Una gran exposición antológica sobre Gianfranco Ferroni en Seravezza. Sgarbi: "un pintor que eleva la vida cotidiana a través del arte".


El Palazzo Mediceo de Seravezza acoge, del 8 de julio al 16 de septiembre de 2018, la exposición Gianfranco Ferroni. Antes y después de la Bienal del 68. Todo llega a su fin.

La exposición Gianfranco Ferroni se celebra en el Palazzo Mediceo de Seravezza. Antes y después de la Bienal del 68. Todo está por suceder, del 8 de julio al 16 de septiembre de 2018. La exposición pretende recorrer la trayectoria de Gianfranco Ferroni (Livorno, 1927 - Bérgamo 2001), un artista que en los últimos años ha sido objeto de un intenso redescubrimiento y revalorización, con dos exposiciones dedicadas a él, una en 2007 en Milán (Palazzo Reale) y otra en 2015 en Florencia (Uffizi), así como varias publicaciones. La exposición Seravezza pone el acento en el año 1968 no sólo como un parteaguas en la historia de Italia, sino también como un punto de inflexión en la carrera artística de Ferroni. Las cien obras que componen el recorrido de la exposición, elegidas por la comisaria Nadia Marchioni (asistida por un comité científico presidido por Carlo Sisi e integrado por Arialdo Ciribelli, Andrea Tenerini y Marco Vallora), pretenden reconstruir la densa trama de la carrera de Ferroni, poniendo de relieve ese punto de inflexión caracterizado por la desilusión tras la revolución “fracasada” de 1968 y el refugio en una pintura políticamente desvinculada pero, por el contrario, lírica y casi mística.

La exposición, dividida en diez secciones, comienza con los años en los que Gianfranco Ferroni frecuentó el ambiente artístico-literario del Bar Giamaica de Milán, cerca de laAcademia de Brera. Años, según sus propias palabras, de “soledad, hambre, huelgas, cine, lectura, jazz, partidas de petanca y pinball” y una concepción “existencialista” del arte. Luego vino el shock de los acontecimientos en Hungría, su salida del Partido Comunista, la muerte de su madre, a la que estaba muy unido (sólo dos años después de la de su padre), y la apertura a nuevos horizontes figurativos que llevaron al artista a analizar la realidad con una nueva intención formal. La exposición transita así desde las obras de temática política de principios de los sesenta hasta el posterior compromiso social de Ferroni: En el centro de este recorrido se encuentra la sección especial dedicada a la Bienal de 1968 (en la que Ferroni participó volcando sus obras contra las paredes, en protesta por las cargas policiales), con algunas de las obras más significativas del pintor de Livorno, como el cuadro de denuncia Tutto sta per compiersi (Todo está a punto de suceder), lleno de aspiraciones que más tarde definiría como “amargamente incumplidas”. Esta sección también incluye reproducciones fotográficas de gran formato procedentes delArchivo Ugo Mulas que muestran a los manifestantes en la Plaza de San Marcos durante la Bienal. Y mucho más: la crisis creativa de principios de los 70 y su retiro a Viareggio, donde Ferroni compartió estudio con Sandro Luporini, histórico colaborador de Giorgio Gaber; su vuelta a la pintura en clave cada vez más intimista, para “investigar el pequeño y prosaico mundo” que le rodeaba; la experiencia de Metacosa; las obras de los últimos años en las que la investigación de la realidad, “que se reduce a pura esencia luminosa, se persigue también a través de una refinada experimentación fotográfica, llegando, en diferentes soportes, a resultados de una sugestión inédita que se presentan juntos en la sección final de la exposición”.

“La exposición”, explicó Nadia Marchioni en la rueda de prensa, “pretende ser una exposición antológica, que comienza en los años 50 y recorre toda la trayectoria de Ferroni, un artista que comenzó su carrera en Milán en un ambiente, el de Brera a mediados de los años 50, que estaba muy vivo a mediados de los 80”. de los años 50, que era muy vivo, y que le dio la oportunidad de conocer a aquellos artistas que se agrupaban bajo la etiqueta del realismo existencial, es decir, un arte que no estaba vinculado a un compromiso político, ni seguía las búsquedas abstraccionistas que empezaban a imponerse. Más que político, el compromiso de Ferroni en aquella época era social, porque el artista siempre fue sensible a lo que ocurría a su alrededor, y sufría en su interior lo que pasaba en el mundo: su pintura es una participación en los acontecimientos históricos. Ferroni fue un artista muy variado, y con la exposición hemos querido representar esta variedad: él mismo hizo una periodización de su carrera pictórica. En 1968, que Ferroni vivió como un hombre ya maduro, con muchas esperanzas, participando y simpatizando con las manifestaciones de aquellos años, se produjo el episodio de la Bienal, con la protesta de los estudiantes cargados en la Plaza de San Marcos por la policía, y se produjo una gran protesta de los artistas, que cerraron los Giardini, impidiendo la apertura del evento. La Bienal se reabrió entonces, y todos los artistas participaron, excepto Ferroni, Gastone Novelli y Carlo Mattioli: Novelli y Mattioli retiraron sus obras, y Ferroni, en cambio, mantuvo sus lienzos pegados a la pared durante todo el evento. Fue un gesto muy llamativo y también un testimonio de cómo Ferroni tenía una visión muy maximalista de la política. A partir de ese mismo año, Ferroni se desilusionó con esta ola que podía cambiar algo, se distanció de la política y también de la ciudad, dejando Milán y trasladándose a Versilia durante cuatro años. Durante estos cuatro años pintó muy poco, y cuando empezó a hacerlo de nuevo, era un artista completamente cambiado. Su pintura habla de su realidad cotidiana, es una pintura de ausencia, de carencia, de soledad, es su percepción de la realidad contada como si viviera y viera las cosas por primera vez, como un extraterrestre. Ferroni quiere captar una especie de misterio que percibe en las cosas y en la vida. Y es uno de los artistas contemporáneos que más nos hacen reflexionar sobre nuestra existencia en el mundo. La exposición concluye con fotografías inéditas, nunca antes expuestas, que pretenden poner de relieve otro aspecto de su investigación artística: fotografiaba no sólo funcionalmente para los cuadros que iba a pintar, sino también para crear fotografías que tuvieran calidad y valor experimental".

“El de Seravezza”, subraya Vittorio Sgarbi, redactor de la introducción del catálogo y gran admirador de la obra de Ferroni, “es un recorrido que se representa por primera vez de forma tan precisa en una exposición. Las obras que vemos al final, las más intensas, contemplan una divinidad ajena al Ferroni histórico: Ferroni se convierte en ateo no sólo respecto a Dios, sino también respecto a la ideología (quien cree firmemente en un partido no es ateo, porque tiene una idea última de su propia vida por la que sacrificarse). En él, hay otro Dios: la idea de un absoluto dentro de nosotros. En su caso, existe la idea de elevar la vida cotidiana a través del arte. En Ferroni no hay iconografía religiosa ni iconografía cristiana, pero sí la idea de que hay en él un espíritu elevado que le distingue de otros artistas, de modo que el suyo es un camino ascético, que le lleva a una tensión mística. Es una pintura muy intensa y auténtica: se pasa de una pintura contra el hombre, una pintura sufriente, a una pintura que, consciente de que el individuo no puede cambiar el mundo, mira dentro de sí mismo. Y la exposición acompaña bien estos pasajes de una personalidad muy curiosa y muy compleja. Viendo la obra de Ferroni, me pareció que el momento en el que manifiesta una adhesión ideológica a la revolución del 68 y al arte pop es un momento en el que un hombre tan inteligente y sensible parece dejarse atrapar por la ola de las masas (no digo por la moda, sino por la idea de hablar un lenguaje que también hablan los demás: algo que ni Morandi, ni él después de los años 70, sugirieron: la belleza de su pintura consiste en estar contra la historia, contra su momento). Y así llega al 68 y hace este gesto a lo Duchamp, que es dar la vuelta a los lienzos, y tiene la oportunidad de hacerlo en una exposición en la que hay una historia sobre sí mismo. Exponer los cuadros de esta manera fue una buena idea, porque los cuadros son reales cuando él vive un drama humano tan fuerte, cuando se da cuenta de que toda la pintura, incluida la suya, es decoración y, por tanto, no sirve para un momento de conflicto”.

La exposición está abierta de lunes a viernes de 17.00 a 23.00 horas. Sábados, domingos y festivos de 10.30 a 12.30 y de 17.00 a 23.00 (la taquilla cierra media hora antes). Entradas: tarifa completa 7 euros, reducida 5, entrada familiar (dos adultos con niños de hasta 14 años) 14 euros. Visita guiada: todos los miércoles de 19.00 a 20.00 h. y todos los viernes de 10.30 a 11.30 h. (coste: 10 euros entrada y guía). Visita para niños: todos los martes de 19:00 a 20:00 horas (coste: 6 euros). Nos divertimos aprendiendo LAB: todos los lunes de 17:30 a 19:00 y todos los jueves de 21:30 a 23:00 (coste: 6 euros). Las visitas y actividades educativas deben reservarse con antelación (teléfono: 339 8806229, 349 1803349). El catálogo publicado por Bandecchi&Vivaldi (gráficos de Enrico Costalli), con presentación de Vittorio Sgarbi, incluye contribuciones de Nadia Marchioni, Giacomo Giossi, Marco Vallora y Andrea Zucchinali.

A continuación, una selección de imágenes de obras de la exposición.

Gianfranco Ferroni, Análisis de un suelo - Milán (1983, óleo sobre tabla; 43,5x41,5 cm; colección particular)
Gianfranco Ferroni, Análisis de un suelo - Milán (1983, óleo sobre tabla; 43,5x41,5 cm; colección particular)



Gianfranco Ferroni, Ciudad (1961; óleo sobre lienzo, 50x59,5 cm; colección particular)
Gianfranco Ferroni, Ciudad (1961; óleo sobre lienzo; 50x59,5 cm; colección particular)



Gianfranco Ferroni, Cráneo equino y botella (1998; técnica mixta sobre papel aplicado a panel, 61x50 cm; colección particular)



Gianfranco Ferroni, Puerta cerrada (1974; técnica mixta sobre papel aplicado a lienzo, 83,5x83 cm; colección particular)



Gianfranco Ferroni, Residuos (1964; óleo sobre lienzo, 52x47 cm; colección particular)

Una gran exposición antológica sobre Gianfranco Ferroni en Seravezza. Sgarbi:
Una gran exposición antológica sobre Gianfranco Ferroni en Seravezza. Sgarbi: "un pintor que eleva la vida cotidiana a través del arte".


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