La Fundación Palazzo Magnani presenta, del 21 de septiembre al 24 de noviembre de 2024, en la sede del Palazzo da Mosto de Reggio Emilia, la retrospectiva dedicada a Luciano Bertoli, por primera vez en su ciudad natal tras su fallecimiento en 2021. Comisariada por Martina Corgnati, la exposición lleva por título Frattempo. Las curvas de Mandelbrot en referencia a la serie del mismo nombre, creada a partir de los años 90 y nunca expuesta al público, conservada por los herederos en la futurista casa-estudio del artista cerca del Castello di Canossa.
El cuerpo principal de la exposición, destinada a redescubrir el interés y la originalidad de una investigación alejada de la corriente artística y comercial dominante, está formado precisamente por las pinturas denominadas Frattempo. Las curvas de Mandelbrot, que ponen de manifiesto el gran interés del artista por las ciencias exactas.
“Una serie de obras misteriosas, matéricas y coloristas”, escribe Martina Corgnati. “Fondos densos y espesos, de aspecto gelatinoso y móvil, sobre los que flotan cuerpos ameboides y en los que las burbujas se abren para revelar espacios intrínsecos y oscuros, de los que emergen cuerpos redondos igualmente suaves, a menudo prominentes, no verdaderas manchas sino glóbulos orgánicos, como mundos en ciernes”.
El conjunto de Mandelbrot, que debe su nombre al físico polaco que descubrió los fractales, es un conjunto de números complejos, delineado gráficamente en 1984 y popularizado por una portada de la revista de gran tirada Scientific American. Sin embargo, Bertoli captó rápidamente el potencial estético de este complejo objeto matemático, dejando de lado cualquier intento de reproducción, para construir en su lugar un nuevo universo de imágenes inspiradas en él, pero con una matriz predominantemente orgánica y táctil.
“Mis imágenes”, escribió Luciano Bertoli, "son el resultado de una intuición pura, de una auscultación matemática, inventada por un visionario amante de la física cuántica, que visualiza lo que sólo se puede intuir, imaginar, es decir, el origen del universo de la mecánica cuántica de Niels Bohr y Max Planck. Estéticamente, he puesto el acento en el colorido, las vibraciones, la espacialidad, todo lo que permanece inexplorado salvo para el ojo-mente".
La exposición se completa con una rica sección dedicada a las obras del periodo anterior -pinturas, esculturas, gráficos, dibujos y ensamblajes- para presentar al público los componentes esenciales de una trayectoria experimental en materiales y técnicas y siempre sostenida por una genuina curiosidad por el mundo de las máquinas y la tecnología, protagonistas de la sociedad en la que vivía y de otras posibles civilizaciones futuristas, de ciencia-ficción.
En los años setenta y ochenta, el artista trabajó en paisajes hibernantes, construcciones autogeneradas, animales mecánicos, erotismos metálicos, ciudades ideales plastificadas y eléctricas, instalaciones y esculturas, así como carpetas de dibujos y gráficos caracterizados por la perfección técnica y la atención al detalle. El mismo cuidado que el artista reserva a los bocetos: más que bocetos, son verdaderos proyectos de ingeniería, funcionales a la mecanización de sus esculturas, muchas de ellas concebidas para el exterior.
Combinando magia y técnica, el espíritu fantástico de Julio Verne y la actitud rigurosa de un ingeniero, en cincuenta años de investigación Luciano Bertoli ha podido vislumbrar aspectos de la cirugía y la informática, la cibernética y la medicina que en su momento ni siquiera eran concebibles, haciendo del arte, como concluye el comisario, “un instrumento para estar en el tiempo, en el propio tiempo, como puente para proyectar la intuición y la inteligencia hacia el mundo y el universo y sus leyes”.
La exposición va acompañada de un catálogo publicado por Silvana Editoriale con un texto crítico de Martina Corgnati.
Nacido en Reggio Emilia en 1940, Luciano Bertoli se graduó en laAcademia de Bellas Artes de Bolonia, bajo la dirección de Umberto Mastroianni. Tras los primeros ensayos tardoinformales de los años sesenta y diversas experiencias pictóricas, encontró su propio camino a finales de la misma década. Se trata de los lenguajes “mecanomórficos” del llamado “macchinismo”, un arte conceptual que captó el interés de historiadores y críticos a mediados de los setenta, entre ellos Giuseppe Marchiori, Enrico Crispolti, Albino Galvano y Eugenio Battisti. Bertoli colaboró con el massmediólogo y poeta visual Lamberto Pignotti en películas de artista y series de cómics originales. En la década de 1980, el llamado “eclecticismo” dominó el arte en Italia y Bertoli participó en exposiciones colectivas con Edoardo Di Mauro y otros críticos. Alternó su trabajo como “Formgestalter” con el de pintor (no escultor, como se le suele clasificar). En 1987-88 inventó y construyó máquinas sonoras que llamó irónicamente “virtuosinas” y, más tarde, máquinas electrónicas con impulsos luminosos y sonoros. A finales de los años 90, sigue siendo la máquina la que domina la escena en una nueva variante biotecnológica. Un capítulo que culminará en un libro anómico titulado Slag Pad(Edizioni Umberto Allemandi, Turín, 2000). Con Slag Pad Bertoli cierra su relato de las experiencias alternativas de Maldonado e idealmente abre una ventana que inunda de luz su habitación; con humildad busca una posible renovación. En la última fase de su pintura, percibe ciertas similitudes con las teorías cuánticas y relativistas de la física de Heisenberg y Bohr, así como de sus sucesores, desde Peter Higgs hasta el propio Mandelbrot: en las fluctuaciones cuánticas, el frenético torbellino de las partículas subatómicas recuerda la evolución, modificación y disolución de su obra, que al cambiar de estabilidad conceptual se vuelve efectivamente indeterminada. Luciano Bertoli morirá en Reggio Emilia en 2021.
Para más información, visite la web oficial del Palazzo Magnani.
Imagen: Luciano Bertoli, Frattempo. Las curvas de Mandelbrot (1997; óleo sobre tabla, 100 x 100 cm). Foto: Carlo Vannini
Una exposición en Reggio Emilia recorre la carrera de Luciano Bertoli |
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