepcional”.



La exposición permanecerá abierta los lunes de 14.30 a 19.30 horas, los martes, miércoles, viernes y domingos de 9.30 a 19.30 horas, y los jueves y sábados de 9.30 a 22.30 horas. La taquilla cierra una hora antes. Precios: tarifa completa 14 euros, reducida 12 euros para niños y jóvenes de 6 a 26 años, mayores de 65 años, discapacitados, grupos de un mínimo de 15 y un máximo de 25 personas, con acuerdos especiales; reducida especial 6 euros para colegios, grupos TCI y FAI, periodistas no acreditados, otros con acuerdos especiales; gratuita para menores de 6 años, guías turísticos, periodistas acreditados y otros con acuerdos especiales. Información en www.mostrapicassomilano.it.

La exposición constará de seis secciones, en las que se mostrarán obras de Picasso junto con arte antiguo que le influyó profundamente. A continuación se ofrece una lista y un resumen de todas las secciones.

1. Mitología del beso - Ingres, Rodin, Picasso

Con la invención de las Demoiselles d’Avignon (1907), reconocidas como el manifiesto de una nueva estética, Picasso rompió los códigos de la práctica artística académica. Pero lo hizo apoyándose en su propia formación clásica, alimentándose de los arquetipos de la historia del arte, donde descubrió formas adecuadas a la metamorfosis de los códigos artísticos existentes. Antes que él, habían sido Ingres y Rodin quienes le habían allanado el camino. La introducción de la exposición reúne a los tres artistas en torno al tema del beso, con varios cuadros de Picasso contrapunteados por dos obras emblemáticas: El beso de Rodin y Paolo y Francesca de Ingres. La comparación revela cómo el enfoque de Picasso conduce a una interpretación libre y profundamente innovadora de la Antigüedad. Testigo de ello son las distintas versiones de El beso presentes en la exposición, cada una diferente de la otra y marcadas por una evidente tensión erótica que Picasso desarrollará a lo largo de toda su carrera, de 1899 a 1970. Esta urgencia pone inmediatamente de relieve cómo uno de los centros de su obra es su relación con el universo femenino, del mismo modo que el tema del artista y sus modelos en el estudio también está muy tratado.

2. Ariadna entre el Minotauro y el Fauno

La búsqueda estética de Picasso se inspira desde el principio en las numerosas representaciones de seres fantásticos del repertorio mitológico. Sus puntos de referencia recurrentes son las figuras híbridas que se debaten entre lo humano y lo animal, el bien y el mal, la vida y la muerte. Sus obras están pobladas de faunos y faunas -representados en los dibujos a pluma Fauno , caballo y pájaro (1936) y Fauno (1937) y en el famoso óleo Cabeza de fauno (1938)-, pero también de minotauros y centauros. La figura de Ariadna, emblema de belleza que encarna la renovación entre la traición y el idilio amoroso, sugiere la idea de un renacimiento perpetuo y cíclico. En la obra de Picasso hay numerosas odaliscas sumidas en el sueño que recuerdan a la famosa Ariadna durmiente del Vaticano. El artista desarrolla en torno a su figura temas que le son particularmente queridos: el Minotauro, la arena, la guerra, la pasión amorosa y la perpetua embriaguez de la vida encarnada por la procesión báquica. La belleza cautivadora de Ariadna ofrecida a la contemplación está presente en una serie de representaciones con todas las expresiones de la emoción amorosa: desde el erotismo sereno hasta las fantasías de rapto y violación a las que remiten los seres híbridos que la flanquean. Ejemplos de esta transposición son el aguafuerte Muchacho pensativo velando a una mujer dormida a la luz de una vela (1934); los dibujos a lápiz Dos figuras (1933); Mujer con los brazos cruzados sobre la cabeza (1939) y Estudios de desnudo de pie con los brazos sobre la cabeza (1946); y los diversos desnudos femeninos: los óleos Desnudo tumbado (1932) y Desnudo en un jardín (1934); los dibujos a pluma y tinta El escultor y su modelo (1931), Desnudo pe inándose (1954), Bacanal (1955).

3. En la fuente de la Antigüedad - El Louvre

El virtuosismo de Picasso se desarrolló a partir de su adolescencia en contacto con una práctica académica cuya técnica y repertorio dominaba a la perfección, tras haber asimilado las formas de la escultura griega. Este enfoque se desarrolla aún más durante su viaje a Italia, a Roma y Nápoles, en 1917 y su encuentro con Olga Khokhlova. La inspiración clásica mitiga la intensa experiencia cubista de estos años. La Fuente (1921), se inspira en una personificación del río Nilo conservada en el Campidoglio de Roma, pero también en un cuadro de Ingres, y desembocará -también en 1921- en los cuadros de las Tres mujeres en la fuente, cuyo tema se inspira en un cuadro de un jarrón griego conservado en el Louvre. Picasso visitó a menudo este museo y se inspiró en las figuras de los bajorrelieves griegos para su cuadro Mujer sentada (1920), así como para el tardío Desnudo sentado en un sillón (1963), su Hombre de pie (1942), realizado en bronce, y su estatua El hombre del carnero (1943), reinterpretada en una clave original alejada del hieratismo de las estatuas helenísticas.

4. Las “Demoiselles” de Dyplon: entre griegos, etruscos e iberos

Picasso visitó regularmente el Louvre a partir de 1901 y continuó sus visitas después de la Segunda Guerra Mundial. Entre 1901 y 1912, según el testimonio de su primera compañera Fernande Olivier y del pintor-escritor Ardengo Soffici, volvió allí numerosas veces, descubriendo los periodos arcaicos y la pintura de los vasos griegos del periodo geométrico, cuya estilización extrema atrajo su atención. Los motivos de contorno de las figuras que observa desempeñan un papel fundamental en el proceso de elaboración de las Demoiselles d’Avignon, como demuestran los diversos estudios a lápiz de desnudos expuestos en esta sección, así como los óleos Desnudo sentado (1906-1907), Desnudo sentado (1907), Pequeño desnudo (1907), y las esculturas de madera Tres desnudos (1907), que evolucionan más tarde hacia las esculturas de madera hiladas Mujer sentada, Mujer de pie (1930) que anuncian la obra de Giacometti, pero que se inspiran en los bronces del arte etrusco. El arte griego de las Cícladas también impregna el magnífico cuadro Desnudo sentado sobre fondo verde (1946) o la serie de bronce Las bañistas (1956). Por último, Picasso se inspiró en su colección de más de noventa piezas de exvotos ibéricos de bronce, varios de cuyos ejemplos se muestran por primera vez en esta exposición.

5. La antigüedad de la metamorfosis

La espectacular escultura Mujer en el jardín (1932) realizada en hierro soldado como material reciclado y pintada intencionadamente de blanco como el mármol abre esta sección para presentar las Metamorfosis de Ovidio, de las que Picasso ilustra en 1931 una famosa edición publicada por Albert Skira y de la que Skira, con motivo de la exposición, reeditará el ejemplar anastático. La importancia de la práctica del aguafuerte en la obra de Picasso aplicada a la edición impresa nos permite aquí acercarnos al libro del artista. La pequeña tirada de la obra y la forma en que Picasso graba la plancha de cobre con un simple trazo crea un efecto que compite con el dibujo. El efecto gráfico remite también a las antiguas decoraciones de jarrones pintados. Las escenas imaginadas por Picasso acompañan al texto y subrayan la importancia de la fuente literaria en la interpretación que el artista hace de ella. Las Metamorfosis de Ovidio reaparecen en algunos temas de la famosa suite Vollard (1933-1935), de la que habrá algunas láminas, que presenta al artista en el papel de escultor trabajando con un modelo que evoca el mito de Pigmalión, sin duda uno de los temas favoritos de Picasso. Esta fascinación por la apropiación de la feminidad puede desembocar en escenas eróticas o de violación, que recuerdan antiguas escenas entre faunos y bacantes.

6. Antropología de la Antigüedad

La cerámica es la protagonista de este sexto y último apartado. Picasso la descubrió en la posguerra, abriendo un nuevo capítulo en sus declinaciones desde la antigüedad y, al experimentar con el potencial artístico de la terracota pintada, hizo evolucionar el objeto desde su función de uso hasta el estatus de obra de arte. Como en la Antigüedad, el ceramista y el pintor cohabitan en el taller y crean juntos. Así, la ceramista Suzanne Ramier incita a Picasso a buscar nuevos perfiles de vasijas y estimula la consulta de repertorios arqueológicos. Esta inmersión en el universo ancestral de los talleres de ceramistas evoca en Picasso el recuerdo de Pompeya y revela su gusto por todas las formas de expresión decorativa o artística del entorno romano. Picasso utilizó diversos materiales reciclados de su taller, fragmentos de recipientes culinarios y azulejos para conseguir resultados extraordinarios como en las terracotas: Jarrón, mujer con capa (1949), Fragmento de piñata decorada con un rostro (1950), Flautista doble sentada (1958); o en las bellas cerámicas Jarrón trípode con rostro de mujer (1950), Portaflores en forma de pájaro (1950-1951), Jarra con toro (1957).

Imagen: Pablo Picasso, El beso (1969; óleo sobre lienzo, 97x130 cm; París, Musée National Picasso). © RMN-Grand Palais (Musée national Picasso-Paris) /Jean-Gilles Berizzi/ dist. Alinari

Una gran exposición sobre la relación de Picasso con la Antigüedad llega este otoño al Palazzo Reale de Milán
Una gran exposición sobre la relación de Picasso con la Antigüedad llega este otoño al Palazzo Reale de Milán


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